El aparato digestivo humano evolucionó a partir de una dieta de frutas y sus
parientes cercanos, las nueces y las semillas. Es un hecho biológico que la
fruta fresca y los frutos secos contienen todos los minerales, vitaminas,
azúcares naturales y aminoácidos necesarios para la alimentación humana.
Algunos “expertos” siguen asegurando lo contrario, alegando que, dado que
las frutas contienen pocas proteínas per se, resultan por tanto
insuficientes para mantener la salud humana. Si bien es verdad que las
frutas contienen muy pocas moléculas de proteínas complejas completas, como
las que se hallan en la carne y los huevos, no es menos cierto que el
cuerpo no puede utilizar las proteínas complejas de la carne y los huevos.
Antes debe dedicar un tiempo considerable a digerir y fragmentar estas
proteínas, a fin de estructurar luego sus aminoácidos y para elaborar las
proteínas específicas que necesita el organismo humano. Las frutas frescas
y los frutos secos proporcionan estos elementos básicos en forma de
aminoácidos libres, así como todas las enzimas sinérgicas y vitaminas con
que se asocian, con lo cual ahorran al cuerpo todo el tiempo, energía y
esfuerzo digestivo que requieren las proteínas animales complejas.
Debido
a una ignorancia de la trofología y de los rudimentos de la nutrición, se ha
acusado injustamente a las frutas frescas de toda clase de crímenes
alimentarios. El “experto” en nutrición Dr. William Henry Potter, en su
libro Eating to Live Long, condenó las frutas como “uno de los más
perniciosos y reprensibles despropósitos dietéticos”, y el Dr. Percy Howe,
de la Universidad de Harvard, observó que la mayoría de la gente tiene
problemas para digerir las naranjas junto con las comidas, aunque también
advirtió que tales problemas desaparecían por completo cuando las naranjas
se comían separadamente.
Es cierto que muchas frutas
(especialmente los melones y las frutas acidas) causan trastornos
digestivos, fermentan en el estómago y proporcionan muy poco alimento
cuando son consumidas indiscriminadamente con otros alimentos
incompatibles. Pero cuando se comen solas y en suficiente cantidad, las
frutas frescas proporcionan todas las enzimas, vitaminas, aminoácidos y
energía que el cuerpo necesita para una salud y vitalidad óptimas. También
son sumamente depuradoras y desintoxicantes, siendo éste el motivo de que
mucha gente experimente diarreas y otras molestias durante las primeras
semanas de una dieta exclusivamente de frutas.
El culturista sueco Andreas
Cahling, ganador de los codiciados títulos de “Mister Europa” y “Míster
Universo”, es exclusivamente frugívoro. No come carne ni productos lácteos,
¡y ni siquiera cereales o verduras! Y aun así, su cuerpo es tan robusto y
su salud tan resistente como los de sus carnívoros competidores, que se
sienten en la necesidad de consumir cada día varias libras de carne,
docenas de huevos y litros de leche para acumular proteínas.
El mayor error que suele
cometerse al emprender una dieta exclusivamente de fruta es el de no comer
la suficiente cantidad. El segundo error consiste en desechar las partes más
nutritivas de la fruta. La fruta se compone principalmente de agua. Los
frugívoros como Andreas Cahling, por tanto, “liquidan” media docena de
plátanos o una docena de manzanas o hasta un par de kilos de uva de una
sentada. Y se comen siempre las fibras blancas entre los gajos de naranja,
los corazones de peras y manzanas y la piel de las uvas, porque son las
partes que contienen las enzimas más potentes y la mayor proporción de
aminoácidos. Las semillas, corazones y fibras de la fruta deben masticarse
bien, hasta darles una consistencia líquida.
La fruta proporciona sus
mejores beneficios nutritivos cuando se consume con el estómago vacío, pues
buena parte de ella pasa directamente al intestino delgado. Pero, a menos
que te alimentes únicamente de frutas y zumos de fruta, deberías usted su
consumo diario a una o dos comidas exclusivamente a base de frutas. El hecho
de comer fruta o beber zumo de fruta entre comidas a base de proteínas y
féculas puede inhibir considerablemente su digestión, porque el estómago aún
estará ocupado digiriendo las proteínas o los hidratos de carbono cuando
reciba la fruta. Asimismo, las frutas dulces y las ácidas deben comerse en
momentos separados, y no se ha de endulzar ninguna fruta con azúcar o miel,
porque los otros azúcares no combinan bien con la fruta.
