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EL SECRETO DE LA FELICIDAD
Todas las citas del espacio anterior son supuestos que no se han examinado y que
confundimos con la realidad. Son historias creadas por el ego para convencernos
de que no podemos estar en paz en el presente y tampoco ser nosotros mismos.
Estar en paz y ser quienes somos es lo mismo. El ego dice: quizás en un futuro
podré tener paz si tal o cual cosa sucede o si obtengo aquello o me convierto en
lo de más allá. También dice: no podré estar en paz jamás a causa de algo que
sucedió en el pasado. En general, todo el mundo cuenta la misma historia, "por
qué no puedo tener paz ahora". El ego no sabe que nuestra única oportunidad para
estar en paz es ahora. O quizás sí lo sabe pero teme que lo averigüemos. Después
de todo, la paz representa la aniquilación del ego.
¿Cómo podemos alcanzar la paz ahora? Haciendo las paces con el momento presente.
El momento presente es el campo en el cual transcurre el juego de la vida. No
puede ocurrir en ningún otro lugar. Una vez hechas las paces con el momento
presente, podemos ver lo que sucede, lo que podemos hacer o lo que optamos por
hacer, o más bien, lo que la vida hace a través de nosotros. Hay cinco palabras
en las cuales se encierra el secreto del arte de vivir, el secreto del éxito y
la felicidad: Ser uno con la vida. Ser uno con la vida significa ser Uno con el
Ahora. Entonces nos damos cuenta de que no vivimos la vida, sino que ésta nos
vive. La vida es la bailarina y nosotros somos la danza.
Al ego le encanta estar resentido con la realidad. ¿Qué es la realidad?
Cualquier cosa que es, lo que es. Buda la denominó tathata, el tal o cual de la
vida, es decir, nada más que el tal o cual de este momento. Oponerse a ese tal o
cual, a ese ser así de la vida es una de las principales características del
ego. Esa oposición crea la negatividad de la cual se alimenta el ego, la
infelicidad que tanto le gusta. De esta manera sufrimos y hacemos sufrir a los
demás sin siquiera saberlo, sin darnos cuenta de que estamos creando el infierno
en la tierra. Crear sufrimiento sin reconocerlo es la esencia de la vida
inconsciente y es estar completamente bajo el control del ego. La incapacidad
del ego para reconocerse y ver lo que hace es verdaderamente aterradora e
increíble. El ego hace exactamente lo que condena en los demás y ni siquiera se
da cuenta. Cuando se lo señala, recurre a la negación, la ira, los argumentos y
las justificaciones que distorsionan los hechos. Y todo el mundo lo hace, las
personas, las empresas y los gobiernos. Cuando todo lo demás falla, el ego
recurre a los gritos y hasta a la violencia física. ¡Que manden al ejército! Es
entonces cuando reconocemos la sabiduría de las palabras de Jesús en la cruz:
"Perdónalos porque no saben lo que hacen".
Para poner fin a la desgracia que se ha cernido sobre la condición humana
durante miles de años, debemos comenzar con nosotros mismos y asumir la
responsabilidad por nuestro estado interior en todo momento. Eso significa que
debe ser ahora mismo. Pregúntese si hay negatividad en su interior en este mismo
momento. Entonces preste atención a sus pensamientos y también a sus emociones.
Esté alerta a esa infelicidad latente a la cual me referí anteriormente, en
cualquiera de sus formas: descontento, nerviosismo, hastío, etcétera. Esté
alerta a los pensamientos que aparentemente justifican o explican esa
infelicidad pero que en realidad son los causantes de la misma. Tan pronto como
tome conciencia de un estado negativo en su interior no piense que ha fallado.
Significa que ha tenido éxito. Mientras no hay esa conciencia, prevalece la
identificación con los estados interiores, y esa identificación es el ego. Con
la consciencia se suspende la identificación con los pensamientos, las emociones
y las reacciones. Este estado no debe confundirse con la negación. Al
reconocerse los pensamientos, las emociones y las reacciones, se suspende
automáticamente esa identificación. Entonces cambia nuestro sentido de lo que
somos, nuestra sensación de ser: antes éramos pensamientos, emociones y
reacciones; ahora somos consciencia, la Presencia consciente que observa esos
estados.
"Un día me liberaré del ego". ¿Quién habla? El ego. Liberarse del ego realmente
no representa un gran esfuerzo. Lo único que se necesita es tomar conciencia de
los pensamientos y las emociones en el mismo momento en el que suceden. No se
trata realmente de "hacer", sino de "ver". En ese sentido, es cierto que no hay
nada que podamos hacer para liberarnos del ego. Cuando se produce el cambio de
pasar de pensar a observar, entra a operar en nuestras vidas una inteligencia
muy superior a la astucia del ego. Las emociones y hasta los pensamientos se
despersonalizan a través de la conciencia. Reconocemos su naturaleza impersonal.
Dejan de estar cargados del "yo". Son solamente emociones y pensamientos
humanos. Toda la historia personal, la cual no es más que un cuento, un paquete
de pensamientos y emociones, pasa a ocupar un lugar secundario y deja de ocupar
el primer lugar en la conciencia. Deja de ser la base de nuestro sentido de
identidad. Pasamos a ser la luz de la Presencia, la conciencia profunda que
existe antes que los pensamientos y las emociones.
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