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LIBRARSE DE
LAS AUTODEFINICIONES
Cuando las culturas tribales dieron paso a las civilizaciones antiguas se fueron
creando determinadas funciones para ciertas personas: gobernante, sacerdote o
sacerdotisa, guerrero, campesino, comerciante, artesano, trabajador, etcétera.
Se desarrolló un sistema de clases. La función para la cual generalmente se
nacía determinaba la identidad, determinaba lo que era la persona a los ojos de
los demás, lo mismo que a sus propios ojos. La función se convertía en un
personaje, pero no se la reconocía como tal: era la persona misma, o lo que ésta
pensaba que era. Solo unos pocos seres de ese tiempo, como Buda o Jesús,
reconocieron la absoluta irrelevancia de la casta o la clase social; la vieron
como la identificación con la forma y reconocieron que esa identificación con lo
condicionado y lo temporal impedía el paso de la luz de la esencia
incondicionada y eterna de cada ser humano.
En el mundo contemporáneo, las estructuras sociales son menos rígidas, menos
definidas de lo que eran antes. Claro está que aunque la mayoría de las personas
todavía están condicionadas por su entorno, ya no son asignadas automáticamente
a una función ni a una identidad. En efecto, en el mundo moderno cada vez es
mayor el número de personas confundidas acerca de su posición, su propósito y
hasta de lo que son.
Generalmente felicito a las personas que me dicen, "Ya no sé ni quién soy». Me
miran perplejas y preguntan, «¿acaso está diciendo que es bueno estar
confundido?" Entonces les pido que lo investiguen. ¿Qué significa estar
confundido? "No saber" no es confusión. La confusión es: "no sé, pero debería
saber" o "no sé, pero necesito saber". ¿Es posible deshacerse de la idea de que
uno debe o necesita saber quién es? En otras palabras, ¿es posible dejar de
buscar definiciones conceptuales para sentir que somos? ¿Es posible dejar de
buscar una identidad en el pensamiento? ¿Qué le pasa a la confusión cuando nos
deshacemos de la idea de que debemos o necesitamos saber quiénes somos?
Desaparece súbitamente.
Cuando aceptamos plenamente que no sabemos, entramos en un estado de paz y
claridad más parecido a lo que somos realmente de lo que podría ser el
pensamiento. Definirse a través del pensamiento es limitarse a sí mismo.
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