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PELIGROS INHERENTES A LA PERSONALIDAD
Consideraremos en primer lugar los peligros relacionados más de cerca con la
vida personal del estudiante, y que dependen de sus tres cuerpos, su condición
independiente y su interrelación. Este tema es tan vasto, que sólo podré indicar
algunos resultados, debido a ciertas condiciones; cada hombre presenta un
problema diferente; cada cuerpo produce una reacción distinta y el conjunto de
su naturaleza triple es afectado por su alineamiento o carencia del mismo. Por
lo tanto, vamos a considerar cada cuerpo por separado y luego los tres en
conjunto. De esta manera podré presentar ciertos hechos específicos.
Comienzo por el cuerpo mental, pues para quien estudia meditación es el centro
de sus esfuerzos y el que controla los dos cuerpos inferiores. El verdadero
estudiante procura desviar la conciencia de sus cuerpos físico y emocional y
dirigirla a las regiones del pensamiento o al cuerpo mental inferior. Alcanzado
esto, procura trascender su mente inferior y polarizarse en el cuerpo causal,
utilizando el antakarana como canal de comunicación entre la mente inferior y la
superior, siendo entonces el cerebro físico, simplemente, el receptor pasivo de
lo que trasmite el Ego o Yo superior y, más tarde, del triple Espíritu, la
Tríada. El trabajo a realizar consiste en actuar de la periferia al centro y en
la consiguiente centralización. Cuando se ha alcanzado tal centralización y
enfocado en este centro estable -con el plexo solar y el corazón aquietados- un
punto dentro de la cabeza, uno de los tres centros principales en ella, se
convierte en el centro de la conciencia, y el rayo del Ego del hombre decide
cuál será ese centro. Este método es para la mayoría. Habiendo llegado a este
punto, el hombre sigue la meditación de su rayo, tal como anteriormente se ha
indicado en términos generales, en estos escritos. En cada caso el cuerpo mental
se convierte en centro de conciencia, y más tarde, con la práctica, dicho centro
llega a ser el punto de partida para la trasferencia de la polarización en un
cuerpo más elevado, primero el causal y más tarde, la Tríada.
Los peligros para el cuerpo mental son muy reales, y hay que precaverse de
ellos. Son principalmente dos y podrían denominarse: los peligros de la
inhibición y los causados por el atrofiamiento del cuerpo.
a. Trataremos primero los peligros que se deben a la inhibición. Algunas
personas, por la fuerza de su voluntad, llegan a una etapa en la meditación en
que directamente inhiben el proceso de la mente inferior. Si se imaginan al
cuerpo mental como un ovoide, que rodea al cuerpo físico y se extiende más allá
del mismo, y comprenden que por este ovoide circulan constantemente formas
mentales de diversos tipos (el contenido de la mente misma del hombre y los
pensamientos de cuantos lo rodean), en tal forma que el cuerpo ovoide mental
está matizado por las atracciones predominantes y diversificado por innumerables
formas geométricas, todas en estado de fluidez y circulación, se darán una idea
de lo que quiero significar. Cuando el hombre trata de aquietar este cuerpo
mental por la inhibición o supresión de todo movimiento, sujetará estas formas
mentales dentro del ovoide mental, paralizará su circulación, con lo cual puede
producir efectos de naturaleza muy seria. Esta inhibición tiene un efecto
directo sobre el cerebro físico, siendo en gran parte causa de la fatiga de que
algunos se quejan después del período de la meditación. Si se persiste en ello
puede llegar a un desastre. Todos los principiantes lo hacen en mayor o menor
medida, y hasta que aprendan a precaverse entorpecerán su progreso y retardarán
su desenvolvimiento. En realidad, los efectos pueden ser mucho más graves.
¿Cuáles son los métodos correctos para eliminar los pensamientos? ¿Cómo se puede
alcanzar la placidez mental, sin ejercer la voluntad para inhibir? Las
siguientes sugerencias pueden ser de alguna utilidad.
Una vez que el estudiante aparta su conciencia y la lleva al plano mental,
fijándola en algún punto dentro del cerebro, entona la Palabra Sagrada
suavemente tres veces, imaginando que envía el aliento como una fuerza
clarificadora y purificadora, barriendo en su avance las formas mentales que
circulan dentro del ovoide mental. Finalmente, ha de imaginar al cuerpo mental
limpio y libre de formas mentales.
En estas condiciones debe procurar elevar su vibración lo más alto posible,
tratando de hacerlo desde el cuerpo mental al cuerpo causal, y así permitir que
actúe directamente el Ego sobre los tres vehículos inferiores. Mientras pueda
mantener lo más elevada posible su conciencia y también la vibración, la del Ego
en su propio plano, el cuerpo mental se mantendrá en estado de equilibrio. No
retendrá vibraciones inferiores, análogas a las formas mentales que circulan en
su medio ambiente. La fuerza del Ego circulará por todo el cuerpo ovoide mental,
impidiendo que penetren unidades geométricas extrañas, neutralizando así los
peligros de la inhibición. Algo más se logrará en el transcurso del tiempo: la
materia mental se sintonizará en tal forma con la vibración más elevada, que se
estabilizará y, automáticamente, rechazará todo lo que sea inferior o
indeseable.
b. ¿Qué quiero significar con los peligros del atrofiamiento? Simplemente que
algunas naturalezas llegan a estar tan polarizadas en el plano mental, que
corren el riesgo de romper su conexión con los dos vehículos inferiores. Estos
cuerpos inferiores existen a fin de establecer contacto, adquirir conocimiento
en los planos inferiores y, por la experiencia obtenida, enriquecer el contenido
del cuerpo causal. Por lo tanto, es evidente que, si la conciencia interna no
desciende del plano mental y descuida el cuerpo emocional y el físico denso,
ocurrirán dos cosas. Los vehículos inferiores quedarán abandonados e
inutilizados y no cumplirán su propósito, atrofiándose y muriendo desde el punto
de vista del Ego, mientras que el cuerpo causal no se construirá como es de
desear y, por lo tanto, se perderá tiempo. El cuerpo mental llegará también a
inutilizarse y se convertirá en un objeto de contenido egoísta, inútil para el
mundo y de poco valor. Un soñador cuyos sueños nunca se materializan, un
constrictor que almacena material que nunca utiliza, un visionario cuyas
visiones no sirven a los dioses ni a los hombres, son una obstrucción en el
sistema universal. Está en inminente peligro de atrofiarse.
