ENTRA PROFUNDAMENTE EN EL CUERPO
Puedo sentir la energía dentro de mi cuerpo, especialmente en mis brazos y
piernas, pero parece que no puedo ir más a fondo, como has sugerido antes.
Conviértelo en una meditación. No hace falta dedicarle mucho tiempo. Diez
o quince minutos de reloj deberían ser suficientes. Asegúrate de que no haya
distracciones externas, teléfonos o personas que puedan interrumpirte.
Siéntate en una silla, pero sin apoyarte en el respaldo. Mantén la columna
erguida. Eso te ayudará a estar alerta. Como alternativa, elige tu posición
favorita de meditación.
Asegúrate de tener el cuerpo relajado. Cierra los ojos. Realiza unas
cuantas respiraciones. Siente que respiras hacia el bajo vientre. Observa
cómo se expande y se contrae ligeramente con cada inspiración y espiración.
Después toma conciencia del campo energético interno del cuerpo. No pienses
en él; siéntelo. Al hacerlo, arrebatas conciencia a la mente. Si te sirve de
ayuda, usa la visualización de la «luz» que he descrito en un espacio
anterior.
Cuando sientas claramente el cuerpo interno como un campo unificado,
abandona, si te es posible, cualquier imagen visual y céntrate
exclusivamente en la sensación. Si puedes, abandona también cualquier imagen
que pueda quedarte del cuerpo físico. Lo único que te quedará es una
sensación omniincluyente de presencia o «de Ser», y sentirás que el cuerpo
interno no tiene límites. A continuación ahonda con tu atención en esa
sensación. Hazte uno con ella. Fúndete con el campo energético, de modo que
desaparezca la percepción de dualidad entre el observador y lo observado,
entre tú y tu cuerpo. Poco a poco se va disolviendo la distinción entre lo
interno y lo externo, de modo que ya no queda cuerpo interno. Entrando
profundamente en el cuerpo lo has trascendido.
Mantente en el reino del puro Ser el tiempo que te resulte cómodo; después
vuelve a tomar conciencia del cuerpo físico, de tu respiración y de los
sentidos físicos, y abre los ojos. Observa tu entorno durante unos minutos
meditativamente —es decir, sin ponerle etiquetas mentales— y entre tanto
sigue sintiendo tu cuerpo interno.
Tener acceso al reino de lo informe es muy liberador. Te libera del
vínculo con la forma y de la identificación con ella. Es la vida en su
estado indiferenciado, antes de su fragmentación en la multiplicidad. Lo
llamamos lo No Manifestado, la Fuente invisible de todas las cosas, el Ser
dentro de todos los seres. Es un reino de profunda quietud y paz, pero
también de alegría e intensa vitalidad. Cuando estás presente, te haces
«transparente» en alguna medida a la luz, a la pura conciencia que emana de
la Fuente. También te das cuenta de que la luz no está separada de quien
eres, sino que constituye tu esencia misma. |