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OBSERVACIONES PRELIMINARES
Antes de entrar a tratar el tema referente a la Iniciación, a los Senderos
que se abren ante el hombre perfecto y a la Jerarquía oculta, deben
hacerse algunas observaciones esenciales para un concienzudo estudio y
comprensión de las ideas presentadas.
Debemos reconocer que en este espacio se afirman hechos y se hacen
declaraciones definidas, que no son susceptibles de comprobación inmediata
por parte del lector. Para evitar la creencia de que quienes presentamos
estos textos nos adjudicamos autoridad y prestigio por el conocimiento
expresado, rechazamos rotundamente tales pretensiones y no podemos hacer
otra cosa que presentar estos conocimientos como temas de facto. Sin
embargo, pedimos encarecidamente a quienes encuentren algún mérito en
estas páginas, no los sorprenda si existe un cierto aparente dogmatismo en
la presentación. Nuestra imperfecta personalidad no debe ser un
impedimento para considerar con mente abierta el mensaje en que aquí te
ofrecemos. En las cuestiones espirituales, nombres, personalidades y la
opinión externa autorizada, son de poca importancia. Constituyen de por
sí, sólo una guía segura que garantiza el reconocimiento y la orientación
internos. Por lo tanto, no tiene mayor importancia si el navegante recibe
el mensaje de este espacio Web como un llamado espiritual en un escenario
idealista, como una afirmación de hechos supuestos o una teoría
desarrollada por un estudiante y presentada a la consideración de sus
condiscípulos. Se brinda a todos por la respuesta interna que pueda evocar
y la luz o inspiración que pueda traer.
En estos días de desintegración de viejas formas y construcción de nuevas,
es muy necesaria la adaptabilidad. Debemos evitar el peligro de la
cristalización, por medio de la flexibilidad y la expansión. A primera
vista nos parece que la Sabiduría Antigua cambia, pero sobretodo es un
cambio de dimensiones y de aspecto y no básico o material. Los fundamentos
han sido siempre verdaderos. A cada generación le corresponde conservar
los rasgos esenciales de la vieja y querida forma, a la vez que ampliarla
y enriquecerla inteligentemente. Cada ciclo debe aportar lo adquirido
mediante las investigaciones y los esfuerzos científicos, y sustraer lo
inútil y decadente. Cada era debe construir con el producto y los triunfos
de ese período y desechar las acumulaciones del pasado que tienden a hacer
borrosos e indefinibles los contornos. A cada generación se le proporciona
el gozo de demostrar, sobre todo, la fuerza de las antiguas bases y la
oportunidad de construir sobre ellas una estructura que satisfará las
necesidades de la vida interna en evolución.
Las ideas aquí desarrolladas están corroboradas por ciertos hechos,
expuestos en la actual literatura esotérica, y son tres:
1. En la creación del sol y de los siete planetas sagrados que componen
nuestro sistema solar, nuestro Logos empleó materia impregnada de
cualidades determinadas. Nuestro sistema solar está construido con materia
ya existente, dotada de ciertas propiedades; dicha materia contenía
latente determinadas propiedades que fueron obligadas a manifestarse de un
modo peculiar, de acuerdo a la ley de Causa y Efecto, como sucede con todo
en el universo.
2. Toda manifestación es de naturaleza septenaria y la luz central
denominada Deidad, el Rayo Uno de la divinidad, se manifiesta primero como
triplicidad y después como septenario. El Dios Uno brilla como Dios Padre,
Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, reflejados a su vez en los Siete
Espíritus ante el Trono, los siete Logos planetarios. Los estudiantes
esoteristas de origen no cristiano quizás denominen a estos Seres el Rayo
Uno, que se manifiesta a través de los tres rayos mayores y los cuatro
menores, formando un septenario divino. El Rayo Sintético que fusiona a
todos es el gran Rayo de Amor, Sabiduría, pues en verdad "Dios es Amor".
Éste es el rayo índigo, el rayo fusionador, que al final del gran ciclo
absorberá a todos los demás, cuando se obtenga la perfección sintética.
