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DEFINICIONES DEL SEXO, DE LA VIRTUD Y DEL VICIO
Cósmicamente hablando, sexo es una palabra breve que expresa la relación
existente (durante la manifestación) entre espíritu y materia, entre vida y
forma. En último análisis, es una expresión de la Ley de Atracción; ley
fundamental que subyace en toda manifestación de la vida en la forma, causa de
toda aparición fenoménica. Hablando desde el punto de vista humano o físico,
sexo es una palabra empleada para significar la relación que existe entre el
hombre y la mujer, y cuyo resultado es la reproducción de la especie. Hablando
en términos modernos empleados por las personas irreflexivas y vulgares, sexo es
una palabra que significa la agradable satisfacción de los impulsos animales a
cualquier precio, y sin ninguna regulación rítmica.
Sexo
expresa esencialmente la dualidad y la división de la unidad en dos aspectos o
mitades. Podemos denominarlos espíritu y materia, masculino y femenino, positivo
y negativo; corresponden a una etapa en la escala evolutiva hacia la unificación
final, o la homosexualidad, que no tiene ninguna relación con esa perversión que
tan incorrectamente se denomina hoy "homosexualidad", cuya expresión prevalece
en la actualidad en un concepto mental y moderno del fenómeno, pero es muy rara
la persona que realmente contenga en sí los dos sexos y pueda fisiológica y
mentalmente "satisfacerse, sostenerse y propagarse a sí misma". En el transcurso
de las épocas ha surgido esporádicamente el verdadero homosexual como la
garantía de una remota realización racial evolutiva, cuando haya transcurrido el
ciclo mundial y las dos mitades se fusionen nuevamente en una unidad esencial.
En lo
antedicho no aludo a la doctrina de almas gemelas, o a la perversión de la
realidad como se comprende hoy. Me refiero al hermafrodita divino, al verdadero
hombre andrógino y al ser humano perfecto. Pero la palabra ha sido desfigurada
en su verdadero significado y se ha aplicado en nueve de cada diez casos
(podríamos decir en noventa y nueve de cada cien) a cierto tipo de perversión
mental y a una distorsionada actitud de la mente, la cual frecuentemente da por
resultado reacciones y prácticas físicas que son —en su manifestación— tan
antiguas que por su misma antigüedad refutan la idea de que tal actitud indica
un paso adelante en el sendero del progreso. Lo que en realidad indica es un
punto de retroceso, un retornar a un antiguo ritmo y reasumir antiguas
prácticas.
Dichas perversiones aparecen cada vez que se desmorona una civilización y el
antiguo orden es reemplazado por el nuevo. ¿Por qué sucede esto? Porque los
nuevos impulsos afluyen sobre lo antiguo y el impacto de las nuevas fuerzas
sobre la humanidad despierta en el hombre el deseo de aquello que para él es un
nuevo e inexperimentado campo de expresión y lo que es poco común y
frecuentemente anormal. Por eso las mentes débiles sucumben al impulso, y las
almas fuertes e investigadoras son víctimas de su propia naturaleza inferior y
se dedican a investigaciones ilícitas. Debido a estas nuevas energías tenemos un
progreso definido hacia nuevos e inexplorados reinos espirituales, pero al mismo
tiempo se hacen experimentos en el reino del deseo físico, que no es la línea de
progreso que corresponde a la humanidad.
A medida que el mundo de las formas responde cíclicamente, la afluencia de las
energías superiores y su efecto estimula todas las partes y aspectos de la vida
de la forma, estímulo que producirá resultados buenos y malos. Momentáneamente
emergerá el mal como también la eterna rectitud. Si el efecto del impacto de
estas energías produce reacciones materiales y si el hombre presenta su interés
por lo material, entonces domina la naturaleza forma y no la divina. Si la
energía es prostituida para fines materiales, por ejemplo, las relaciones
sexuales en el plano físico para fines estrictamente comerciales, trae como
resultado el mal. Pero debe recordarse que la misma energía divina que actúa en
el reino del amor fraternal, produce sólo el bien. Ilustraré esto de dos
maneras, y ambas explicarán el actual despliegue de la sexualidad y el interés
que despierta este tema.