La meditación ha de tener como efecto el pleno control del Ego sobre los tres
cuerpos, alcanzar coordinación y alineamiento y un total y simétrico
desenvolvimiento, para que el hombre llegue a ser de real utilidad para los
Grandes Seres. Si el estudiante se da cuenta que quizá está demasiado centrado
en el plano mental, ha de procurar con toda determinación, que sus experiencias,
mentales, aspiraciones y esfuerzos, lleguen a ser realidades en el plano físico,
sometiendo los dos vehículos inferiores al control del mental, convirtiéndolos
en instrumentos de sus creaciones y actividades mentales.
He señalado aquí dos de los peligros que se presentan frecuentemente. Aconsejo a
todos los estudiantes de ocultismo tener presente que los tres cuerpos son de
igual importancia para llevar a cabo el trabajo a realizar, tanto desde el punto
de vista egoico como del servicio a la raza. Deben expresar una inteligente
coordinación, que permita al Dios interno manifestarse a fin de ayudar al mundo.
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En el momento actual, el cuerpo emocional es el más importante de la
Personalidad, por varias razones. Constituye una unidad completa, lo que no
ocurre con los cuerpos físico y mental; es el centro de polarización para la
mayoría de los miembros de la familia humana y el más difícil de dominar y,
prácticamente, el último de los cuerpos que queda totalmente subyugado. La razón
de esto radica en que la vibración del deseo ha predominado, no sólo en el reino
humano, sino también, en menor medida, en los reinos animal y vegetal, de manera
que el evolucionante hombre interno debe actuar contra las inclinaciones
arraigadas en los tres reinos. Antes de que el Espíritu pueda actuar, por medio
de formas del quinto reino o espiritual, ha de ser eliminada la vibración del
deseo, y trasmutada la tendencia egoísta en aspiración espiritual. El cuerpo
emocional forma prácticamente una unidad con el cuerpo físico, porque el término
medio de los hombres actúan casi totalmente instigados por el emocional -su
vehículo inferior obedece automáticamente a los mandatos del superior. El
emocional es también el cuerpo que se relaciona más directamente, como se ha
dicho muchas veces, con los niveles intuitivos, y en esta dirección se halla uno
de los senderos de realización. Durante la meditación, el cuerpo emocional debe
ser controlado desde el plano mental, y cuando se ha transferido la polarización
al cuerpo mental, por medio de fórmulas de meditación e intensidad de propósito
y voluntad, el cuerpo emocional llega a ser pasivo y receptivo.
Esta actitud, negativa en sí misma, si se lleva demasiado lejos, abre la puerta
a serios peligros, sobre los cuales me extenderé cuando encaremos el tema de las
obsesiones, algunas veces divinas, pero más frecuentemente lo contrario. La
condición negativa no es deseable para ninguno de los cuerpos, y precisamente
esta misma negatividad es la que suelen alcanzar, con frecuencia, los
principiantes en la meditación, con lo cual se exponen al peligro. La finalidad
consiste en hacer positivo el cuerpo ovoide emocional, respecto a todo lo
inferior y a su medio ambiente, y receptivo únicamente para el Espíritu, por
conducto del cuerpo causal. Esto sólo se puede conseguir desarrollando la
facultad del control consciente -el control que, hasta en los momentos de más
alta vibración y contacto, está ajena, vigilando y resguardando a los vehículos
inferiores. "Vigila y ora", dijo el Señor cuando estuvo en la tierra,
expresándose en términos ocultistas, que aún no han sido bien interpretados.
¿Por lo tanto, que debe ser vigilado?
1. La actitud del cuerpo ovoide emocional y su control positivo-negativo.
2. La estabilidad de la materia emocional y su receptibidad consciente.
3. El alineamiento del cuerpo ovoide emocional con los cuerpos mental y causal.
Si el alineamiento es imperfecto (como sucede frecuentemente), no permite
recibir con exactitud lo proveniente de los planos superiores, distorsionándose
las verdades que descienden vía el Ego y produciendo una peligrosa trasferencia
de fuerza a centros indeseables. Esta falta de alineamiento es la causa de que
las personas de tendencias aparentemente espirituales se aparten de la pureza
sexual. Ellas pueden establecer algún contacto con los niveles intuitivos, y el
Ego puede trasmitir parcialmente el poder desde lo alto; pero como el
alineamiento es imperfecto, la fuerza de estos niveles más elevados se desvía,
sobreestimulando los centros indeseables, dando como resultado un desastre.
4. Otro peligro del que hay que precaverse, es el de la obsesión, pero la
protección fundamental contra ésta se halla en los pensamientos puros, en las
aspiraciones espirituales y en una conducta fraternal altruista. Si a estos
puntos esenciales se agrega el sentido común en la meditación y la aplicación
inteligente de las reglas ocultistas, considerando debidamente el rayo y el
karma de cada uno, los peligros desaparecerán.
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