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EL CONTROL DEL REFLEJO DE MICCIÓN
Al nacer,
la micción se produce de manera refleja cuando la vejiga está llena. Al
filtrarse la sangre en los riñones, la orina pasa a través de los uréteres a la
vejiga. Ésta se va llenando y, cuando alcanza un determinado nivel, el músculo
detrusor que la envuelve se contrae, aumentando la presión intravejiga. El
aumento de la presión inicia la relajación de los esfínteres de la vejiga, lo
que permite la salida de la orina por la uretra. Así pues, el reflejo de la
micción permite que, cuando la vejiga está llena, automáticamente, se expulse la
orina sin necesidad de control. Con el desarrollo biológico y psicológico se
alcanza este control.
Para
controlar la micción, cuando estamos despiertos, hemos de ser capaces de inhibir
el músculo detrusor que produce series de contracciones (espasmos) cuando la
vejiga está llena; aprender a controlar los esfínteres de la vejiga para
mantenerlos cerrados si deseamos postergar la micción y, posteriormente,
mediante la presión de los músculos abdominales y los de la vejiga, provocar a
voluntad la relajación de los esfínteres, logrando evacuar incluso cuando la
vejiga no está llena del todo.
Normalmente se aprende a controlar de día el momento y lugar de la micción
mediante las instrucciones adecuadas y el entrenamiento por parte de los padres.
Estos elogian a los niños por hacer pis en el orinal y les regañan cuando lo
hacen en otro lugar, señalándoles el adecuado. Los niños, en consecuencia, cada
vez controlan mejor el momento y lugar de la micción.
Por la
noche, además de lo ya mencionado para el control diurno, cuando la vejiga se
llena y el músculo detrusor se contrae, el niño ha de lograr mantener los
esfínteres cerrados para no mojar la cama. El problema de llenado de vejiga por
la noche tiene dos soluciones: la inhibición del detrusor permitiendo la
expansión de la vejiga y aguantando toda la noche o, alternativamente,
despertarse para ir al cuarto de baño y liberar la orina acumulada.
Sin duda,
todas estas acciones se van facilitando con la práctica diaria diurna y nocturna
y con la adecuada actuación de los padres que fomentan el aprendizaje de esta y
otras tareas, corno andar, comer o hablar, que el niño va aprendiendo en su
desarrollo evolutivo y que de manera conjunta contribuyen al control de la
micción.
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