Vivimos hoy en un período de la historia mundial donde tienen lugar tres
acontecimientos importantes, que por lo general no son observados ni
comprendidos por la mayoría de las personas.
El séptimo rayo de la ley y el orden, está entrando en manifestación y estamos
pasando a un nuevo signo del zodíaco, siendo inminente "la venida del Cristo".
Estos tres grandes acontecimientos son la causa de la mayoría de las
dificultades y del caos actuales y al mismo tiempo responsables de la
orientación universal hacia las realidades espirituales que todos los verdaderos
trabajadores actualmente reconocen, de la acrecentada comprensión, de los
movimientos de beneficencia y de la tendencia a la colaboración, a la
unificación religiosa y al internacionalismo. Los distintos tipos de energía que
han estado latentes adquieren hoy mayor potencia. La consiguiente reacción
mundial es materialista en sus etapas iniciales, y en sus etapas finales se
manifestarán las cualidades divinas y cambiarán la historia y la civilización.
El
interés demostrado hoy por los llamados rayos cósmicos evidencian el
reconocimiento de las nuevas energías entrantes del séptimo rayo. Estos rayos
que afluyen a través del centro sacro del cuerpo etérico planetario afectan
lógicamente los centros sacros de la humanidad, de allí que la vida sexual del
género humano está súper excitada momentáneamente, y a ello se debe además, el
excesivo énfasis puesto sobre el sexo; también (esto debe recordarse) el agudo
impulso que ahora se expresa en forma mental, llevará al hombre en su
oportunidad a pensar y solucionar cabalmente el problema del sexo.
La entrada de la era acuariana también estimula en los hombres un espíritu de
universalidad y una tendencia hacia la fusión. Ya puede observarse la actual
tendencia hacia la síntesis en el comercio, la religión y la política, y también
en el impulso hacia la unión, y en otras uniones hacia la comprensión y
tolerancia religiosas. Pero estas influencias que actúan sobre los cuerpos
sensorios de las personas aún no desarrolladas y excesivamente síquicas,
conducen a la morbosa tendencia de unirse lícita o ilícitamente; producen una
extrema aptitud para las relaciones sexuales en sus diversas prácticas y las
relaciones y fusiones que no están en la línea designada o evolutiva y,
frecuentemente, ultrajan las leyes de la naturaleza misma. La energía es algo
impersonal y tiene un doble efecto que varía según el tipo de la sustancia sobre
la cual actúa.
El entrante séptimo rayo expresa el poder de organización, la capacidad de
integrar y llevar a la relación sintética los grandes pares de opuestos a fin de
producir nuevas formas de manifestación espiritual, y también nuevas formas que,
desde el punto de vista del espíritu, pueden ser consideradas como un mal
material. Este gran impulso traerá a la luz del día todo lo que está revestido
de materia y, oportunamente, conducirá a la revelación del espíritu y de la
gloria oculta, cuando se haya purificado y santificado lo que ha sido revelado
de la forma material. A esto se refería el Cristo cuando profetizaba que al
final de la era las cosas ocultas serían esclarecidas y los secretos proclamados
desde los tejados.
Por medio de esta revelación, tanto en la familia humana como en otros aspectos
de la naturaleza, se desarrollará el poder del pensamiento. Esto se logrará
desarrollando la facultad de la discriminación, que permitirá al hombre elegir y
desarrollar el verdadero sentido de los valores. Los cánones falsos y verdaderos
aparecerán en la conciencia de los hombres y se seleccionará aquello que sentará
las bases para un nuevo orden, que introducirá la nueva raza con sus nuevas
leyes y nuevos acercamientos, establecerá la nueva religión del amor y la
hermandad y también ese período en que el grupo y el bien grupal serán la tónica
predominante. Entonces la separatividad y el odio se desvanecerán y los hombres
se fusionarán en verdadera unión.
