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EL EGO COLECTIVO
¡Qué difícil es vivir con uno mismo! Una de las salidas que busca el ego para
escapar de su insatisfacción del yo personal es agrandando y fortaleciendo su
sentido del ser mediante la identificación con un grupo: una nación, un partido
político, una empresa, una institución, una secta, un club, una pandilla, un
equipo de fútbol, etcétera.
En algunos casos, el ego personal parece disolverse por completo cuando la
persona dedica toda su vida a trabajar desinteresadamente por el bien colectivo
sin exigir retribuciones, reconocimiento o engrandecimiento personal. Qué alivio
deshacerse de la horrible carga del yo personal. Los miembros del grupo se
sienten felices y realizados, por arduo que sea su trabajo o por grandes que
sean sus sacrificios. Al parecer, logran trascender el ego. La pregunta es:
¿realmente se han liberado o simplemente el ego ha dejado de ser personal para
ser colectivo?
El ego colectivo manifiesta las mismas características del ego personal, como la
necesidad de tener conflictos y enemigos, la necesidad de tener más, la
necesidad de tener la razón para que otros estén equivocados, y así
sucesivamente. Tarde o temprano, la colectividad entra en conflicto con otras
colectividades porque es algo que anhela inconscientemente y porqué necesita la
oposición para definir sus límites y, por ende, su identidad. Sus miembros
experimentarán entonces el sufrimiento que se desprende inevitablemente como
consecuencia de toda acción motivada por el ego. En ese momento, es probable que
despierten y se den cuenta del fuerte elemento de locura presente en su
colectividad.
En un principio puede ser duro despertar súbitamente y reconocer que la
colectividad con la cual nos habíamos identificado y para la cual trabajábamos
en realidad estaba demente. En ese momento, algunas personas se tornan
indiferentes o amargadas y, de ahí en adelante, niegan todos los valores, toda
la valía. Esto significa que adoptaron rápidamente otro sistema de creencias tan
pronto como reconocieron que el anterior era una falacia y que por esa razón se
desplomó. No enfrentaron la muerte de su ego sino que huyeron para reencarnar en
uno nuevo.
El ego colectivo generalmente es más inconsciente que los individuos que lo
componen. Por ejemplo, las multitudes (entidades egotistas colectivas
temporales) son capaces de cometer unos actos atroces que el individuo, separado
de la turba, no cometería. No es raro ver cómo las naciones asumen
comportamientos que podrían reconocerse inmediatamente como una psicopatía a
nivel individual.
A medida que vaya aflorando la nueva conciencia, algunas personas sentirán la
necesidad de formar grupos para reflejar la conciencia iluminada. Esos grupos no
serán egos colectivos porque sus integrantes no sentirán la necesidad de definir
su identidad a través de ellos. Ya no buscarán la forma para definir lo que son.
Aunque los integrantes de esos grupos no se hayan liberado completamente del
ego, habrá suficiente conciencia en ellos para reconocer el ego en sí mismos y
en los demás, tan pronto como éste trate de aflorar. Sin embargo, es preciso
mantener un estado de alerta porque el ego intentará asumir el control y
entronizarse a como dé lugar. Uno de los principales propósitos de estos grupos,
trátese de empresas iluminadas, organizaciones de caridad, escuelas o
comunidades, será disolver el ego humano exponiéndolo a la luz de la conciencia.
Los grupos iluminados desempeñarán una función importante en el surgimiento de
la nueva conciencia. Así como las colectividades egotistas nos empujan hacia la
inconciencia y el sufrimiento, el grupo iluminado podrá ser un manantial de
conciencia destinado a acelerar el cambio planetario.
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