Si tomas hidratos de carbono
para desayunar y proteínas para cenar, puedes prepararte un almuerzo muy
saludable a base únicamente de fruta fresca (y cruda, por supuesto). Esta
costumbre es particularmente beneficiosa para los comedores de carne, ya que
la comida a base de frutas proporciona enzimas activas, masa fibrosa fresca
y ácidos naturales que contribuyen a eliminar los subproductos de la
putrefacción del tracto intestinal y la corriente sanguínea. Como extensión
de esta comida diaria a base de fruta, puedes declarar un “día semanal de
la fruta” en el que te alimentarás exclusivamente de fruta fresca de la
mañana a la noche.
Todo esto es mucho más fácil
de poner en práctica de lo que parece. El mayor obstáculo no es
fisiológico, sino psicológico. Como Walter Bahegot observó en cierta
ocasión, “el dolor de una nueva idea es uno de los más intensos de la
naturaleza humana... Tus ideas favoritas pueden ser erróneas; tus más firmes
creencias, infundadas”. Y tus alimentos favoritos .pueden ser la causa
fundamental de tus peores problemas.
Es un hecho comprobado que a
la gente le resulta mucho más fácil creer una mentira que han oído repetir
mil veces que una verdad que nunca habían oído antes. Primero hay que
“desaprender” los vicios dietéticos arraigados desde la primera infancia, y
luego familiarizarse con los datos objetivos sobre la dieta y la nutrición.
Y para ello no hay que creer en la palabra de nadie. Si te limitas a
respetar las leyes de la Nauraleza y las normas de la trofología durante
unos pocos meses, tu propio cuerpo te proporcionará todas las pruebas
necesarias, y, a menos que no te importen nada tu salud y tu longevidad, no
tardarás en adoptar estos nuevos hábitos como una parte natural y permanente
de tu vida diaria.
El respeto a la ley natural no
exige una rigurosa mortificación ni aburrimiento culinario. Utilizando tu
imaginación y tus conocimientos de la trofología, te será fácil preparar
comidas compatibles, digeribles y nutritivas que resulten muy agradables al
paladar. Y, ¿qué problema representa el poner de vez en cuando en la mesa
algo de fruta fresca, frutos secos y semillas en lugar de cocinar un
revoltillo incompatible?
También, si dejas la despensa
vacía, estarás motivado para salir con más frecuencia a comprar productos
frescos y ricos en enzimas en lugar de recurrir a productos enlatados,
elaborados y refinados que no te proporcionan ningún alimento y provocan
numerosos trastornos en tu aparato digestivo.
Por otra parte, comer aun en
los más exóticos restaurantes no es ninguna excusa para cometer crímenes
culinarios contra tu organismo. Puedes encargar un menú perfectamente
equilibrado y trofológicamente compatible en casi cualquier restaurante que
prepare la comida al momento. Eso, desde luego, excluye a todos los
establecimientos de comidas rápidas, donde ésta se prepara con mucha
antelación a partir de productos elaborados. Pero en un restaurante
italiano puedes solicitar una buena comida a base de hidratos de carbono
compuesta por un plato de pasta con salsa de tomate (sin queso ni carne,
por favor) y complementada por una abundante ensalada vegetal.
En un restaurante
especializado en carnes puedes pedir un gran bistec, si te apetece, pero
prescinde del pan, solicita que te sirvan la carne muy poco hecha y
compleméntala con una ensalada del tiempo. Si te encuentras ante un gran
bufet cargado con toda clase de postres tentadores que sabes que no podrás
resistir tras los platos principales, pues prescinde de los platos
principales y cómete dos o tres postres, tras preparar tu estómago con las
enzimas y la fibra de una buena ensalada. Donde hay una voluntad, hay un
camino, y ahora que ya conoces el Camino, todo depende de tu voluntad de
recorrerlo.