También es la manifestación del segundo aspecto de la vida logoica. Este
aspecto, el de constructor de la forma, hace de nuestro sistema solar el
más concreto de los tres sistemas mayores. El aspecto Amor-Sabiduría se
manifiesta mediante la construcción de la forma, y como "Dios es Amor", en
el Dios de Amor "vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser" y así será
hasta el fin de la manifestación de los eones.
3. Los siete planos de Manifestación Divina, o siete planos mayores de
nuestro sistema, constituyen los siete subplanos del plano cósmico
inferior. Los siete rayos de que tanto se habla y que encierran tanto
interés y misterio, son análogamente los siete subrayos de un rayo
cósmico. Las doce Jerarquías creadoras son ramas subsidiarias de una
Jerarquía cósmica. Forman sólo un acorde de la sinfonía cósmica. Cuando el
séptuple acorde cósmico, del que somos humilde parte, resuene en sintética
perfección, sólo entonces se comprenderán las palabras del libro de Job:
"Las estrellas matutinas cantaban al unísono". La disonancia aún resuena y
la discordia surge de muchos sistemas; pero con la sucesión de los eones
surgirá una armonía ordenada y alboreará el día en que (si nos atrevemos a
hablar de las eternidades en términos de tiempo) el sonido del universo
perfecto resonará hasta los lejanos confines de la más remota
constelación. Entonces se conocerá el misterio del "canto nupcial de los
cielos".
Se sugiere al navegante que recuerde y valore ciertas ideas, antes de
emprender el estudio de la Iniciación. Debido a la extrema complejidad del
tema sólo es factible obtener una idea general del esquema, de ahí la
inutilidad del dogmatismo. Lo único que podemos hacer es sentir una
fracción de algún todo maravilloso, más allá del alcance de nuestra
conciencia, un todo que sólo el Ángel más excelso o Ser más perfecto,
recién comienza a comprender. Cuando se reconozca que el hombre común sólo
ha sido hasta ahora plenamente consciente en el plano físico,
semiconsciente en el emocional y comienza a desarrollar la conciencia en
el plano mental, se evidenciará que su comprensión de las informaciones
cósmicas sólo puede ser rudimentaria. Cuando se conozca también que ser
consciente en un plano y ejercer control en él, son dos cosas
completamente distintas, será evidente que es remota la posibilidad de
conocer algo más de la tendencia general del esquema cósmico.
Además, se deberá reconocer que el peligro reside en el dogma y en el
hermetismo de los libros de texto y que la seguridad otorga flexibilidad
al cambiante punto de vista. Por ejemplo, un hecho, desde el punto de
vista de la humanidad (empleando la palabra hecho en, sentido científico,
como algo demostrado y comprobado más allá de toda duda y controversia),
puede no ser un hecho desde el punto de vista de un Maestro. Para Él,
puede ser tan sólo parte de un hecho mayor, la fracción de un todo. Puesto
que su visión abarca la cuarta y la quinta dimensión, el conocimiento
sobre el lugar que ocupa el tiempo en la eternidad debe ser más exacto que
el nuestro. Vé las cosas desde arriba, como si el tiempo no existiera para
Él.
En la mente del Logos o Deidad de nuestro sistema solar, existe un
inexplicable principio de mutación, que rige todas Sus acciones. No vemos
nada más que las formas siempre mutables, y captamos en ellas vislumbres
de la vida en constante evolución, pero no conocemos aún el principio que
actúa a través del variante caleidoscopio de los sistemas solares, rayos,
jerarquías, planetas, planos, esquemas, rondas, razas y subrazas. Todos se
entretejen, entrelazan e interpenetran, asombrándonos el maravilloso
diseño que se despliega ante nosotros. Sabemos que en alguna parte de ese
esquema, nosotros, la jerarquía humana, tenemos nuestro lugar. En
consecuencia, todo lo que podemos hacer es aprovechar la oportunidad que
nos presenta nuestro bienestar y nuestra propia evolución, además de lo
que proviene del estudio del ser humano en los tres mundos, tratando de
esa manera de comprender parcialmente el macrocosmos. No sabemos cómo el
Uno puede convertirse en los tres, los tres en los siete y así
sucesivamente, hasta inconcebibles diferenciaciones. Para la visión
humana, este entrelazamiento del sistema encierra una complejidad
inimaginable, cuya clave ni siquiera se vislumbra. Desde el punto de vista
de un Maestro, todo prosigue en ordenada secuencia. Desde el punto de
vista de la visión divina, el todo se mueve armónicamente al unísono,
produciendo una forma geométricamente exacta. Browing había logrado parte
de la verdad cuando escribió:
"Todo es cambio, pero también permanencia..." y continuó:
"La verdad interna y la verdad externa, verdad también, y, entre ambas, la
falsedad que es cambio, así como la verdad es permanencia".
