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DEJAR QUE DISMINUYA EL EGO
El ego siempre está en guardia contra cualquier posibilidad de verse disminuido.
Los mecanismos de reparación se activan automáticamente para restablecer la
forma mental del "yo". Cuando alguien me culpa o me critica, el ego lo
interpreta como una disminución del yo y trata inmediatamente de reparar esa
disminución mediante la justificación, la defensa o la culpa. El que la otra
persona tenga la razón o no lo tiene sin cuidado. El ego está mucho más
interesado en su conservación que en la verdad. Es la conservación de la forma
psicológica del "yo". Algo tan normal como responder a gritos al conductor que
nos insulta es un mecanismo automático e inconsciente de reparación del ego. Uno
de los mecanismos de reparación más comunes es la ira, la cual infla al ego
enormemente, aunque por un breve período. Todos los mecanismos de reparación son
perfectamente lógicos para el ego, aunque son disfuncionales en la realidad. Los
más extremos son la violencia física y el autoengaño expresado en fantasías de
grandeza.
Una práctica espiritual muy poderosa consiste en permitir la disminución del ego
cuando sucede, sin tratar de restaurarlo. Le recomiendo hacer el experimento de
vez en cuando. Por ejemplo, cuando alguien lo critique, lo culpe o lo ofenda, en
lugar de replicar y defenderse inmediatamente, no haga nada. Permita que su amor
propio se quede disminuido y tome conciencia de lo que siente en su interior. Es
probable que se sienta incómodo durante algunos segundos, como si se hubiera
empequeñecido. Después sentirá que se amplía su espacio interno y que está
intensamente vivo. No habrá menguado en lo absoluto. En realidad se habrá
expandido. Entonces quizás reconozca algo asombroso: cuando se sienta disminuido
de alguna manera y se abstenga de reaccionar, no sólo externamente sino también
internamente, se dará cuenta de que nada ha menguado realmente, que al ser
"menos" se convierte en más. Cuando opta por no defender o fortalecer su forma,
deja de identificarse con ella, con su imagen mental. Al ser menos (a los ojos
del ego), en efecto se produce una expansión y se genera el espacio para que el
Ser pueda manifestarse. El verdadero poder, lo que usted es más allá de la
forma, podrá brillar a través de la forma aparentemente debilitada. Fue lo que
quiso decir Jesús con su frase, "Niégate a ti mismo" o "Pon la otra mejilla".
Claro está que eso no significa invitar al abuso o convertirse en víctima de las
personas inconscientes. Algunas veces será necesario exigirle al otro con mucha
firmeza que "tenga cuidado".
Pero las palabras tendrán el poder que se obtiene cuando no hay defensividad del
ego, cuando están privadas de la fuerza de la reacción. De ser necesario,
podremos dar un "no" firme y contundente, pero un "no de alta calidad" carente
de toda negatividad.
Cuando nos sentimos satisfechos de no ser nadie en particular, contentos con no
sobresalir, entramos en consonancia con el poder del universo. Lo que parece
debilidad para el ego es en realidad la única fortaleza verdadera. La verdad del
espíritu es diametralmente opuesta a los valores de nuestra cultura
contemporánea y la forma como ésta condiciona el comportamiento de las personas.
En lugar de tratar de ser una montaña, enseña el antiguo Tao Te Ching, "seamos
el valle del universo". De esta forma, volvemos a la unicidad y "todas las cosas
vendrán a ti".
Asimismo enseñó Jesús en una de sus parábolas, "cuando te inviten, siéntate en
el lugar más humilde de manera que, cuando llegue tu anfitrión, pueda invitarte
a ocupar un mejor lugar. Entonces serás honrado en presencia de todos los que
comparten la mesa contigo. Porque aquel que se ensalza será humillado y el que
se humilla será ensalzado".
Otro aspecto de esta práctica es abstenerse de fortalecer el yo evitando
alardear, o querer sobresalir, ser especial, dejar una impresión o exigir
atención. Puede implicar abstenerse de expresar una opinión cuando todos los
demás expresan la suya. Ensaye a hacerlo para ver cómo se siente.
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