También debe considerarse el tercer factor, la venida de Cristo, según se la
denomina. En todas partes subsiste la expectativa y la demanda por una
manifestación o acontecimiento simbólico, denominado con distintos nombres, pero
se refiere generalmente al advenimiento de Cristo. Como bien sabes, puede ser un
advenimiento físico, como lo hizo en Palestina, o expresarse como definida
influencia ejercida sobre sus seguidores por el Gran Señor de Vida, influencia
que evocará respuesta de quienes en una forma u otra han despertado
espiritualmente; quizás podría ser en forma de una grandiosa afluencia del
principio crístico, la vida y el amor crísticos, actuando sobre la familia
humana.
Tal vez
estas tres posibilidades ocurran muy pronto y simultáneamente en nuestro
planeta. No podemos afirmarlo. Nos corresponde estar preparados y trabajar en la
preparación del mundo para esa significativa serie de acontecimientos. El futuro
inmediato lo demostrará. Sin embargo, deseo señalar que la afluencia del
crístico espíritu del amor (venga por intermedio de una Persona en forma
corpórea, o de Su Presencia presentida y comprendida) también tendrá un doble
efecto.
Lo que he dicho es algo insólito para los irreflexivos y los que carecen de
lógica. Se estimulará tanto al hombre bueno como al malo, y se despertará y
fomentará tanto el deseo material como la aspiración espiritual. Los hechos
probarán la verdad de que un jardín bien fertilizado y cuidado y una tierra bien
regada cosecharán malezas lo mismo que flores. Sin embargo, en este hecho
tenemos dos reacciones distintas provocadas por el mismo sol, la misma agua, el
mismo agente fertilizador y el mismo cuidado. La diferencia reside en las
semillas sobre las cuales estos factores actúan.
La
afluencia del amor estimulará tanto el amor como el deseo terrenales y la
lujuria animal; fomentará el impulso de adquirir posesiones materiales, con
todas sus consecuencias malignas, el consiguiente acrecentamiento de las
reacciones sexuales y las diversas expresiones de un mecanismo mal regulado que
responde a una fuerza impersonal. También producirá el acrecentamiento del amor
fraternal, fomentará el desarrollo y la expresión de la conciencia grupal y la
comprensión universal, introducirá una nueva y poderosa tendencia hacia la
fusión, la unificación y la síntesis. Todo esto se llevará a cabo por medio de
la humanidad y el espíritu crístico. El amor de Cristo se derramará
constantemente sobre la tierra, y su influencia será cada vez más fuerte durante
los siglos venideros; al finalizar la era acuariana y mediante el trabajo del
séptimo rayo (que permite que los pares de opuestos colaboren más
estrechamente), podremos esperar la "Resurrección de Lázaro de entre los
muertos” y el surgimiento de la humanidad de la tumba de la materia. La
divinidad oculta será revelada. Todas las formas estarán bajo la influencia del
espíritu crístico, y tendrá lugar la culminación del amor.
Debido a las tres causas expuestas existe actualmente un interés mundial por las
cuestiones sexuales, lo cual como consecuencia natural, conduce a dos cosas:
Primero, se producirá una irrupción en todo el mundo y principalmente en
nuestras grandes poblaciones, de crecientes relaciones sexuales, lo cual se
destacará porque no habrá un correspondiente aumento de la población, debido a
que la moderna comprensión de los métodos para controlar la natalidad y el
acrecentado enfoque mental o la polarización de la raza, conducirán a la
esterilidad y también a una reducción de la familia.
Segundo, habrá una reorganización de las ideas raciales respecto al matrimonio y
a las relaciones sexuales, debido al derrumbe de nuestra actual situación
económica, al difundido interés por la salubridad médica (algo que hasta ahora
estaba limitado a los especialistas), al reconocimiento general de las
diferentes costumbres matrimoniales en las naciones occidentales y orientales,
que han provocado una controversia general, y a la falta de una estructura legal
que proteja a las familias e interprete satisfactoriamente las relaciones
humanas.