"La verdad toma sucesivas formas en un grado mayor a su última
presentación...".
Debe recordarse también que más allá de cierto punto no es conveniente ni
prudente dar información sobre los hechos del sistema solar. Mucho debe
permanecer esotérico y velado. Los riesgos que trae el conocimiento
excesivo son mucho más grandes que la amenaza del poco conocimiento. Con
el conocimiento viene la responsabilidad y el poder, dos cosas para las
cuales la raza no está aún preparada. Por lo tanto, todo lo que podemos
hacer es estudiar y correlacionar, aplicando la sabiduría y la discreción
que poseamos, utilizando el conocimiento adquirido en bien de quienes
tratamos de ayudar y reconociendo que el empleo inteligente del
conocimiento acrecienta la capacidad para recibir la sabiduría oculta.
Paralelamente y de acuerdo a la inteligente adaptación del conocimiento a
las necesidades ambientales, debemos aumentar la capacidad de mantener una
discreta reserva y de emplear la facultad discriminadora. Cuando podamos
utilizar inteligentemente el conocimiento, retenerlo discretamente y
discriminar con sensatez, ofreceremos a los observadores instructores de
la raza, la mejor garantía de que estamos preparados para una nueva
revelación.
Debemos resignarnos ante el hecho de que el único modo para encontrar la
clave del misterio de los rayos, sistemas y jerarquías, reside en el
estudio de la Ley de Correspondencias o Analogías. Es el único hilo capaz
de guiarnos a través del laberinto y el único rayo de luz que brilla en la
oscuridad de la ignorancia circundante. Al estudiar esta Ley debemos
recordar que la analogía reside en su esencia y no en los detalles
exotéricos, según creemos desde nuestro actual punto de vista. Por un lado
nos desvía el factor tiempo y erramos cuando tratamos de establecer tiempo
y límites fijos; todo en la evolución progresa por la unión y por un
constante proceso de fusión, superposición y mezcla. Para el estudiante
común, sólo pueden darse amplias generalidades y el reconocimiento de los
puntos fundamentales de la analogía. En cuanto intenta reducir a diagramas
y clasificaciones detallados, entra en reinos donde está sujeto al error y
entonces tambalea a través de la niebla que, finalmente, lo abruma.
No obstante, mediante el estudio científico de la Ley de Analogía se
obtendrá un acrecentamiento gradual del conocimiento y en la lenta
acumulación de los hechos se construirá una forma que, en continua
expansión, encerrará gran parte de la verdad. El estudiante comprenderá
entonces que, después de todo, debido a su estudio y esfuerzo, tiene por
lo menos un concepto amplio y general de la forma mental logoica, a la
cual podrá adaptar los detalles, a medida que los adquiera en el curso de
muchas encarnaciones. Esto nos lleva al último punto que debe ser
considerado antes de entrar en el tema propiamente dicho y es que:
El desarrollo del ser humano consiste en el paso de un estado de
conciencia a otro. Es una sucesión de expansiones, un desarrollo de la
facultad perceptiva que constituye la característica predominante del
inmanente Pensador. Es el progreso de la conciencia centralizada en la
personalidad, yo inferior o cuerpo, hacia la conciencia centralizada en el
Yo superior, Ego o alma y, de allí, pasa a centralizarse en la mónada o
espíritu, hasta que oportunamente la conciencia llega a ser divina. A
medida que el ser humano se desarrolla, la facultad de percepción se
amplía más allá de los límites que lo confinan en los reinos inferiores de
la naturaleza mineral, vegetal y animal, en los tres mundos de la
evolucionante personalidad, en el planeta donde desempeña su parte y en el
sistema donde ese planeta gira, hasta que, finalmente, supera las
condiciones del sistema solar mismo y llega a ser universal. |
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