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EL PAPEL DE ESPOSA, AMA DE CASA Y MADRE
Los papeles de esposa y de madre son importantes para la identidad de muchas
mujeres adultas.
Las esposas jóvenes, cuando el matrimonio funciona bien, suelen disfrutar
con la intimidad y la comunicación en su relación conyugal y, por regla
general, los primeros años de matrimonio les resultan agradables. Durante
esa época, las necesidades de éxito quedan, a menudo, suprimidas, en
beneficio del "mejor cumplimiento" de su papel de esposa y madre. La esposa
puede experimentar un "éxito vicario" a través del trabajo de su marido,
haciendo de éste una "carrera parados".
La relación entre el matrimonio y la adaptación de la mujer es compleja. Por
ejemplo, las mayores depresiones las experimentan las mujeres cuyos
matrimonios tienen dificultades; las mujeres solteras las padecen de
magnitud intermedia, y son menores en las mujeres cuyos matrimonios son
felices.
Es interesante la relación que existe entre el ama de casa y sus
sentimientos con respecto al trabajo del hogar,pues se suele pensar que las
tareas de la casa no constituyen un trabajo.
La lógica tradicional, aunque con el tiempo va cambiando, se asemeja a esto:
1. Las mujeres deben permanecer en la familia, mientras que los hombres
deben estar "en el trabajo".
2. En consecuencia, los hombres trabajan y las mujeres no.
3. Por tanto, las tareas de la casa no constituyen una forma de trabajo.
Las tareas del hogar configuran una forma de trabajo como cualquier otra,
con la salvedad de que no están remuneradas. Las amas de casa están
sensibilizadas con respecto a la categorización de su trabajo como algo que
no lo es. Como dice una ex mecanógrafa:
Creo que las amas de casa trabajan y mucho. No aguanto a los maridos que
llegan a casa y dicen: "Bueno, pero si no has hecho nada en todo el día,
salvo algunas faenas de casa y cuidar del niño". Reconozco que me cansa;
bueno, no me cansa; es tan duro como un trabajo. No me preocupa lo que diga
ningún hombre... Mi marido dice esto; por eso estoy tan sensibilizada ante
esta cuestión.
Las tareas del hogar suscitan una mezcla de sentimientos encontrados, aunque
predomina la insatisfacción: una gran cantidad de las amas da casa se
muestran insatisfechas con su trabajo en el hogar. Las razones más comunes
de la insatisfacción son la monotonía, la soledad, la falta de estructura y
la cantidad de horas empleadas en él. Las amas de casa suelen invertir una
media de 77 horas semanales en las tareas domésticas.
Las mujeres que menos tiempo dedican a las tareas del hogar son las que
están empleadas a jornada completa fuera de casa, y no es fácil que éstas
dediquen menos de 48 horas semanales. Asimismo, hay que considerar el
carácter no constructivo de las faenas domésticas; por ejemplo, todas las
mañanas, el ama de casa hace las camas, que se desharán por la noche, para
volver a ejecutar la misma operación a la mañana siguiente.
El aspecto más valorado del papel del ama de casa es la autonomía (ser jefa
de una misma). Así lo manifestaba una ex programadora informática:
"Hasta cierto punto, tú eres tu propia jefa... decides qué quieres hacer y
cuándo lo quieres hacer... no es como en el trabajo, cuando alguien te llama
y tienes que bajar e ir a verle o tienes que hacer esto y lo de más allá en
media hora".
Las mujeres que han ocupado puestos de trabajo de categoría superior
(programadora informática, modelo) se suelen mostrar insatisfechas con su
trabajo en el hogar.
