Esta es una de las cuestiones más polémicas y
peor comprendidas de toda la dieta occidental. Los orientales y los
africanos evitan tradicionalmente el consumo de leche, excepto como
purgante. Pero en el mundo occidental, la gente se acostumbra a tomar leche
a diario durante toda su vida.
Si observamos la naturaleza,
veremos que los animales se alimentan exclusivamente de leche hasta ser
destetados con otros alimentos. La desaparición natural de la lactasa (la
enzima que permite digerir la leche) del organismo humano a la llegada de la
madurez demuestra claramente que los humanos adultos no tienen más necesidad
de leche que los tigres o los chimpancés adultos.
Aunque la leche es un alimento
proteínico completo cuando se consume al natural, también contiene grasa, lo
cual quiere decir que combina mal con cualquier otro alimento salvo con ella
misma. Sin embargo, muchos adultos tienen la costumbre de acompañar sus
comidas con leche fría. La leche se cuaja nada más llegar al estómago, de
modo que, si hay otro alimento presente, los grumos se coagulan en torno a
las partículas de comida y las aíslan de la acción de los jugos gástricos,
retrasando su digestión el tiempo suficiente para que comience la
putrefacción. Por ello, la primera y más importante norma a tener en cuenta
sobre el consumo de leche es beberla sola o no beberla.
Hoy
en día, la leche se vuelve todavía más indigerible a causa de la práctica
generalizada de la pasteurización, que destruye todas las enzimas naturales
y altera sus delicadas proteínas. La leche al natural contiene las enzimas
activas lactasa y lipasa, que hacen posible que se digiera por sí misma.
La leche pasteurizada,
desprovista de lactasa y demás enzimas activas, no puede ser correctamente
digerida por los estómagos adultos, e incluso resulta difícil para los
niños, como lo demuestran los cólicos, erupciones, problemas respiratorios,
gases y demás afecciones tan frecuentes en los bebés alimentados con
biberón.
Además, la ausencia de enzimas y la alteración de
las proteínas vitales hace que el calcio y los restantes minerales
contenidos en la leche no sean bien asimilados.
Hacia 1930, el Dr. Francis M.
Pottenger realizó un estudio de 10 años de duración sobre los efectos
relativos de una dieta de leche pasteurizada y otra al natural en una
población de 900 gatos. Uno de los grupos no recibía nada más que leche
entera al natural, mientras que el otro era alimentado exclusivamente con
leche entera pasteurizada de la misma procedencia. Los gatos alimentados
con leche natural evolucionaron bien, manteniéndose sanos, activos y alerta
durante toda su vida, pero los alimentados con leche pasteurizada pronto se
volvieron inquietos, confusos y sumamente vulnerables a un gran número de
enfermedades degenerativas crónicas que normalmente se relacionan con el ser
humano: enfermedades cardíacas, afecciones renales y tiroideas, problemas
respiratorios, pérdida de dientes, fragilidad ósea, inflamación hepática,
etc.
Pero lo que más llamó la
atención al Dr. Pottenger fue lo que les sucedía a la segunda y tercera
generaciones. Los primeros descendientes del grupo de la leche
pasteurizada nacieron todos con mala dentadura y huesos pequeños y débiles,
síntomas evidentes de una deficiencia de calcio que indicaban a su vez una
mala absorción del calcio de la leche pasteurizada. Los descendientes del
grupo de la leche al natural nacieron tan sanos como sus progenitores.
Muchos de los gatitos de la tercera generación del grupo pasteurizado
nacieron muertos, y los que sobrevivieron eran todos estériles e incapaces
de reproducirse.
El experimento debió terminar
ahí porque no hubo una cuarta generación de gatos alimentados con leche
pasteurizada, aunque el grupo de la leche al natural siguió reproduciéndose
y criando indefinidamente. Si esto no le parece prueba suficiente de los
efectos nocivos de la leche pasteurizada, tenemos que tener en cuenta que
incluso los terneros recién nacidos que son alimentados con leche
pasteurizada obtenida de sus propias madres suelen morir antes de seis
meses, un hecho comprobado que la industria lechera comercial se resiste a
reconocer.
