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LO BUENO Y LO MALO. EL BIEN Y EL MAL
En algún momento de la vida, la mayoría de las personas se dan cuenta de que no
solamente nacen, crecen, tienen éxito, buena salud, placeres y victorias, sino
de que también hay pérdidas, fracasos, envejecimiento, deterioro, sufrimiento y
muerte. En términos convencionales se habla de lo bueno y lo malo, del orden y
el desorden. Las personas suelen asociar el "significado" de la vida con lo
"bueno", pero lo bueno permanece bajo la amenaza constante del colapso, la
descomposición y el desorden. Es la amenaza de lo ilógico, de lo "malo", cuando
las explicaciones fallan y la vida deja de tener sentido. Tarde o temprano, el
desorden irrumpe en la vida de todo el mundo, independientemente del número de
pólizas de seguro que se tengan. Puede asumir la forma de una pérdida, un
accidente, una enfermedad, la invalidez, la vejez y la muerte. Sin embargo, la
llegada del desorden a la vida de una persona con el consiguiente colapso del
significado definido por la mente, puede constituir la puerta de entrada a un
orden superior.
"La sabiduría de este mundo es necedad ante Dios", dice la Biblia. ¿Cuál es la
sabiduría de este mundo? El movimiento del pensamiento, y el significado
definido exclusivamente a través del pensamiento.
El pensamiento aísla las situaciones y los sucesos y los califica de buenos o
malos, como si existieran por separado. La realidad termina fragmentada a base
de depender excesivamente del pensamiento. Esta fragmentación, si bien es una
ilusión, parece muy real mientras estamos atrapados en ella. Sin embargo, el
universo es un todo indivisible en el cual todas las cosas están interconectadas
y donde nada puede existir aisladamente.
La profunda interconexión entre todas las cosas y todos los sucesos implica que
las etiquetas mentales de "bueno" y "malo" no son más que ilusiones. Siempre
implican una perspectiva limitada, de tal manera que son verdaderos solamente de
manera relativa y temporal. Así lo ilustra la historia de un sabio que se ganó
un automóvil costoso en una lotería. La familia y los amigos se alegraron mucho
por él y quisieron celebrar. "¿No es maravilloso?" exclamaron. "¡Eres tan
afortunado!" El hombre sonrió y dijo, "Puede ser". Durante algunas semanas
disfrutó su automóvil hasta que, un buen día, un conductor ebrio chocó contra él
en una esquina y el hombre terminó herido en el hospital. Los familiares y
amigos acudieron a verlo y le dijeron, "Qué mala suerte". Nuevamente, el hombre
sonrió y dijo, "Puede ser". Mientras estaba en el hospital, hubo un
deslizamiento de tierra y su casa cayó en el océano. Nuevamente, los amigos
fueron a verlo al día siguiente y exclamaron, "Qué suerte tan grande que
hubieras estado aquí en el hospital". Su respuesta fue la misma: "Puede ser".
Ese "Puede ser" del hombre sabio representa la renuencia a juzgar cualquier cosa
que pueda suceder. En lugar de juzgarla, la acepta por lo que es, de manera que
entra a estar conscientemente en consonancia con el orden superior. Sabe que
muchas veces es imposible para la mente comprender el lugar o el propósito de un
suceso aparentemente aleatorio en la trama de la totalidad. Pero no hay sucesos
aleatorios ni cosas que existan aisladamente por sí solas. Los átomos que
componen nuestro cuerpo se forjaron en algún momento dentro de las estrellas y
las causas del suceso más insignificante son virtualmente infinitas y están
conectadas con el todo de manera que escapa a toda comprensión. Si quisiéramos
devolvernos a encontrar la causa de cualquier suceso, tendríamos que remontarnos
hasta el comienzo de la creación. El cosmos no es caótico. La palabra "cosmos"
en sí significa orden. Pero no es un orden comprensible para la mente humana,
aunque sí es posible vislumbrarlo a veces.
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