¿EN QUÉ CAMPOS DE ENERGÍA Y DE RESONANCIA TE MUEVES?
Es importantísimo realizar acciones como la de meditar y Ser en el Ahora que
proponemos en nuestro espacio, pero si en la vida de cada día nos rodeamos
de campos vibratorios que para nosotros son equivocados, podremos
esforzarnos repetidamente para que se produzcan las resonancias más
convenientes, pero nuestro entorno nos conducirá siempre allá donde
realmente no queremos estar, y de esta manera hará fracasar nuestros
intentos por vivir en nuevos y más positivos campos de resonancia. Entonces
toda nuestra experiencia nos recordará y hará sentir negativamente, que
somos individuos aislados, caóticos, pobres, tristes... personas fracasadas,
hijos mimados o generalmente ineptos, etc.
Por esto es importante no
rodearse de situaciones y campos vibratorios equivocados. Sin embargo, esto no
quiere decir que no estemos donde debamos estar. Es posible que debamos
desenvolvernos en lugares y situaciones de por sí negativas. Entonces estas
situaciones no serán para nosotros equivocadas, sino que deberemos ser
conscientes en ellas, amar y obrar adecuadamente. Y por supuesto, reforzar
nuestras vibraciones relativamente elevadas con prácticas adecuadas, como la
meditación.
El campo de energías que nos rodea
nos influye con un poder persistente,
por lo que no deberemos buscar gratuitamente
ni personas ni lugares equivocados.
Es
diferente a cuando nuestro deber es obrar
en lugares y con personas negativas.
En este caso tenemos que fortalecernos
con la Luz de la consciencia
y emitir las mejores energías
que nuestro Ser permita.
Pero para
que surja en esas situaciones
esta Luz que es la Consciencia
debemos antes habernos preparado
y haber elevado la tasa vibratoria de nuestra energía.
Como ya hemos dicho,
podemos ser influidos completamente por campos de resonancia ajenos. Todos
lo sabemos demasiado bien por nuestras experiencias diarias.
Podemos estar, por ejemplo,
tranquilos y en paz, pero a menudo es suficiente una sola persona para dejarnos
llevar por su rabia y su descontento. En pocos segundos nos encontramos de
repente en una discusión increíblemente violenta, que se ha desencadenado como
un incendio ardiendo en un bosque. A veces decimos cosas que no queríamos decir,
o tomamos decisiones precipitadas, que con un análisis más considerado jamás
hubiéramos tomado.
A menudo no comprendemos cómo hemos podido dejarnos arrastrar a una
discusión así, cuando el día había transcurrido de manera tan maravillosa y
armónica hasta ese momento.
Sin embargo, la explicación es muy sencilla: simple y llanamente hemos caído
en la trampa del campo de resonancia de otra persona y nos hemos dejado
influir. Esto significa que nuestra energía vibratoria se ha amoldado a la
suya. Tanto si era nuestra voluntad como si no, fuimos influidos por una
energía ajena.
Sin embargo, si consideramos bien el asunto, veremos que esa energía no nos
es tan ajena, porque si no hubiera podido tener cabida en nosotros, tampoco
nos habríamos dejado influir por ella. No habríamos resonado con ella. La
vibración pretendidamente extraña no habría hecho vibrar nada en nosotros.
Si nos dejamos contagiar por
una persona pendenciera, el potencial para la disputa arraiga también en
nuestro interior.
Nosotros podemos serlo todo, todas las facetas de las emociones están en
nuestro ser. Podemos ser pacíficos, amorosos, comprensivos, airados,
malhumorados, envidiosos, irritables o desconfiados. Si por ejemplo nos
encontramos con alguien lleno de amor y de simpatía, también nosotros
seremos tiernos y amorosos, y experimentaremos esa simpatía. Ambas, la ira y
la simpatía, existen ya en nuestro ser, de lo contrario, en ningún caso
podríamos entrar en esa energía.
Depende siempre de nosotros
qué potencial interior de vibración queremos activar.
Está en nuestras manos. A
fin de cuentas, también nosotros conocemos suficientes posibilidades
maravillosas de cómo nos podemos contagiar de energías vibratorias extrañas.
Cuando por ejemplo entramos en una iglesia, de repente, nos comportamos de
manera distinta -y no sólo porque esto es lo que se espera de nosotros, sino
porque inmediatamente nos dejamos invadir por la vibración de paz del
recinto. La captamos al vuelo y nos volvemos más tranquilos y pacíficos.
Ocasionalmente, la tranquilidad interior sigue con nosotros cuando volvemos
a la calle y a la vida diaria.
Lo mismo sucede cuando leemos un libro o visitamos una Web espiritual o
conmovedora, o escuchamos una música edificante. Inmediatamente captamos las
resonancias de otras personas o melodías y nos alineamos con ellas. El único
trabajo que hemos hecho en este caso consiste en habernos entregado.
Aprovechamos los campos
de resonancia existentes para acercarnos a las energías deseadas.
A menudo, sin embargo,
frecuentamos campos de energía que van completamente en contra de nuestros
deseos. Nos rodeamos de personas que con sus dudas nos debilitan y quieren
convencernos de que aquello que nos proponemos no puede funcionar de ninguna
manera. No hay que sorprenderse, pues, de que empecemos a dudar cuando en un
campo de resonancia nos rodeamos de escépticos. Muy a menudo este desarrollo
se consuma de manera insidiosa e imperceptible. Por ello, es bueno de vez en
cuando comprobar si nos hallamos en los campos de energías correctos y
provechosos para nosotros.
Cuando reconocemos que alguien o algo no nos conviene, nadie nos obliga a
permanecer con esa persona o en esa circunstancia y a seguir exponiéndonos a
esa energía destructiva.
Naturalmente, a menudo
pensamos que no encontraremos a nadie más que nos acompañe en nuestro
proyecto, y nosotros podemos decir por suerte que en general tenemos a
alguien de nuestra parte. Esto sólo insinúa a nuestra mente que no se trata
de un «milagro». Nuestra mente nos confirma principalmente sólo en nuestro
sentimiento de mediocridad. Pero si queremos salir de esa situación,
entonces conviene rápidamente buscar un nuevo campo de resonancia que sea
positivo, para que podamos crecer y hacernos mayores.
Un aspecto más:
Nuestra energía se emite
desde una especie de matriz (que se encuentra en lo más profundo de nosotros
mismos) que la hace vibrar y resonar en el Universo según lo que somos como
seres humanos... y que atrae a nuestra vida sólo lo similar.
Entonces, podemos
utilizar nuestro entorno, nuestra situación vital, como una especie de "sistema
de lectura". En lo que viene a nosotros, o en aquello que atraemos, podemos leer
de qué manera estamos programados en lo más íntimo. La conexión con todas las
cosas nos ayuda a comprendernos a nosotros mismos y aprovechar este potencial. |