Aparecen diferencias entre unas mujeres y otras en cuanto a la medida de su
identificación personal con el papel de ama de casa. Quienes estan muy
identificadas con él, tienden a estructurar la tarea estableciendo rutinas
(el lunes hago la colada; el martes plancho;...) y fijando criterios
elevados de rendimiento en el trabajo. Un factor crítico para una
identificación alta o baja con las tareas del hogar consiste en si la madre
de la mujer en cuestión la ha experimentado. Muchas mujeres que no se
encuentran a gusto si salen de casa dejando la cocina desordenada deben
conocer que en casi todas las ocasiones la incomodidad está relacionada con
el fantasma casi tangible de la propia madre, diciendo: "mal, mal, mal". La
mujer tiene que analizar su propia identificación con el papel de ama de
casa y cómo su propia madre configura esa identificación. Pueden comenzar
analizando cómo experimentan más satisfacción o, al menos, cómo se sienten
menos culpables con respecto a las tareas del hogar.
Es probable que el aspecto más satisfactorio del conjunto tradicional de
papeles femeninos sea el de madre. No obstante, también aquí pueden surgir
problemas. Las necesidades de alimentación de los recién nacidos hacen que
muchas madres estén constantemente exhaustas y, hasta que los niños tienen
varios meses, no son capaces de responder con una de sus enternecedoras
sonrisas. Las interacciones con los niños pequeños son estimulantes a su
modo, pero muchas mujeres sienten la necesidad de las interacciones con
otros adultos durante el día. Aunque el matrimonio y el trabajo suelen estar
relacionados con la adaptación positiva de las mujeres, el hecho de tener
hijos suele estar asociado con mayores trastornos psicológicos.
La maternidad constituye un supuesto tan básico del papel femenino que es
fácil olvidar que la sociedad presiona a la mujer para que sea madre; en
realidad, la presión es tan fuerte que ha llegado a denominarse esta
situación obligación de la maternidad . En concordancia con la idea de la
obligación de la maternidad, suele considerarse mal adaptadas y
desorientadas a las personas que optan por no tener hijos. No obstante, es
interesante señalar que las parejas casadas sin hijos manifiestan una
felicidad mayor que las que los tienen.
El hecho de que una mujer quiera o no tener hijos y cuántos, puede preverse
a partir de una serie de factores; están relacionados con el deseo de tener
hijos el recuerdo del amor de su madre en su infancia, la identificación con
el papel asignado al género femenino y las actitudes feministas. Asimismo,
las mujeres de familias numerosas (que tienen tres o más hermanos o
hermanas) expresan mayores deseos de tener hijos que las mujeres de familias
pequeñas.
Una opción que va ganado terreno es la renuncia voluntaria a los hijos. En
este caso, la terminología indica diferencias. Algunos se oponen a la
expresión renuncia a los hijos, que parece dar a entender algún tipo de
déficit, y prefieren hablar de sin hijos. Las mujeres llegan a decidir no
tener hijos por distintos caminos. Unas toman esa decisión muy pronto,
incluso antes de casarse; se las ha llamado "decididas"*. Otras se casan y
posponen muchas veces la decisión, optando por la renuncia a los hijos con
un relativo retraso; estas son denominamos "indecisas". Las mujeres de ambos
grupos que renuncian a los hijos de forma voluntaria suelen mostrar una
notable autonomía y una orientación hacia el éxito. Es lógico esperar que
tengan un elevado nivel de autonomía o independencia porque son capaces de
tomar decisiones que van en contra de una fuerte presión social. Asimismo,
también tienen sentido los niveles elevados de orientación hacia el éxito:
estas mujeres tienden a altos niveles de éxito en sus carreras
profesionales, lo que puede ser incompatible con los niños.
Las decididas se distinguen de las indecisas en ciertos aspectos. En
concreto, las primeras suelen referirse a las familias en las que crecieron
como menos cariñosas y a una menor compatibilidad de actitudes con sus
padres. Quizá no deseen reconstruir una situación familiar que no les
resultó demasiado agradable, tomando pronto la decisión de no tener hijos.
Por ejemplo, una joven que estudie segundo de medicina puede empezar a
pensar que sería imposible simultanear la práctica médica con la crianza de
hijos. Si tiene muchas amigas que también estudien medicina y estén llegando
a conclusiones similares y que le ofrezcan un respaldo positivo a su
decisión, será más probable que decida no tener hijos.
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