PERSONALIDAD, CONDUCTA Y TRASTORNOS
Se ha
dicho que la personalidad es el término psicológico más amplio y menos definible
y que es una de las palabras más abstractas de nuestro lenguaje. En su sentido
más simple podríamos decir que la personalidad es aquello que hace que un sujeto
se diferencie de otro, y esto incluye el estilo de relacionarse, comportarse,
pensar, sentir y afrontar las dificultades, es decir, el patrón característico
de conducta y el modo de pensar que determina el ajuste de una persona a su
medio.
La
personalidad se constituye por la suma del temperamento, que es el esbozo de
personalidad existente en el recién nacido, y el carácter, que son aquellos
rasgos que se desarrollan por la interacción del individuo con su entorno.
Los
rasgos de personalidad son patrones persistentes de percibir, relacionarse y
pensar sobre lo que nos sucede que se ponen de manifiesto en una amplía gama de
contextos sociales y personales. Estos rasgos constituyen trastornos cuando son
inflexibles y dificultan la adaptación al entorno. Este patrón persistente e
inflexible de funcionamiento provoca un deterioro de la actividad laboral y
social y, en ocasiones, genera un malestar clínicamente significativo.
Podríamos
decir que los trastornos de personalidad son estilos problemáticos de adaptación
humana.
Tienen su
inicio en la adolescencia o principios de la edad adulta, son estables a lo
largo del tiempo y generan molestia o perjuicios para el propio sujeto o para
los demás.
Frecuencia de los trastornos de conducta
Los
trastornos de personalidad son relativamente frecuentes entre la población
general, calculándose su porcentaje en aproximadamente un 1.5 por ciento de la
población adulta.
Principales problemas que generan
Causan
considerables problemas a los que los padecen y a los demás, debido a que
generan dificultades para responder de forma flexible y adaptativa a su entorno
y a los cambios propios de la vida. Las personas aquejadas de este tipo de
trastornos carecen de capacidad para reaccionar adecuadamente bajo situaciones
de estrés y su forma inadecuada de respuesta tiende a perpetuar e intensificar
el trastorno de personalidad, incrementando y perpetuando las dificultades de
interacción con su entorno.
Sin
embargo, estos individuos a menudo no tienen conciencia del hecho de que su
personalidad les causa problemas y con frecuencia culpan a los demás de sus
propias dificultades.
A pesar
de que estos trastornos se caracterizan por patrones persistentes de pensar,
sentir y comportarse, el trastorno límite y el trastorno disocial tienden a
remitir o atenuarse con el paso de los años.
Causas
Si
partimos de la base de un conocimiento incompleto de cómo se configura la
personalidad normal, no es sorprendente la afirmación de que el conocimiento de
las causas que contribuyen a que se produzca un trastorno de la personalidad es
escaso. Aun cuando existen evidencias de que la personalidad normal es en parte
producto de la herencia, hay pocas evidencias respecto al papel que desempeñan
los determinantes genéticos en el desarrollo de un trastorno de la personalidad.
Parece
existir una relación directa entre trastornos de conducta en la infancia y
trastornos de la personalidad. Por otro lado, el aprendizaje de conductas
inadecuadas durante la infancia o un ambiente inadecuado durante el crecimiento
pueden conducir hacia el desarrollo de personalidades anormales.