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La educación
Además
de la familia está la escuela, que es la segunda institución de represión de
las criaturas. La necesidad de contar con grandes masas de trabajadores
disciplinados y obedientes impone a la educación un carácter masivo,
uniformante y autoritario, mediante el cual las personas son inducidas a
identificarse con las instituciones sociales como la patria y el Estado, en
las que se disuelve su individualidad.
Durante todo el siglo XX se intentó alcanzar una
identidad común de todos los sectores desiguales se lleva a cabo a través
del nacionalismo religioso; la adoración a la bandera y a los “próceres” y
el festejo de las fechas “patrias”, junto al odio hacia los otros
nacionalismos, otras banderas y otros “próceres” fue una de las metodologías
fascistas con la que se contaminó de fanatismo nacionalista a los
estudiantes.
La enseñanza se uniformó en este siglo con la finalidad
de homogeneizar las diferencias y suprimir la individualidad de los niños.
El proceso de aprendizaje se desarrolló mediante la imposición, los dictados
y los castigos físicos y psíquicos por parte del maestro, que representa la
autoridad suprema dentro del aula y a la que los estudiantes deben obedecer
incondicionalmente. El método de memorización por repetición se impuso
gracias a los resultados de los experimentos realizados con perros por
Pavlov. En esta clase de educación los exámenes y su calificación determinan
las diferencias cuantitativas del saber entre los alumnos, dividiéndolos
entre mediocres e inteligentes, e introducen de esta forma en el niño y en
la sociedad una justificación de las jerarquías.
El carácter
ideológico de los conocimientos que se imparten tienden a generar prácticas
que reproducen a la sociedad y al Sistema. Así, la educación fue religiosa,
masificadora y, hoy en día, tiende a ser “postmoderna”, pues impulsa a la
“democracia” como forma de Estado.
Hasta la
actualidad en la escuela se ha utilizado la misma metodología represiva,
disciplinaria e ideológica, con pequeñas modificaciones según el momento
histórico. La educación está siendo hoy reformada de acuerdo a las nuevas
necesidades del capitalismo y del Estado, del neoliberalismo y la democracia
representativa. De esta manera, el intento de antaño de someter a las
personas a identificaciones de gran envergadura, como la nación, está
declinando y siendo reemplazada por identificaciones de más bajo nivel. La
masificación se ha vuelto ahora individualización como consecuencia de la
fractura con la realidad que el postmodernismo pregona. Así, el niño es
inducido a identificarse no tanto con la patria pero sí con la región en la
que vive y en la empresa donde trabaja.
Los cambios ideológicos en los contenidos que se
imparten, orientados a la democracia y al trabajo, la adopción de un
discurso empresarial por parte de las autoridades escolares, la organización
interna de la institución, la contemplación de diferencias regionales, etc.,
son las características que hoy tiene la escuela, aunque conserva la mayoría
de sus antiguos métodos de disciplinamiento.
Las pruebas,
castigos y premios forman parte de toda la reglamentación escolar,
reglamentación que hacen creer que necesaria. Y, ciertamente, para el Poder
es así, pues sin ella le sería imposible alcanzar sus objetivos. Estas
reglas, esta dominación refleja la propia esencia del Poder y del Estado.
La función de
la escuela como reproductor de relaciones sociales de poder y explotación
sigue siendo la misma, aunque la centralidad de su función ideológica parece
haber sido cedida a los medios de información. La educación de los niños es
utilitaria y está diseñada para favorecer el sistema establecido. La escuela
viene a reforzar esta labor haciendo interiorizar a los niños valores
institucionales como el gregarismo, la docilidad y la competitividad, e
inculcando la disciplina y una manera muy determinada de ver la historia y
la realidad.
Las materias que se imparte y la forma en que se realiza
son un medio para lograr estos fines, pues está demostrado que toda la
materia que se imparte durante los 8 años en E.S.O. se podría aprender a los
14 años en unos meses sin traumas y por libre iniciativa. Es inadecuado
forzar a un niño como sistema habitual de trabajo. A las criaturas se les
debe implicar, acompañar con la mente y con el corazón, animarles a
reflexionar y a descubrir y, con el propio ejemplo, ayudarles a seguir el
camino espiritual.
La escuela es una institución que pertenece al Poder. Nos
encontramos en un planeta en el que, por todos los medios, se intenta
enseñar qué pensar, en lugar de enseñar a pensar. Por esta razón, en las
sociedades así estructuradas son tan necesarios el Estado y sus
instituciones, además del apoyo que le ofrecen los grupos religiosos y
sectarios –policía, ejército, cárceles, sacerdotes, pastores... La escuela
tiene el fin de asegurar que la transmisión de los conocimientos se realice
con los contenidos ideológicos adecuados al Poder y al Estado y disciplinar
a los niños conforme a las necesidades del Sistema. Como las exigencias del
sistema son distintas para los niños y para las niñas, la educación es,
además, sexista.
La labor de la escuela complementa la labor familiar,
pues la escuela es un servicio que respalda éticamente y materialmente la
autoridad de los padres y, en todo caso, asegura que ésta se ejerza según
los intereses del Poder. La escuela se encarga de completar y afianzar el
proceso de interiorizar, en la consciencia del menor, el conocimiento del
lugar que ocupa en la escala jerárquica de la sociedad. Así, el niño aprende
a vivir, asumiéndolo como si fuera una ley natural, en un régimen que
fortalece al Poder.
El Estado y los grupos que sustentan al Poder han
utilizado siempre la educación para mantener sus privilegios y su situación
de predominio social, económico e ideológico, instaurando formas de
comportamiento sumisas, insolidarias y competitivas en los seres humanos
desde la infancia. La misma competencia es envidia, y es nefasta para la
humanidad, pues es todo lo contrario a una vida espiritual y de un apoyo
entre las personas. El Estado controla y planifica todos los procesos
educativos, tanto públicos como privados, porque es consciente de que la
escuela es una herramienta adecuada para perpetuar su sistema de dominación.
La escuela es uno de los primeros medios para encarrilar a las personas bajo
su poder, apartarlas de la espiritualidad y negarles todo sentido crítico.
En la familia primero, y en escuela y en el trabajo
después, se desarrollan los procesos de programación ideológica necesarios y
complementarios a los que se realizan en el seno de la familia. Así se
obtiene el producto final que se busca: convertir a las criaturas en
personas alienadas.
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