Partiendo de estos debates e intereses universales trabajaremos para obtener una
solución y un objetivo que aún se halla en los niveles abstractos de la mente y
en el mundo de las ideas. Los pensadores más avanzados de la raza presienten
sólo vaga y nebulosamente cuáles serán dichos ideales ocultos.
La cuestión en debate no es primordialmente religiosa a no ser que las
relaciones sociales se consideren básicamente relaciones divinas. Esto es
fundamental en su significado, y cuando se resuelva veremos el establecimiento
de la igualdad entre los sexos, la eliminación de las barreras que existen
actualmente entre los hombres y las mujeres y la protección de la familia,
involucrando por lo tanto la protección del niño, a fin de proporcionarle las
cosas esenciales para el correcto desarrollo físico y la verdadera educación, lo
que conducirá a desarrollar en forma sensata la naturaleza emocional y mental, y
le permitirá así servir a su raza, a su época y a su grupo lo mejor posible.
Este ha sido siempre el ideal, pero nunca se ha realizado satisfactoriamente.
La
solución del problema sexual liberará las mentes humanas de la inhibición y de
la indebida preocupación, produciendo así esa liberación mental que aceptará la
afluencia de nuevas ideas y conceptos. Descubriremos que la virtud y el vicio no
tienen nada que ver con la capacidad o incapacidad de obedecer las leyes
dictadas por los hombres, sino con la actitud del hombre hacia sí mismo y sus
relaciones sociales para con Dios y sus semejante. La virtud es la expresión en
el hombre del espíritu de colaboración hacia sus hermanos, en forma altruista,
comprensiva y con total olvido de sí mismo. El vicio es la negación de dicha
actitud. Ambas palabras significan simplemente perfección e imperfección,
conformidad con la divina norma de la hermandad o fracaso en alcanzar tal norma.
Las normas son muy variables y cambian de acuerdo a cómo progresa el hombre
hacia la divinidad. Varían de acuerdo al destino del hombre al ser afectado por
su época y según la etapa de desarrollo evolutivo y tiempo, naturaleza y medio
ambiente. La norma para llegar a la meta no es la misma de hace mil años ni la
que será dentro de mil.
Sin embargo, ningún período histórico del mundo ha sido tan crítico como el
actual, porque -aparte del gran ciclo de oportunidad al que me he referido- la
humanidad ha alcanzado una excepcional realización. Por primera vez en la
historia racial tenemos la expresión del verdadero ser humano, el hombre tal
como esencialmente es y también una personalidad integrada, funcionando como una
unidad, y la mente y la naturaleza emocional fusionadas y mezcladas, en un
sentido, con el cuerpo físico y en otro con el alma. Además ya se ha producido
el cambio de énfasis de la vida física a la vida mental y en un número creciente
de casos a la vida espiritual. Si lo que he expuesto es cierto, no hay razón
para sentirse desalentado. Existe ya una amplia y verdadera "elevación del
corazón hacia el Señor" y un volver insistentemente la mirada al mundo de los
valores espirituales, de allí las dificultades actuales.
Al margen de la entrada de la nueva era, de la afluencia del espíritu crístico,
con su poder transformador y su fuerza regeneradora, y del retorno cíclico de
las energías de séptimo rayo, tenemos al género humano en tal condición que la
respuesta a las más puras y espirituales energías y a las nuevas oportunidades
es, por primera vez, adecuada y sintética. Esta es la razón de por qué se
acrecienta el problema. He aquí el gran día de la oportunidad. De allí el
milagro de la aurora que está despuntando en el Este.
