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El huevo alquímico.
Este recipiente
hermético, dentro del cual ocurrirán a partir de ahora todas las
transformaciones cuyas fases son descritas más o menos alegóricamente en
todos los libros alquímicos (el Cuervo, el Rey y la Reina, el Hermafrodita,
la Rosa roja y la Rosa blanca...) es llamado por los alquimistas el "huevo
alquímico", "huevo cósmico" o "huevo filosofal", ya que, tratándose de un
recipiente herméticamente cerrado, en su interior se producirán toda la
serie de transmutaciones que, al igual que los cambios del embrión en el
interior de un huevo, darán nacimiento finalmente a la Piedra filosofal.
La
preparación, formación y "gestación" de este huevo alquímico es también
larga: puede durar meses, incluso años... y puede resultar también inútil.
En esta última fase de su trabajo, el alquimista debe poner un especial
cuidado y atención, ya que cualquier error puede dar al traste con una labor
de años. Su base de observación serán los cambios de color y apariencia de
la mezcla en el interior del recipiente (llamado también por algunos autores
cucúrbita, debido a su forma semejante a una calabaza), único modo de saber
si las cosas marchan bien o mal. Si las cosas marchan bien, el contenido del
Huevo adquirirá primero un color negro intenso, luego aparecerán en su
superficie unos corpúsculos, después adquirirá un color blanco, verde y
amarillo, "como la cola de un pavo real" (fase que es representada en los
grabados alquímicos precisamente con la figura de un pavo real con la cola
desplegada), y finalmente de un blanco deslumbrante. Este es el punto
culminante. A partir de aquí, la mezcla deberá teñirse de rojo, "un púrpura
tan hermoso que lo teñirá todo con su color y curará a su sola vista,
cualquier corazón enfermo". El proceso habrá terminado: la Piedra filosofal
será ya un hecho.
Si las cosas
van mal, en cambio, los signos serán distintos dentro del Huevo: aparecerá
un aceite rojizo flotando en la superficie de la mezcla, o el blanco
deslumbrante final pasará al rojo con demasiada rapidez, o su solidificación
será imperfecta, se fundirá como la cera al más débil calor. Entonces el
trabajo habrá sido en vano. Será preciso volver a abrir el recipiente,
intentar tratar la mezcla con agua mercurial, y volver a iniciar la
operación en espera de una mejor suerte.
"El huevo alquímico
fue otro de los simbolismos más usado por los alquimistas. De él dijo Miguel
Majer: "existe un pájaro que es más sublime que todos los otros. Preocupaos
únicamente de buscar su huevo, y al hallarlo, cortadlo con una espada
flamígea".
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