|
Dividir la Magia.
A la hora de
clasificar y dividir la Magia, el problema que se nos presenta es también
grande. El mundo mágico es algo tan completo, tan extenso, abarca tanto, que
es preciso subdividirlo en partes para poder clasificarlo y delimitarlo. Y
aquí, como en otros muchos aspectos que iremos viendo más adelante a medida
que nos adentremos en el tema, impera también la desorientación.
Generalmente, la Magia suele dividirse en Blanca, Roja y Negra; esta es la
subdivisión que más frecuentemente hemos visto en los libros, y no podemos
negar que tiene su razón de ser. La Magia Blanca, según esta división, es
aquella Magia -que podríamos clasificar como "limpia"- que utilizamos para
unos fines que normalmente se hallan dentro del orden de las cosas: fines
honestos, legales, beneficiosos. Dentro de esta clasificación de Magia
Blanca cabe incluir las invocaciones para provocar la lluvia, toda la magia
de la fertilidad, la magia curativa... También debe incluirse en ella toda
la magia adivinatoria, la que sirve para probar la fidelidad de una mujer o
la inocencia de un reo... Esta magia utiliza para actuar únicamente las
fuerzas de la naturaleza, maleándolas y transformándolas. Es pues,
decididamente, una magia "limpia".
La Magia Roja, en
cambio, es una magia más "egoísta". Busca, para su desarrollo, la alianza de
otras fuerzas menos recomendables que las naturales de la Magia Blanca: los
espíritus. Así pues, la Magia Roja es una magia más evolucionada, más
"civilizada" podríamos decir, que no empieza a aparecer hasta el medievolo,
cuando la religión crea en torno al hombre toda una demonología... una
demonología que el hombre se apresurará a aprovechar. Los protagonistas de
la Magia Roja son los espíritus, los genios, los gnomos, los silfos, los
demonios... todo ello a través de una jerarquía de personajes y valores que
se inicia con Adonai, el Ángel de la Luz, para los espíritus buenos, y con
Lucifer, el Emperador de las Tinieblas, para los espíritus malos, a los
cuales sigue toda una cohorte de espíritus y demonios de mayor o menor
categoría, debidamente ordenados y clasificados según su importancia y
cometido específico.
La Magia Negra,
finalmente, surge como una reacción a la primera gran represión de la Magia
a manos, tanto de la iglesia católica, como de los gobiernos de los
respectivos países donde se produjo. La Magia Negra es la más execrable de
todas las magias, cuyo único protagonista es Satanás, el príncipe de todos
los demonios, y cuyo principal objetivo es realizar un pacto con él para
conseguir los más inconfesables objetivos.
Esta clasificación de
la Magia en Blanca, Roja y Negra peca, sin embargo, por superficial, ya que
no engloba en ella a todas las distintas finalidades de la magia, sino
solamente los medios, y las Magias Roja y Negra no son en realidad
subdivisiones de la Magia, sino más bien ramas de la misma surgidas en el
momento en que la coyuntura histórica imperante las hizo necesarias.
Otra división de la
Magia también muy difundida es la que nos la separa en dos partes: la Magia
Analógica y la Contagiosa, según se actúe usando la ley de correspondencia
(magia simbólica) o un contacto. Como ejemplos de ambas Magias citaremos:
para la magia analógica, todos los hechizos para provocar la fertilidad o la
lluvia; para la magia contagiosa, todos los filtros, pociones, hechizos
sobre prendas, cabellos o uñas de una persona...
La Magia Analógica es
llamada también imitativa u homeopática, ya que actúa a través de la
repetición o imitación de ciertos actos, ritos y condiciones, del mismo modo
como lo efectuaban los hombres primitivos cuando, para obtener éxito en la
caza, se cubrían el cuerpo con pieles del animal que deseaban cazar para
conseguir así su misma fuerza, agilidad o astucia.
Otra división de la
Magia nos la clasifica desde otro punto de vista en Positiva y Negativa. La
Magia Positiva es aquella que, al actuar, hace un bien: por ejemplo, el
curar a una persona transmitiendo su enfermedad a un animal o a una planta,
o recogiéndola en un amuleto que después deberá ser arrojado. La Magia
Negativa, por el contrario, es aquella que trae implícita una prohibición,
cuyo incumplimiento es automáticamente castigado. En ella entran todos los
tabús, cuya transgresión supone inmediatamente el castigo del infractor, sin
más actuación que el poder automático del propio acto mágico.
|
|