MANEJO Y
TRATAMIENTO DE LOS MIEDOS
El manejo
de los miedos requiere tener en cuenta las características del niño (sus
recursos personales, su modo de enfrentarse a las cosas, sus experiencias,
etcétera) y de los propios miedos (el tipo de éste de que se trate), y tener
presente tres ideas básicas:
1. En
mayor parte de los miedos en la infancia van a desaparecer con el paso del
tiempo. Por tanto, su manejo será procurar no reforzarlos con actitudes de
sobreprotección o alarmismo y dejar que el propio niño los vaya resolviendo.
2.
Resolver los miedos supone adquirir confianza en sí mismo. Para ello, el niño
necesita enfrentarse a la situación —si no, nunca ganará confianza en sí mismo—,
pero tiene que hacerlo sintiéndose apoyado; es decir, dándose cuenta de que es
él el que se enfrenta, pero que no está solo. Esto supone acompañarle desde una
cierta distancia —suficiente para los dos objetivos— que se irá aumentando
progresivamente.
3. El
entorno familiar debe facilitar un clima de confianza y tranquilidad. Los
mensajes reiterados de advertencias, temores, intranquilidad y desconfianza son
un obstáculo para la resolución del miedo. Los miedos de los padres consolidan
los de los hijos.
En
bastantes miedos (sobre todo, en el miedo a la oscuridad y a los extraños),
parte del apoyo consistirá en ayudar al niño a diferenciar la fantasía de la
realidad, desmitificando cuestiones o distinguiendo lo posible de lo que es
imposible. Con frecuencia, mostrar la realidad ayuda a despejar muchos temores
(por ejemplo, en los miedos a determinadas situaciones, contextos o
actividades). Así, enseñar lo que va a suceder (porque se explica o porque lo
observa en un modelo) ayuda al niño a superar los miedos (al dentista, pruebas
médicas, volver al colegio, etcétera).
Con todo,
cuando el miedo es muy intenso y mantenido, causando problemas relevantes, será
necesario poner en marcha algunas estrategias concretas o aplicar algunas
técnicas específicas. En estos casos, siempre es necesario acudir a un
especialista (médico o psicólogo) que analice adecuadamente la situación y
señale las oportunas pautas de tratamiento.
Las
técnicas más empleadas para tratar algunos miedos son:
•
Desensibilización sistemática. Supone el enfrentamiento gradual y progresivo al
estímulo o a la situación generadora del miedo, asociando algunas estrategias
para afrontarlo y alguna técnica de relajación. Se puede aplicar de forma
imaginada o real.
•
Relajación. Existen varias técnicas que se aplican según el tipo de miedos y la
edad del niño. Todas ellas están destinadas a que el niño aprenda a liberar
tensión en las situaciones que le causan miedo y a lograr prevenir esa tensión.
•
Técnicas de modelado. Se basan en el aprendizaje por observación y se trata de
mostrar al niño un modelo (los padres, un hermano, etcétera) para que aprenda a
afrontar las situaciones de forma adecuada.
•
Imágenes emotivas. Consiste en sugerir imágenes emotivas durante la exposición
al estímulo que causa miedo, para generar un estado emocional que sea
incompatible con el miedo.
•
Estrategias cognitivas. Parten de que los pensamientos vinculados al miedo
(soledad, indefensión, fracaso, etcétera) son creencias erróneas o atribuciones
equivocadas cuya modificación lleva a un cambio en las emociones y, por tanto, a
la disolución del miedo.
Para
algunos miedos, son recomendables pautas específicas:
Miedo
a la oscuridad
• Lograr
un ambiente agradable en el dormitorio, evitando ruidos molestos, pero sin que
se llegue a producir el silencio absoluto, que también puede intranquilizar al
niño.
•
Establecer una rutina sistemática para irse a dormir (horario y preparativos).
•
Acompañarle a la habitación hablándole de forma tranquila y sosegada sin
anticiparle los miedos.
• Ir
eliminando de forma gradual —en el tiempo y en el espacio— el número de luces y
su intensidad, cerrando progresivamente la puerta.
•
Permanecer un breve espacio de tiempo al lado de la cama, hablándole de forma
suave y distrayendo su atención de la situación.
• No
ceder a los requerimientos de mayor permanencia, consolándole y tranquilizándole
durante unos minutos.
•
Reforzarle positivamente los logros.
• En
ocasiones, puede ser útil ir desensibilizándolo a la oscuridad con juegos como
la gallinita ciega o el escondite.
Miedo
a la separación
•
Fomentar la realización por parte del niño de diversas actividades con
autonomía, para lograr una progresiva menor dependencia de los padres.
•
Establecer una jerarquía de situaciones en las que se produce el miedo e ir
enfrentándole a ellas de forma progresiva (de menor a mayor), con un alejamiento
gradual de las personas cuya separación teme.
•
Reforzar positivamente los logros.
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