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AGRESORES SEXUALES, TIPOS DE ABUSOS Y VÍCTIMAS DE RIESGO
En la
mayor parte de los casos el abuso sexual infantil suele ser cometido por
familiares (padres, hermanos mayores, etcétera) o por personas relacionadas con
la víctima (profesores, entrenadores, monitores, etcétera). En uno y otro caso,
que abarcan del 65 al 85 por ciento del total y que son las situaciones más
duraderas, no suelen darse conductas violentas. Los abusadores sexuales, que
frecuentemente muestran un problema de insatisfacción sexual, se ven tentados a
buscar esporádicas satisfacciones sexuales en los menores que tienen más a mano
y que menos se pueden resistir. En estos casos, los agresores pueden intentar
justificarse a sí mismos, diciéndose frases como éstas: «Mi niña está entera»,
«la falta de resistencia supone un deseo del contacto», «en realidad, es una
forma de cariño», etcétera.
La
situación habitual incestuosa suele ser la siguiente: un comienzo con caricias;
un paso posterior a la masturbación y al contacto buco-genital; y, sólo en
algunos casos, una evolución al coito vaginal, que puede ser más tardío (cuando
la niña alcanza la pubertad).
En otros
casos, los agresores son desconocidos. Este tipo de abuso se limita a ocasiones
aisladas, sin embargo, puede estar ligado a conductas violentas o a amenazas de
ellas. No obstante, la violencia es menos frecuente que en el caso de las
relaciones no consentidas entre adultos, porque los niños no ofrecen resistencia
habitualmente.
Por otra
parte, los niños con mayor riesgo de victimización son aquellos con una
capacidad reducida para resistirse o revelarlo, como los que todavía no hablan y
los que muestran retrasos del desarrollo y discapacidades físicas o psíquicas.
Asimismo, son también sujetos de alto riesgo los niños que se encuentran
carentes de afecto en la familia, que pueden inicialmente sentirse halagados por
la atención de la que son objeto, al margen de que este placer con el tiempo
acabe produciendo en ellos un profundo sentimiento de culpa.
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