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Escuelas libres.
Siempre que se educa a alguien se educa “para algo”, la educación siempre
busca un objetivo y este objetivo depende del concepto de persona que
tengamos y de la sociedad que deseemos construir.
Pedagogía es el “saber” respecto de lo educativo. Educar “es un arte”. La
pedagogía y el arte son precisos para poder ayudar a los menores a
construirse como personas libres y valiosas.
El sistema educativo actual, similar a todos los que han sido elaborados por
Iglesia o Estado, no tienen más finalidad que la de construir el tipo de
persona que precisan para mantener su estructura social, su poder y su
autoridad.
Las escuelas libres han existido y existen en muchas partes del mundo. No
interesa hablar de ellas y mucho menos que se conozcan, pero su historia se
encuentra relatada en los libros, aunque sean pocos los textos pedagógicos
que los exponen para su estudio y conocimiento. Estas escuelas tienen en
alta consideración los trabajos de Piaget, Vygotski y Bronfenbrenner.
Aprender constantemente. Investigar como actividad constante, aprender de
las niñas y los niños; tantear, acordar, facilitar y buscar constantemente,
son principios fundamentales de la educación libertaria.
La pedagogía de la libertad se nutre de toda la historia de la pedagogía,
asumiendo las ideas que le son útiles para educar en y para la libertad; de
la espiritualidad, de la ética de la anarquía, de la psicología de la
educación, de la sociología educativa y del pensamiento libertario.
Ser consciente, comprender y obrar adecuadamente, este es su objetivo.
Construir un mundo más humano y más libre por medio de vivir y aprender a
vivir en libertad es su fin. Practicar la igualdad, la solidaridad, la
justicia, la no violencia, la ayuda mutua, el respeto y la justicia; estos
son sus hechos.
Estas escuelas, en las que se enseña a vivir en libertad poniendo en
práctica los recursos didácticos de la pedagogía libertaria y espiritual,
subsisten a pesar de mil y una trabas. Muchos educadores vienen a participar
de este tipo de escuelas porque comprueban que en las escuelas estatales es
imposible poder establecer una educación espiritual, antiautoritaria,
libertaria. Pero, estos proyectos son frecuentemente abortados por la
Administración.
Una escuela espiritual se diferencia de las escuelas públicas y de las demás
escuelas privadas en muchos aspectos. Primero, hay que aclarar que no existe
algo como “escuela pública”, lo que hay es escuela estatal. Y la escuela
estatal tiene la finalidad de educar para su sistema. Es autoritaria,
represora, memorista, discriminativa, individualista; es decir instruye y
educa para construir un tipo de persona, la misma que necesita para mantener
este sistema social caótico y deshumanizado; perpetuar el capitalismo,
mantener las clases sociales y todas sus formas de represión.
La escuela espiritual y libertaria trata de crear un espacio de libertad, en
donde las personas se vayan construyendo sobre los valores que nacen al ser
uno mismo consciente y obrar apropiadamente y vayan tomando forma apoyadas
en el conocimiento espiritual. Intentamos llevar a cabo todo esto sin que
entre en juego la autoridad, de una forma vivencial y experimental;
aprendiendo a desarrollar las propias características personales y grupales,
durante un proceso largo que comienza sobre los 12 ó 13 meses hasta los 16
años.
La autogestión es la forma que sustenta la dinámica vivencial. La ausencia
de premios, castigos y exámenes. La misma cantidad de información para todas
las clases sociales, el mismo tipo de responsabilidad y relación para ambos
géneros. La responsabilidad personal y grupal como forma de establecer una
convivencia no violenta, dialogante y tolerante.
Estas escuelas siguen una línea socio-política, es decir, trata que la
vivencia diaria haga germinar en las mentes de las criaturas ideas y maneras
de interpretar el mundo espirituales, de manera que surjan de ellos/as esas
obras apropiadas que tanto necesita la humanidad. En ellas se promueve la
creatividad, de forma que estas nuevas criaturas puedan re-crear otras
formas distintas de ser en el mundo. La normativa general es que el abuso de
la libertad, se subsana con la pérdida de la libertad. “Soy libre para
construir, no para destruir”, sería una máxima correcta.
Vemos la necesidad de eliminar o minimizar al máximo los premios y los
castigos como metodología pedagógica. Los premios y los castigos, que
pertenecen a una psicología conductista, lo único que hacen es evitar las
manifestaciones, pero en ningún caso resuelve los problemas.
El premio, el castigo, el influenciar, son acciones que condicionan y
modifican las conductas, pero con ello la persona se deteriora, pues en
realidad no puede manifestar lo que hay en su interior, cuando esto ocurre,
el verdadero conflicto no puede ser resuelto. Con ello se impide que surja
el orden desde la propia persona y con la ayuda de los demás.