***
Quisiera
encarar ahora el problema del sexo desde otro ángulo y advertir que es un
símbolo básico. Como bien sabemos, un símbolo es un signo externo y visible de
una realidad interna y espiritual. ¿Qué es esta realidad interna? Es ante todo
la realidad de la relación, la relación que existe entre los fundamentales pares
de opuestos Padre-Madre, espíritu-materia, positivo-negativo, vida-forma y entre
las grandes dualidades que —cuando se unen en sentido cósmico— producen al hijo
de Dios manifestado, el Cristo cósmico, el universo consciente y sensible. En el
Evangelio tenemos el símbolo dramático de esta relación, y el Cristo histórico
es la garantía de su veracidad y realidad. El Cristo nos garantiza la realidad
del significado interno y de la verdadera base espiritual de todo lo que es y
siempre será. Debido a la relación que existe entre la luz y la oscuridad, lo
invisible se hace visible, por lo cual podemos ver y conocer. El Cristo reveló
como luz del mundo esa realidad. Desde la oscuridad de los tiempos Dios habló, y
se reveló la Paternidad de la Deidad.
El drama de la creación y la historia de la revelación están descritas, si sólo
pudiéramos ver e interpretar los hechos con exactitud espiritual, en la relación
de los dos sexos y en la realidad de la cópula. Cuando tal relación ya no sea
estrictamente física, sino la unión de dos mitades en los tres planos -físico,
emocional, mental- entonces tendremos la solución del problema sexual y la
restitución de la relación marital al lugar designado en la Mente de Dios. En la
actualidad significa la unión de dos cuerpos físicos. A veces es la unión de las
naturalezas emocionales de dos personas. Rara vez se unen dos mentes. Otras es
la unión de dos cuerpos físicos donde una de las partes permanece fría, impávida
y desinteresada, pero responde y participa el cuerpo emocional. A veces se halla
implícito el cuerpo mental con el cuerpo físico y no participa la naturaleza
emocional. Raras, pero muy raras veces, encontramos en las dos partes la fusión
coordinadora y colaboradora de las tres partes de la personalidad, implicadas en
una auténtica unión. Cuando esto sucede existe la verdadera unión, el verdadero
matrimonio y la fusión de los dos en uno.
Por esta razón han errado el camino muchas escuelas esotéricas que sostienen la
errónea idea de que una unión de esta naturaleza es esencial para la liberación
espiritual, y que sin ella el alma queda aprisionada. Enseñan que mediante la
unión matrimonial se logra la unificación con el alma y que no puede haber
liberación espiritual sin efectuar dicha unión. Pero en realidad, la unificación
con el alma es una experiencia individual interna que da por resultado la
expansión de conciencia, a fin de que lo individual y lo específico se unifiquen
con lo general y lo universal. Sin embargo, detrás de la interpretación errónea
reside la verdad.
Cuando se llegue a realizar el verdadero matrimonio y existan las relaciones
sexuales ideales en los tres planos, entonces tendremos las condiciones
adecuadas y se proporcionará a las almas las formas necesarias para encarnar.
Entonces los hijos de Dios hallarán formas para manifestarse en la tierra. Según
el alcance del contacto matrimonial (si se puede emplear este tipo de palabra,
poco común), así será el tipo de ser humano traído a la encarnación. Si los
padres son puramente físicos y emocionales, también lo será el niño. Y así se
determina el término medio general. El actual mundo de los hombres está
conquistando rápidamente una elevada etapa evolutiva. De allí la insatisfacción
que existe sobre los actuales puntos de vista respecto al matrimonio, paso
preliminar para la enunciación de ciertos principios ocultos que eventualmente
regirán las relaciones entre los sexos y proporcionarán, como consecuencia, la
oportunidad ofrecida a los hombres y mujeres de proporcionar, mediante el acto
creador, los cuerpos necesarios para los discípulos e iniciados.
