Los hidratos de carbono son feculentos y no deberían combinarse con ninguna
proteína concentrada. Lo que mejor combina con las féculas son las frutas no
ácidas y las verduras frescas crudas o ligeramente cocidas. Si te gustan las
patatas, la pasta o la repostería, haz una comida completa con ellas, pero
no les añadas huevos, carne ni queso.
La mayoría de la gente
prefiere consumir su comida de hidratos de carbono como desayuno, ya sea en
forma de tostada o de cereales. Incluso un estómago en perfectas
condiciones necesita unas 12 horas para restaurar el equilibrio digestivo
tras ingerir una combinación de alimentos incompatibles, por lo que una mala
combinación en el desayuno le estropeará la digestión para el resto del día,
tomes lo que tomes en el almuerzo o en la cena.
Uno de los peores desayunos
consiste en cereales secos endulzados con azúcar refinado y empapados en
leche pasteurizada. Las tostadas con mermelada son casi igual de malas. Los
que más sufren los estragos de este tipo de desayunos son los niños, ya que
muchos adultos suelen prescindir por completo del desayuno o se limitan a
tomar un café y una tostada sin acompañamiento, lo cual constituye una
combinación perfectamente aceptable.
Al igual que con las
proteínas, no debería tomarse más de una comida diaria a base de hidratos
de carbono, y habría que evitar combinar dos féculas muy distintas en la
misma comida. Ya que las proteínas y las féculas son los principales
antagonistas en la trofología, lo mejor es separar las comidas en que se
consumen por un mínimo de 10 o 12 horas, como el desayuno de pan y la cena
de carne que Jehová recomendó a Moisés.
En el caso de las comidas
feculentas, es aún más importante que con las proteínas no acompañarlas con
agua, zumo de fruta, leche ni ningún otro líquido. La digestión de la
fécula debe comenzar en la boca para que continúe en el estómago. Un sorbo
de líquido ingerido junto con un bocado de fécula diluye tan
considerablemente las secreciones salivales que la fécula llega al estómago
sin haberse impregnado de la enzima alcalina tialina, con lo que se inhibe
la digestión y se produce en cambio fermentación. Todos los hidratos de
carbono deben ser cuidadosamente masticados y bien ensalivados antes de
tragarlos.