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Aclaraciones sobre algunos puntos de este escrito.
La
enseñanza de los desvíos
A menudo, al peregrino se le plantea la posibilidad de desviarse del
camino para localizar en sus aledaños claves que complementarán su
búsqueda. Procura no pasarlas por alto, pues, generalmente, contienen
mensajes que esclarecen más de uno de los innumerables misterios que
tachonan la Ruta y encienden luces fundamentales en la conciencia del
caminante. Incluso hay ocasiones en que esos aparentes desvíos hacen
avanzar de manera fundamental en la iniciación espiritual que ofrece el
largo caminar hacia la meta.
Aprovechar las fuerzas telúricas
No faltan estudiosos que insisten, y no sin razón, en que muchos
monasterios y templos señeros del Camino se levantaban sobre lugares de
poder marcados por el cruce de corrientes energéticas de la Tierra. En
algunos casos, las columnas de ciertas criptas como la de Leyre cumplían
la función de agujas de una acupuntura terrestre, obrando, lo mismo que
los menhires de la prehistoria, como conductores de las energías
telúricas, para que éstas actuasen sobre quienes oraban o meditaban en
aquellos antros especialmente sagrados, buscando absorber la fuerza
espiritual que transmite la Madre Tierra a quienes saben buscarla y
aprovecharla.
Maestros pontífices y puentes iniciáticos
En el mundo de cantería compañeril de los constructores, los maestros más
estimados no eran los que proyectaban las catedrales, sino los que eran
capaces de construir puentes. Por eso se les llamaba pontífices: porque,
sobre la pura obra material, eran capaces de tender caminos entre este
lado de la vida y el otro, entre este mundo y el más allá. Por eso dicen
algunos que los puentes de aquel tiempo –observar atentamente el de Puente
de la Reina- conforman un doble camino, ascendente y penoso hasta la
mitad, descendente y glorioso al alcanzar la cima. Quien remonta uno de
esos puentes no logra ver nada del otro lado hasta que la ascensión ha
llegado a la cúspide. Entonces se abre para él la visión del otro lado, la
que le permite vislumbrar la gloria que ha merecido su simbólico
esfuerzo.
Fuego de San Antón
Conviene recordar que el fuego de San Antón estaba causado por una
intoxicación debida a la ingestión del cornezuelo de trigo y que este
hongo tiene fuertes propiedades alucinógenas que fueron utilizadas desde
muy antiguo como droga propiciadora de estados alterados de la conciencia.
Estudios relativamente recientes han probado que fue el producto utilizado
por los mystai de los misterios de Eleusis en las reuniones iniciáticas
secretas que tenían lugar al margen de las celebraciones multitudinarias
de los festejos públicos. El consumo de panecillos infectados por el hongo
transportaba a los iniciados a niveles superiores de percepción, durante
los cuales, según parece, entraban en trances que les permitían percibir y
comprender misterios imposibles de captar en estado normal.
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