El símbolo del sexo expresa también la realidad del amor. En verdad el amor
significa relación, pero la palabra amor (igual que la palabra sexo) se utilizan
irreflexivamente y sin preocuparse de su verdadero significado. Amor y sexo
fundamentalmente son una misma cosa, porque ambos expresan el significado de la
Ley de Atracción. Amor es sexo y sexo es amor, porque en ambas palabras están
igualmente representadas la relación, la interacción y la unión entre Dios y Su
universo, el hombre y Dios, el hombre y su propia alma y entre el hombre y la
mujer. Así se pone de relieve el móvil y la relación. Pero el resultado impulsor
de esa relación es la creación y la manifestación de la forma a través de la
cual la divinidad puede expresarse y llegar a ser. El espíritu y la materia se
unieron y vino a la existencia el universo manifestado. El amor es siempre
productivo y la Ley de Atracción es fructífera. El hombre y Dios se unieron bajo
la misma gran ley y nació el Cristo, demostración y garantía de la realidad de
la divinidad humana. El hombre individual y su alma también están tratando de
unirse, y cuando esta unión se realice el Cristo nacerá en la caverna del
corazón y se verá cómo se acrecienta Su poder en la vida diaria. Por lo tanto,
el hombre muere diariamente a fin de que Cristo pueda ser visto en toda Su
gloria. El sexo es el símbolo de todas estas maravillas.
***
También
en el hombre tiene lugar el drama del sexo, pues dos veces en su cuerpo, en su
personalidad, tiene lugar el proceso de unión y fusión. Me referiré brevemente a
ambos acontecimientos simbólicos, a fin de que la admirable historia del sexo
pueda ser comprendida por los estudiantes esoteristas en todo su sentido
espiritual.
Como ya sabes, el hombre es la expresión de energías, energías que impulsan al
hombre físico a la actividad mediante ciertos centros de fuerza del cuerpo
etérico, los cuales, para nuestro propósito inmediato, pueden clasificarse en
tres centros abajo del diafragma y cuatro arriba.
I. Abajo del diafragma:
1. La base de la columna vertebral.
2. El centro sacro.
3. El plexo solar.
II. Arriba del diafragma:
1. El centro cardíaco.
2. El centro laríngeo.
3. El centro entre las cejes, el ajna.
4. El centro coronario.
Sabemos que han tenido lugar dos fusiones y en ambas tenemos dos actuaciones del
proceso sexual simbólico, y dos acontecimientos simbólicos que exteriorizan un
acontecimiento espiritual y le presentan al hombre su meta espiritual y el gran
objetivo de Dios en el proceso evolutivo.
Primero, las energías que están abajo del diafragma. Sobre el proceso y las
reglas para realizarlo no podemos ocuparnos aquí, excepto en un caso, elevar la
energía del centro sacro al centro laríngeo, o trasmutar el proceso de
reproducción o creación física, en el proceso creador del artista en algún campo
de expresión creadora. Mediante la unión de las energías de estos dos centros
llegaremos a una etapa evolutiva en la que se tendrán hijos que heredarán
nuestra capacidad y mentalidad. Cuando, en otras palabras, haya una verdadera
unión de las energías superiores con las inferiores, tendremos el surgimiento de
la belleza de la forma, la consagración de algún aspecto de la verdad en una
expresión apropiada, enriqueciendo así al mundo. Donde existe esta síntesis
empieza a actuar el verdadero artista creador.
La
garganta, órgano de la Palabra, expresa la vida y manifiesta la gloria y la
realidad subyacentes. Tal es el simbolismo que reside detrás de la enseñanza
respecto a la fusión de las energías inferiores con las superiores, el sexo en
el plano físico es un símbolo. El género humano está siendo cada vez más
creador, porque la transfusión de las energías se lleva a cabo de acuerdo a los
nuevos impulsos. A medida que se desarrolla el sentido de la pureza en el hombre
y se fomenta el desarrollo del sentido de la responsabilidad, y a medida que se
acrecienta el amor a la belleza, al color y a las ideas, se acelerará el proceso
de elevar lo inferior hasta unirlo a lo superior, entonces se apresurará
extraordinariamente el embellecimiento del Templo del Señor.
