ARACNE
El talento requiere humildad
EL TALENTO ES ALGO ENVIDIABLE Y, EN CIERTA MANERA, PELIGROSO, PORQUE
CONLLEVA DETERMINADAS RESPONSABILIDADES Y DESAFÍOS. DEBEMOS ACEPTAR NUESTROS
DONES EXPRESÁNDOLOS DE LA MANERA MÁS PLENA. NO OBSTANTE, TAMBIÉN NECESITAMOS
SEGUIR SIENDO SERES HUMANOS CORRIENTES, LO QUE REQUIERE UNA CIERTA HUMILDAD.
EL RELATO GRIEGO DE ARACNE Y SU DESMESURADO ORGULLO ILUSTRA VÍVIDAMENTE QUE
EL TALENTO SIN HUMILDAD NO SIEMPRE ACABA BIEN. DE HECHO, PUEDE ACARREARNOS
LA ENEMISTAD E INCLUSO LA REPRESALIA DE LOS DEMÁS.
ARACNE
era una gran tejedora y muchas personas venían a contemplarla con asombro
para ver lo hábilmente que tejía y las maravillosas creaciones que salían de
su aguja. En efecto, tan alta se elevó su popularidad que llegó a oídos de
Atenea, la diosa de esas artes, a quien Aracne, según muchos decían, debía
su talento. Atenea enseñó a los seres humanos a tejer, y todos los que
poseen tal habilidad deben su talento a esta diosa.
Pero la mera insinuación de ello hería el orgullo de Aracne y le producía un
sentimiento de desprecio.
—¡Atenea, por supuesto! No debo mi habilidad a nadie más que a mí misma, y
no existe nadie en el mundo ni en el cielo con quien no pueda competir. Si
Atenea lo desea, que intente medir su habilidad conmigo.
Sus amigos temblaron al oírla hablar de este modo, y entre la multitud que
se reunía como de costumbre a observar a Aracne surgió una anciana.
—Ten cuidado con lo que dices, querida. La edad y la experiencia siempre dan
sabiduría. Escucha lo que te digo, y consigue el favor de la diosa, pues
ella posee dones que otorga a los mortales que la veneran. No hay ningún
trabajo humano tan perfecto que no pueda ser mejorado.
—¡Anciana tonta, cuando necesite tu consejo te lo pediré! —replicó Aracne
furiosa. Si Atenea desea competir, déjala que venga.
—¡Aquí me tienes! —afirmó una voz imperiosa.
Y allí mismo, en donde había estado la anciana, se encontraba ahora la gran
Atenea en persona, con toda su espléndida gloria.
—¡Que empiece la prueba! —dijo la diosa.
Al principio Aracne se sintió confusa, pero pronto recuperó la serenidad y
aceptó el desafío abiertamente. Se dispusieron dos telares, y las rivales
comenzaron a trabajar.
Atenea eligió para su diseño un tapiz en el que los dioses se encontraban
dominando sobre la Acrópolis de Atenas: Zeus en toda su majestad, Poseidón
con su poderoso tridente y ella misma ofreciendo el olivo a los hombres como
su mejor don. Alrededor de esta escena central se hallaban estúpidos
mortales sumidos en la confusión, gigantes rebeldes convertidos en montañas
y, como una insinuación para su presuntuosa rival, jóvenes parlanchinas
convertidas en pájaros chillones. Todo esto enmarcado con hojas de olivo.
Aracne optó por burlarse de los dioses con su labor, escogiendo historias en
las que los dioses se habían sentido avergonzados: Zeus cortejando a mujeres
mortales de modo indecoroso, Apolo sirviendo de humilde pastor en la tierra,
Dioniso pasando sus borracheras, todo ello enmarcado en un fino dibujo de
hiedra y flores. Pero estas escenas irreverentes estaban tan bellamente
trabajadas y con un arte tan ingenioso, que uno podía imaginarse que tocaba
los animales y el follaje, de tan reales como parecían.
Su talento era innegable y Atenea, cuando se levantó a examinar el trabajo
de su rival, no lo pudo negar. Increpó con ira a Aracne dicicndole:
—¡Teje para siempre, pero puedes estar segura de que tu trabajo, aunque
delicado y bello, solo servirá para despertar horror y disgusto en la
humanidad; y, a pesar de lo intrincados y fascinantes que puedan ser tus
tapices, solo lograrás que sean barridos!
Para su horror, Aracne se dio cuenta de que sus atributos humanos, sus
miembros y su cuerpo, se estaban encogiendo. En menos de un minuto se habia
convertido en la primera araña de la tierra, destinada a tejer para siempre,
sin que su trabajo fuera apreciado jamás.
COMENTARIO: Coma tantos mitos, esta historia es obvia en su significado, en
el sentido de que sobrepasar los límites puede acarrear desgracias; porque
nadie es tan inteligente y habilidoso, ni tiene tanto talento como para
estar exento del desastre. «El orgullo aparece antes de la caída» reza el
proverbio, y esta historia lo ilustra profusamente.
Aracne, como muchas personas de talento, comienza por creer que su talento
la hace tan especial que nada puede tocarla. Y, por supuesto, su talento era
especial, pues ganó la prueba que hizo con Atenea. Sin embargo, alardear de
ello le costó la vida, pues fue condenada para siempre a tejer telas de
araña para ridiculizar la habilidad que había suscitado la envidia de
Atenea. Hasta los dioses son envidiosos, y provocar su envidia es poco
prudente, como aprendió Aracne a sus expensas.
En la vida cotidiana podemos ver escenas similares en las que artistas de
todas clases, ya se trate de pintores, músicos, cantantes o actores, se
sienten tan orgullosos de sus obras que creen que nada ni nadie podrá
superarlos. A la mente nos viene la imagen de grandes solistas con los que
es imposible trabajar. No es raro enterarse de que un actor de talento o una
modelo extraordinaria se comportan de forma tan desagradable que los
directores o fotógrafos no quieren trabajar con ellos. Es indudable que unos
pueden ser excelentes y otras hermosas, pero en un determinado momento su
otro lado, menos atractivo, supera su talento y, en definitiva, ese lado
oscuro acaba por pasar factura.
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