El conflicto es, para nosotros, siempre bienvenido. Cuando en la acción de
formar surge el conflicto, normalmente se intenta sustituir unas
circunstancias ambientales por otras, desplazar y tapar el verdadero motivo
del conflicto. Pero esto simplemente es un escape y lo único que se consigue
es perpetuar el conflicto, porque éste tarde o temprano vuelve a surgir. La
inteligencia comienza a funcionar cuando nuestra mente y nuestro corazón ya
no escapan del conflicto, de la realidad, sino que tratamos de comprender el
medio en el que estamos inmersos para obrar adecuadamente.
Las personas deben establecer sus compromisos y después tratar de cumplirlos
desde su libertad y con su propio ritmo. El proceso de maduración,
desarrollo y aprendizaje debe ser interno; lo impuesto desde fuera no
consigue más que crear estereotipos que encorsetan las auténticas
identidades personales.
La aceptación de la persona pasa por no ser reprimida desde fuera–castigo- ,
o bien , colocada por encima de las demás –premio-; porque así se genera
desigualdad, agresividad e hipocresía.
Estas escuelas se autogestionan sin depender del estado ni de sus
instituciones. Las decisiones se toman colectivamente. Las aportaciones
económicas se hacen desde las personas implicadas en el proceso educativo:
padres-madres y colectivo educador. A las madres y a los padres se les
explica el proyecto que tenemos, se les da documentación, se les aclaran sus
dudas y si están de acuerdo aceptan el proyecto y llevan a la escuela a sus
criaturas. Luego hay muchos problemas, porque el sistema agobia mucho, pero
quienes lo tienen claro se quedan y el resto se va a integrarse al sistema.
Pretendemos que las niñas y los niños, se construyan de tal manera que
puedan vivir con los valores espirituales, puedan elegir sus vidas de forma
autodeterminada y puedan crear nuevas formas de transformar esta sociedad.
La escuela pública y privada educa o más bien trasmite y reproduce el modelo
social capitalista y su división de clases. Dicho de otro modo, la actual
escuela está al servicio del Neoliberalismo. Todo sistema educativo
obligatorio, tiene la finalidad de educar para su servicio, su perpetuación
y sus necesidades. La escuela estatal, hoy más que nunca, se asemeja a una
cárcel, que adiestra a las personas para integrarse sin problemas al
sistema, pero como se está pasando de represiva, la tremenda violencia que
se muestra en escuelas e institutos, es la consecuencia clara de que se les
están yendo las cosas de las manos. Eso responde a este neoliberalismo
tremendo que ejerce una brutal violencia sobre las sociedades, y los menores
son la respuesta a su radicalismo.
En los países occidentales, la legalidad impide la no escolarización de los
niños y niñas. Muchos son los padres y madres que no pueden hacer objeción a
la escuela. Asimismo, se ponen trabas a otros intentos de escolarización no
habituales como el estos. Por eso, se tienen muchos problemas, pero estos
pueden casi siempre resolverse, y aunque estas escuelas pasen por épocas de
poco alumnado, porque la sociedad se hace más conservadora, el mantenerse
muestra la coherencia y la fuerza en la consecución de aquello por lo que
vivimos.
Los problemas hay que tratar de resolverlos de forma inteligente y creativa.
No dejarse abatir por los ataques y autoestimularse constantemente para
seguir, porque sabemos que es lo que queremos hacer y nadie tiene derecho a
decirnos lo que tenemos que hacer con nuestras vidas, ni con nuestros
proyectos. Nuestra autonomía nos ayuda y el colectivo que formamos nos da la
fuerza para continuar.
Hay escuelas alternativas con principios más o menos espirituales y
libertarios. Se realizan encuentros de estas escuelas para intercambiar
experiencias y buscar vías de apoyo; hay varias que están funcionando, otras
que van a comenzar y bastante gente que tiene proyectos para iniciarlas.
De los alumnos y alumnas que salen de estas escuelas suelen decir que “son
especiales”, es decir que tienen unos rasgos y características que los
diferencian de los demás. Cada uno mantiene su identidad y su forma de
construir su vida, pero todos poseen esos valores que han vivido durante
tantos años y de los cuales no se pueden desprender, porque forman parte de
su estructura mental y de pensamiento: los valores de la espiritualidad y de
la libertad.
Generalmente acuden a la Universidad, preferentemente en las ramas de letras
y artísticas. Sabemos que en determinados momentos, cuando pueden se suelen
juntar. Mantienen relaciones de amistad fuertes. Durante los primeros años
vuelven a la escuela alguna vez al año. Los que van al instituto suelen ir
los viernes a comer a la escuela. Quines están en la Universidad, alguna
vez. Pero sabemos que todos tienen un hermoso recuerdo de esta etapa de su
vida, porque fueron -sobre todo- felices.
Llevamos muchos años con estas escuelas y sabemos que durarán muchos más, y
sobre todo sabemos y manifestamos que la vida espiritual y en libertad es
posible. |
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