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MUERTE CONSCIENTE
Aparte del sueño sin sueños, que ya he mencionado en un espacio anterior,
también hay otro portal en el que no interviene la voluntad. Se abre
brevemente en el momento de la muerte física. Aunque te hayas perdido todas
las demás oportunidades de alcanzar la realización espiritual durante tu
vida, se abrirá un último portal inmediatamente después de la muerte del
cuerpo físico.
Existen numerosos relatos de personas que han tenido un vislumbre de este
portal, que aparece como una luz radiante, y después han regresado, habiendo
vivido lo que se conoce como una experiencia cercana a la muerte. Muchas de
ellas han hablado de sensaciones de serenidad, dicha y profunda paz. En el
Libro Tibetano de los Muertos, esa luz recibe el nombre de «el esplendor
luminoso de la luz incolora del Vacío», que, según este texto, es «tu
verdadera naturaleza». Este portal sólo se abre brevemente, y a menos que
hayas conocido la dimensión de lo No Manifestado en tu vida terrenal,
probablemente lo dejarás pasar. La mayoría de la gente lleva consigo
demasiadas resistencias residuales, demasiado miedo, demasiado apego a la
experiencia sensoria, demasiada identificación con el mundo manifestado. De
modo que cuando ven el portal, se alejan atemorizados y pierden la
conciencia. Buena parte de lo que ocurre a continuación es involuntario y
automático. Finalmente, vivirán otra ronda de nacimiento y muerte. Su
presencia no era aún lo suficientemente fuerte para poder acceder a la
inmortalidad consciente.
¿De modo que atravesar ese portal no implica la aniquilación?
Como en todos los demás portales, tu verdadera naturaleza radiante
permanece, pero no la personalidad. En cualquier caso, lo que es real o de
verdadero valor en tu personalidad es producto del brillo de tu verdadera
naturaleza, que nunca se pierde. Nada que sea verdaderamente valioso, nada
que sea real se pierde nunca.
La cercanía de la muerte y la muerte misma, la disolución de la forma
física, es siempre una gran oportunidad para la realización espiritual. La
mayoría de las veces esta oportunidad se pierde trágicamente, ya que vivimos
en una cultura que ignora la muerte casi completamente, del mismo modo que
ignora todo lo verdaderamente importante.
Cada portal está presidido por la muerte, la muerte del falso yo. Cuando
lo atraviesas, ya no derivas tu identidad de tu forma psicológica fabricada
mentalmente. Entonces te das cuenta de que la muerte es una ilusión, del
mismo modo que tu identificación con la forma es una ilusión. La muerte no
es más que el final de la ilusión. Sólo es dolorosa si te sigues aferrando a
ella. |
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