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SUSTITUIR LOS PENSAMIENTOS NO COMPASIVOS POR PENSAMIENTOS COMPASIVOS. TERCER
PASO
Este paso es muy fácil de entender. Durante el resto de su vida, todos los
días, durante todo el día, vigile en sí mismo la aparición de pensamientos
no compasivos, de palabras no compasivas y de actos no compasivos. Las
palabras no compasivas suelen representar un pensamiento no compasivo. Los
actos no compasivos siempre están provocados por pensamientos no compasivos.
Si usted es consciente de haberse comportado de manera no compasiva, intente
reconstruir el pensamiento no compasivo que motivó su acto.
Cuando detecte
pensamientos no compasivos, sustitúyalos deliberadamente por pensamientos
compasivos adecuados para la situación. Es muy difícil formular pensamientos
compasivos cuando uno está enfadado o se siente amenazado, de modo que usted
no se sienta demasiado mal si no consigue pensar compasivamente en el calor
de un enfrentamiento. No obstante, muchos enfrentamientos se producen de
manera repetida y previsible. Usted puede formular por adelantado
pensamientos compasivos para estas situaciones. Por ejemplo, yo voy a mi
trabajo en automóvil todos los días; recorro veintitrés kilómetros de ida y
otros tantos de vuelta por una autopista llena de camiones grandes que
suelen circular a demasiada velocidad y pegarse a la cola de los demás. He
memorizado pensamientos compasivos sobre los conductores, pensamientos que
repito de memoria siempre que advierto que me siento enfadado o amenazado.
Todavía sigue sin gustarme su conducta, pero la Compasión no me exige que me
guste. No dude en memorizar pensamientos compasivos para utilizarlos en las
situaciones que se suelen presentar en su vida, enfados o disgustos con
familiares, amigos, conocidos.
Cuando usted
se encuentre en una situación nueva que presente un enorme desafío a su
intención de practicar la Compasión, lo más prudente sería dedicar cierto
tiempo, si puede, a formular pensamientos compasivos. Si no le es posible,
puede interesarle revisar la situación más tarde, intentar comprender los
pensamientos no compasivos que surgieron e intentar formular alternativas
compasivas.
Es posible que
lean este escrito algunas personas excepcionalmente desafortunadas. Es
posible que al lector que le haya hecho daño una persona viciosa o
irresponsable o un sistema social injusto. En ese caso, seguramente le
resultará muy difícil pensar con Compasión acerca de las personas que le han
hecho daño. No se preocupe demasiado por eso al principio. Los culturistas
empiezan por levantar pesas de veinte kilos antes de llegar a las de ciento
noventa kilos. Refuerce sus músculos de la Compasión practicando al
principio con la gente corriente que lo rodea. Si usted está en la cárcel,
empiece por los funcionarios que ve todos los días, o por sus compañeros. Si
usted está en una silla de ruedas, empiece por los miembros de su familia o
por las personas que lo cuidan. No intente esperar el día en que pueda ser
compasivo con las personas que le han causado los mayores males. Limítese a
practicar la Compasión de una manera corriente, todos los días. Su capacidad
para la Compasión se desarrollará lentamente, siguiendo su propio
calendario.
La práctica
diaria de la Compasión exige algo parecido a la fe. No quiero decir que
usted deba mantener una fe irracional en el valor de la Compasión. Al
contrario: yo estoy procurando presentar una explicación lógica y práctica
de la necesidad de la Compasión. A pesar de todo, en la vida diaria las
cosas suceden a veces de manera precipitada e imprevisible. En pocos
segundos, cualquier persona se puede sentir molesta, frustrada o amenazada,
algunas veces sin entender claramente lo que ha hecho o dicho otra persona
para producir esta reacción. En momentos como éstos, es posible que no se
disponga de tiempo para revisar las ideas complejas que sirven de base para
la práctica de la Compasión. Por el contrario, a veces es necesario hablar o
comportarse compasivamente de una manera automática o sin pensarlo. O bien,
usted puede recordar alguna frase o imagen sencilla en la que se condense la
lógica de la Compasión. La frase "todo el mundo tiene el corazón hambriento"
da resultado para mí, pero es probable que otras personas tengan que crear
sus propios recordatorios personales. Más adelante, cuando tenga más tiempo
para reflexionar, puede replantearse el suceso e intentar relacionarlo con
la práctica de la Compasión con mayor detalle.
Pueden existir
otras ocasiones en que la mala conducta de otra persona sea tan extrema que
a usted simplemente le falle la imaginación. Puede parecerle imposible creer
que la persona que lo ofende desee aproximadamente las mismas cosas que
usted, aproximadamente por los mismos motivos. En momentos así,
probablemente le valdrá la pena suponer que es cierto, aunque no sea capaz
de demostrárselo a sí mismo. Es posible que con el tiempo llegue a
comprenderlo mejor.
Como ejemplo,
es posible que la mayoría de la gente no sea capaz de comprender plenamente
la mente de Sadam Husein. ¿Es posible, verdaderamente, que torture y asesine
a sus enemigos políticos y que arroje gases venenosos sobre la población
kurda indefensa, aproximadamente por los mismos motivos por los que yo me
levanto a trabajar todas las mañanas? Parece que es llevar las cosas
bastante lejos, ¿no? Pero si reflexiona un poco, lo veo más claro.
Evidentemente, es muy importante para él conservar la riqueza, el poder y el
nivel social que ha conseguido después de toda una vida de trabajo. Es
probable que se impusiera por la astucia a otros rivales políticos suyos tan
malos y tan equivocados como él, de modo que quizás sienta que no es peor
que otros que podrían haber ocupado su cargo. También es probable que tema,
con razón, que si pierde el poder lo aniquilen a él y a toda su familia: es
la posibilidad más catastrófica dentro de los fracasos en la reproducción.
Si lo intento a fondo, soy capaz de imaginarme que si yo hubiera nacido en
Iraq en circunstancias difíciles y que si Sadam Husein hubiera nacido el
Barcelona, en España, con las condiciones estables que ya hace tiempo
vivimos, él podría estar escribiendo estas letras y yo podría haberme
convertido en un dictador despiadado.
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