En la venidera era acuariana esto avanzará rápidamente. La mayoría de las
personas hoy viven abajo del diafragma y dirigen sus energías externamente hacia
el mundo material, pervirtiéndolas para fines materialistas. En los siglos
venideros esto se corregirá; las energías serán trasmutadas y purificadas y los
hombres empezarán a vivir arriba del diafragma. Entonces expresarán los poderes
del corazón amoroso, de la garganta creadora y de la voluntad divinamente
ordenada por la cabeza. Este es el símbolo del sexo en el plano físico, de la
relación que existe entre lo inferior y lo superior.
Pero en la cabeza del hombre hay un símbolo maravilloso. En ese organismo
viviente se representa ese drama mediante el cual el ser puramente humano se
fusiona con la divinidad, el gran drama final de la unión mística entre Dios y
el hombre, entre el alma y la personalidad. Según la filosofía oriental existen
en la cabeza del hombre dos grandes centros de energías. Uno, el centro entre
las cejas, mezcla y fusiona los cinco tipos de energías que le son transmitidas
a él y fusionadas en él, la energía de los tres centros que están abajo del
diafragma y la de los centros laríngeo y cardíaco. El otro, el centro coronario,
entra en actividad por medio de la meditación, el servicio y la aspiración, y a
través de él el alma hace contacto con la personalidad. Dicho centro es el
símbolo del espíritu o aspecto positivo masculino, así como el centro entre las
cejas es el símbolo de la materia, del aspecto negativo femenino. Vinculado a
estos vórtices de fuerza tenemos dos órganos físicos, la glándula pituitaria y
la pineal. La primera es negativa y la segunda positiva. Estos dos órganos son
las correspondencias superiores de los órganos masculino y femenino de la
reproducción física. A medida que el alma va siendo cada vez más poderosa en la
vida mental y emocional del aspirante, penetra con mayor poder en el centro de
la cabeza. Y el hombre va purificando su personalidad y poniéndola al servicio
de la voluntad espiritual elevando automáticamente las energías de los dos
centros del cuerpo al centro entre las cejas. Oportunamente se acrecienta y
amplía la influencia de los dos centros hasta que los campos magnéticos o
vibratorios hacen contacto entre sí y aparece instantáneamente la luz.
Padre-espíritu y madre‑materia se unifican, y el Cristo nace. "A no ser que el
hombre vuelva a nacer no podrá ver el reino de Dios", dijo el Cristo. Tal el
segundo nacimiento, y desde ese momento la visión adquiere creciente poder.
Este es nuevamente el gran drama del sexo, que se repite en el hombre. Así
conoce tres veces en su vida personal el significado de la unión, el sexo:
1. En el plano físico, el sexo o la relación del hombre con su polo opuesto, la
mujer, da por resultado la reproducción de la especie.
2. La unión de las energías superiores con las inferiores da por resultado el
trabajo creador.
3. La unión de las energías de la personalidad con las del alma, da por
resultado el nacimiento del Cristo.
Grande es
la gloria del hombre y maravillosas son las divinas funciones que personifica. A
través del tiempo la raza ha sido llevada a la etapa en que el hombre comienza a
elevar las energías inferiores a los centros superiores, y tal transición es la
causa de las grandes dificultades mundiales. Muchas personas en todas partes
están llegando a ser política, religiosa, científica o artísticamente creadoras,
y el impacto de su energía mental y sus proyectos e ideas se hacen sentir
notablemente. Hasta que predomine la idea de la hermandad en la raza, veremos
estos poderes pervertidos para fines y ambiciones personales y el consiguiente
desastre, así como ya hemos visto el poder del sexo prostituido para la
satisfacción personal, el egoísmo y el consiguiente desastre. Sin embargo,
algunos, muy pocos, están elevando cada vez más sus energías y traduciéndolas en
términos del mundo celestial. Hoy el Cristo renace en muchos seres humanos y
crecientemente aparecerán los hijos de Dios en su verdadera naturaleza para
guiar a la humanidad en la nueva era.
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