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LA CONCIENCIA DEL CUERPO INTERIOR
Otra forma fácil pero muy eficaz de descubrir el espacio en la vida se relaciona
estrechamente con la respiración. Verá que al sentir el flujo sutil del aire que
entra y sale del cuerpo, lo mismo que el movimiento suave del pecho y el
abdomen, toma también conciencia del cuerpo interior. De esa forma, podrá pasar
su atención a esa sensación de vida difundida por todo el cuerpo.
La mayoría de las personas viven tan distraídas con sus pensamientos, tan
identificadas con la voz de la mente, que no logran sentir la corriente de vida
que las anima. El hecho de no poder sentir la vida que anima el cuerpo físico,
la vida que somos en esencia, es la mayor privación que nos puede suceder.
Entonces comenzamos a buscar sustitutos no solamente para el estado natural de
bienestar, sino también algo para sofocar la inquietud continua que nos atrapa
cuando no estamos en contacto con la corriente vivificante siempre presente pero
ignorada. Algunos de los sustitutos son el estado de euforia producido por las
drogas, el exceso de estímulos sensoriales como la música fuerte, las
actividades peligrosas o de alto riesgo, o una obsesión por el sexo. Hasta el
drama en las relaciones sirve de reemplazo para esa sensación de vida.
El disfraz más perseguido para tapar la inquietud subyacente es el de las
relaciones íntimas: el hombre o la mujer que "me hará feliz". Pero claro está
que también es una de las desilusiones más frecuentes. Y cuando la inquietud
emerge nuevamente, la persona tiende a culpar a su pareja.
Respire dos o tres veces con plena conciencia. Trate de percibir la sutil
corriente de vida que invade todo su cuerpo interior. ¿Puede sentir su cuerpo
desde adentro, por así decirlo? Deténgase brevemente en partes específicas de su
cuerpo. Sientas las manos, después, los brazos, las piernas, los pies. ¿Siente
el abdomen, el pecho, el cuerpo y la cabeza? ¿Y los labios? ¿Hay vida en ellos?
Después tome conciencia nuevamente del cuerpo interior en su totalidad. Al
principio puede hacerlo con los ojos cerrados, y una vez que aprenda a sentir el
cuerpo, abra los ojos, mire a su alrededor y continúe sintiendo el cuerpo
simultáneamente. Algunos navegantes quizás no sientan la necesidad de cerrar los
ojos; podrán sentir su cuerpo interior mientras leen estas palabras.
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