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PROCESO DE SEPARACIÓN
En las reuniones de las asociaciones de separados/as que suelen denominarse de
hombres y mujeres, en vez de padres, se escapan en ocasiones términos como
«guerra contra», también se dan apriorismos que a veces se confirman, los
varones creen que el juez «entregará» a los niños a la madre, y más si no está
especializado, si no es un juez de familia, y las mujeres parten a veces del
criterio de que con el tiempo el padre «pasará» de los hijos. Todos estos
posicionamientos se acrecientan mediante un proceso judicial que conlleva en
múltiples ocasiones un acaloramiento de las ya deterioradas relaciones, pues el
abogado de cada parte busca «ganar».
Ante el proceso que se inicia, la actitud hacia el otro miembro es muy variada.
Hay quien busca una relación «civilizada», en la que primen el afecto, la
amistad, y hay quien mantiene posturas de desapego, de odio, con ánimo de dañar.
El posicionamiento de los cónyuges, por lo tanto, puede ser de mutuo acuerdo,
bien por propia iniciativa o por mediación familiar, o negociado. En este
segundo caso priman los intereses personales, la imposición radical de los
propios criterios y de los mal entendidos «derechos» de cada uno.
El mutuo acuerdo es muy positivo. Ahorra a todos los miembros de la familia
sufrimiento, tiempo y dinero, y permite rebajar tensiones y eludir malas
interpretaciones. Es esencialmente prejudicial, pero también puede ser llevado a
efecto durante el procedimiento judicial o con posterioridad a la resolución
judicial. Los equipos de mediación, conformados por psicólogos y abogados, no
«negocian», buscan un acuerdo, primando siempre el mejor interés del niño.
De cara a los hijos, no hay que olvidar que el hecho de que haya un gran número
de separaciones ha normalizado la situación: cualquier niño que pasa por esta
experiencia tiene compañeros que están pasando o han pasado por lo mismo. En
cualquier caso, es bueno hablar, desde un principio, del tema de forma
«informativa» con los hijos, irlos preparando y situando ante el cambio que va a
producirse.
Tras el proceso de separación y teniendo en cuenta que, de hecho, es un
expediente siempre abierto, caben distintas posibilidades:
• Que la custodia se conceda sólo a uno de los progenitores. El niño,
ciertamente, pierde a uno de los dos, y se cercena el derecho mutuo a seguir
conviviendo de manera continuada y no sólo puntualmente (fines de semana,
vacaciones...).
• Designación de responsabilidades compartidas que pueden traer consigo
problemas conductuales y de comunicación.
• Resolver que el que se queda en el hogar es el hijo, siendo los padres los que
van rotando y pasando tiempos en dicha casa. Obviamente, también conlleva
problemas.
• Mencionaremos por último que hay casos en que por trascendentes razones —que
uno de los padres sea un presunto agresor— se utiliza la denominada «casa
verde». El progenitor pasa un tiempo con el hijo bajo supervisión cercana de un
trabajador social. Es una solución a ciertas situaciones, pero teñida por el
óxido de lo artificial.
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