A pesar de todas estas pruebas
científicas a favor de la leche al natural y contra la leche pasteurizada,
y a pesar del hecho de que hasta comienzos del siglo XX la especie humana
medró con la leche al natural, en la actualidad está prohibida la venta de
leche natural al consumidor en casi todos los Estados occidentales.
Para la industria lechera
resulta mucho más rentable pasteurizar la leche a fin de alargar su tiempo
de vida en el comercio, aunque esta leche desnaturalizada no haga ningún
bien en absoluto a la salud humana. Además, la pasteurización hace que la
leche de las vacas enfermas en vaquerías poco sanitarias resulte
relativamente “inofensiva” para el ser humano, ya que mata algunos de los
gérmenes peligrosos (aunque no todos), y esto también contribuye a abaratar
los costes de producción de la industria.
Sólo hicieron falta tres
generaciones para que los gatos del Dr. Pottenger alimentados con leche
pasteurizada se volvieran estériles y debilitados. Y éste es el número
aproximado de generaciones que europeos y norteamericanos llevan
alimentándose con leche pasteurizada. Hoy en día, la esterilidad se ha
convertido en un problema de importancia entre las jóvenes parejas
occidentales, mientras que la deficiencia de calcio se ha extendido tanto
que más del 90 por ciento de los niños norteamericanos padecen de afecciones
dentales crónicas.
Para empeorar aún más la
situación, actualmente se ha impuesto la costumbre de “homogeneizar” la
leche con el fin de evitar que se separe la nata. La homogeneización
consiste en fragmentar y pulverizar las moléculas grasas hasta el punto de
que no puedan separarse del resto de la leche. Pero los minúsculos
fragmentos de grasa así obtenidos se filtran con facilidad a través de las
paredes del intestino delgado y aumentan considerablemente la cantidad de
colesterol y grasas desnaturalizadas absorbidas por el cuerpo. En realidad,
se absorbe más grasa láctea bebiendo leche homogeneizada que consumiendo
nata pura.
Las mujeres preocupadas por la
osteoporosis deberían tomar buena nota de todos estos datos sobre los
productos lácteos pasteurizados. Esta leche desnaturalizada no aporta el
calcio suficiente para combatir la citada enfermedad, como queda plenamente
demostrado por el hecho de que las mujeres occidentales, que consumen
grandes cantidades de diversos productos lácteos pasteurizados, presentan
una mayor incidencia de osteoporosis que las de cualquier otra zona del
mundo. La col cruda, por ejemplo, proporciona muchísimo más calcio
asimilable que cualquier cantidad de leche pasteurizada o sus derivados,
como yogures, quesos y todos los demás productos lácteos desnaturalizados.
El elemento boro es también un
factor esencial para la absorción del calcio de los alimentos y para su
utilización por el cuerpo en la formación de los huesos. Aún más digno de
mención, el nivel de estrógenos en la sangre de mujeres que recibían
cantidades adecuadas de boro ascendió a más del doble, eliminando la
necesidad de una terapia de administración de estrógenos, que es un “parche”
habitual contra la osteoporosis en los países de Occidente.
Y, ¿dónde se encuentra el
boro? En las frutas y verduras frescas, sobre todo en manzanas, peras, uva,
nueces, col y otras verduras de hoja, donde también encontramos calcio. La
naturaleza nos proporciona abundantes fuentes de todas las sustancias
nutrientes que necesitamos, pero el ser humano insiste en cocerlas y
elaborarlas hasta eliminarlas todas, y luego se pregunta por qué no da
resultado su dieta.
Todos los adultos deberían
reflexionar seriamente sobre la conveniencia de la leche como parte
integrante de su dieta cotidiana, salvo en el caso de que puedan obtener
leche al natural certificada, que constituye un excelente alimento.
Atiborrar a los niños con leche pasteurizada para que crezcan “fuertes y
sanos” es una pura aberración, porque les resulta imposible asimilar los
nutrientes. De hecho, hombres, mujeres y niños por igual deberían eliminar
de su dieta todos los productos lácteos pasteurizados, pues únicamente
sirven para atascar sus intestinos con capas y más capas de un fango limoso
que impide la absorción de los nutrientes orgánicos.
Tenemos que eliminar
completamente de nuestra dieta la leche homogeneizada y pasteurizada. Si
podemos encontrar leche al natural, consumirla como una comida completa por
sí misma, nunca combinada con otros alimentos.