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DIAGNÓSTICO
DEL AUTISMO
Actualmente, el diagnóstico del autismo se realiza identificando sus síntomas
nucleares (alteración cualitativa de la interacción social, la comunicación y
los intereses). Esto se hace a través de la información que facilitan los padres
y de la observación del niño. Habitualmente, se completan estos datos con los
recogidos a través de algunos cuestionarios y escalas que sistematizan los
síntomas típicos del autismo, aportan una puntuación y definen el perfil clínico
del niño.
Por
tanto, hasta la fecha, no existe una prueba objetiva cuya positividad
identifique con certeza el autismo. Con todo, parte de la investigación actual
tiene este objetivo y, en el futuro, es muy posible que se logre alcanzar.
De todas
formas, cuando los síntomas no son suficientemente claros, es necesario realizar
algunas pruebas complementarias (análisis, estudios genéticos,
electroencefalograma, TAC o resonancia cerebral, etcétera) para descartar otros
problemas (síndromes específicos, como el del cromosoma X frágil) o estudiar las
posibles causas del autismo secundario.
Para
mejorar los resultados terapéuticos, tiene gran importancia el diagnóstico
precoz del autismo. En este sentido, la identificación de algunas
manifestaciones tempranas del mismo es de gran ayuda. Las más relevantes son la
ausencia de sonrisa social, la pobreza de conductas de mostrar algo y compartir
el interés por algo, y la escasa respuesta cuando se le reclama la atención o se
le llama por su nombre. Ante estos síntomas, es necesario consultar rápidamente
con el neuropediatra.
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