MIRA MÁS ALLÁ DE LAS PALABRAS
Anteriormente utilizaste
la palabra "pecado". No me gusta esa palabra. Implica que estoy siendo
juzgado y que se me ha hallado culpable.
Puedo entenderlo. Muchas visiones erróneas se han ido acumulando en torno
a palabras como pecado debido a la ignorancia, a interpretaciones
equivocadas o a un deseo de control, y sin embargo contienen un núcleo de
verdad. Si no eres capaz de mirar más allá de esas interpretaciones y no
puedes reconocer la realidad hacia la que la palabra apunta, no la uses. No
te quedes trabado en la palabra. La palabra no es más que un medio para un
fin. Es una abstracción. No es muy diferente de un signo que señala más allá
de sí mismo. La palabra miel no es miel. Puedes estudiar y hablar de la miel
todo lo que quieras, pero no la conocerás verdaderamente hasta que la
saborees. Cuando la hayas probado, la palabra ya no será tan importante para
ti. Ya no estarás apegado a ella. Asimismo, puedes hablar de Dios o pensar
en Dios ininterrumpidamente durante el resto de tu vida, pero ¿significa eso
que conoces o que has vislumbrado la realidad hacia la que apunta esa
palabra? En realidad, te estarás apegando obsesivamente a un indicador, a un
ídolo mental.
La misma situación puede ocurrir a la inversa: si, por la razón que fuera,
te disgustara la palabra miel, esa aversión podría impedir que probaras la
miel. Si tuvieras una intensa aversión a la palabra Dios, un apego en
negativo, es muy posible que negaras la realidad hacia la que apunta, además
de la palabra. Estarías anulando la posibilidad de experimentar esa
realidad. Este tipo de actitud está muy conectada con el estado de
identificación con la mente.
Si una palabra ya no es operativa para ti, abandónala y sustitúyela por
otra que lo sea. Si no te gusta la palabra pecado sustitúyela por
inconsciencia o locura. Esto puede acercarte mucho más a la verdad, a la
realidad que está más allá de la palabra, que un término mal empleado
durante tanto tiempo como pecado, y además no deja lugar a la culpabilidad.
Tampoco me gustan esas palabras. Implican que hay algo equivocado en mí. Me
siento juzgado.
Por supuesto que hay algo equivocado en ti; y no estás siendo juzgado.
No quiero ofenderte personalmente, pero ¿no eres parte de la raza humana
que ha matado a más de 100 millones de miembros de su propia especie sólo en
el siglo XX?
¿Te refieres a que soy culpable por asociación?
No es una cuestión de culpabilidad, pero, mientras sigas controlado por la
mente egotista, eres parte de la locura colectiva. Quizá no hayas analizado
en profundidad la condición humana cuando está dominada por la mente
egotista. Abre los ojos y observa el miedo, la desesperación, la avaricia y
la violencia que abundan por doquier. Mira la infame crueldad y el
sufrimiento a una escala inimaginable que los seres humanos se han causado y
continúan causándose a sí mismos y a las demás formas de vida del planeta.
No hace falta que lo condenes. Simplemente observa. Eso es pecado. Eso es
locura. Eso es inconsciencia. Por encima de todo, no olvides observar tu
propia mente. Busca en ella la raíz de la locura. |