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ESPIRITUALIDAD Y RELIGIÓN
Cuál es el papel de las religiones convencionales en el surgimiento de la
nueva conciencia? Muchas personas ya han tomado conciencia de la
diferencia entre la espiritualidad y la religión. Reconocen que el hecho
de tener un credo (una serie de creencias consideradas como la verdad
absoluta) no las hace espirituales, independientemente de cuál sea la
naturaleza de esas creencias. En efecto, mientras más se asocia la
identidad con los pensamientos (las creencias), más crece la separación
con respecto a la dimensión espiritual interior. Muchas personas
"religiosas" se encuentran estancadas en ese nivel. Equiparan la verdad
con el pensamiento y, puesto que están completamente identificadas con el
pensamiento (su mente), se consideran las únicas poseedoras de la verdad,
en un intento inconsciente por proteger su identidad. No se dan cuenta de
las limitaciones del pensamiento. A menos de que los demás crean (piensen)
lo mismo que ellas, a sus ojos, estarán equivocados; y en un pasado no muy
remoto, habrían considerado justo eliminar a esos otros por esa razón. Hay
quienes todavía piensan así en la actualidad.
La nueva espiritualidad, la transformación de la conciencia, comienza a
surgir en gran medida por fuera de las estructuras de las religiones
institucionalizadas. Siempre hubo reductos de espiritualidad hasta en las
religiones dominadas por la mente, aunque las jerarquías
institucionalizadas se sintieran amenazadas por ellos y muchas veces
trataran de suprimirlos. La apertura a gran escala de la espiritualidad
por fuera de las estructuras religiosas es un acontecimiento completamente
nuevo. Anteriormente, esa manifestación habría sido inconcebible,
especialmente en Occidente, cultura en la cual es más grande el predominio
de la mente y en donde la Iglesia cristiana tenía prácticamente la
franquicia sobre la espiritualidad. Era imposible pensar en dar una charla
o publicar un libro sobre espiritualidad sin la venia de la Iglesia. Y sin
esa venia, el intento era silenciado rápidamente. Pero ya comienzan a
verse señales de cambio inclusive en el seno de ciertas iglesias y
religiones. Realmente es alentador y gratificante ver algunas señales de
apertura como el hecho de que Juan Pablo II visitara una mezquita y
también una sinagoga.
Esto sucede en parte como resultado de las enseñanzas espirituales
surgidas por fuera de las religiones tradicionales, pero también debido a
la influencia de las enseñanzas de los antiguos sabios orientales. Así, un
número creciente de seguidores de las religiones tradicionales pueden
dejar de identificarse con la forma, el dogma y los credos rígidos para
descubrir la profundidad original oculta dentro de su propia tradición
espiritual, y descubrir al mismo tiempo la profundidad de su propio ser.
Se dan cuenta de que el grado de "espiritualidad" de la persona no tiene
nada que ver con sus creencias sino todo que ver con su estado de
conciencia. Esto determina a su vez la forma como actúan en el mundo y se
relacionan con los demás.
Quienes no logran ver más allá de la forma se encierran todavía más en sus
creencias, es decir, en su mente. En la actualidad estamos presenciando un
surgimiento sin precedentes de la conciencia, pero también el
atrincheramiento y la intensificación del ego. Habrá algunas instituciones
religiosas que se abrirán a la nueva conciencia mientras que otras
endurecerán sus posiciones doctrinarias para convertirse en parte de todas
esas otras estructuras forjadas por el ser humano detrás de las cuales se
ha de atrincherar el ego para defenderse y contraatacar. Algunas iglesias,
sectas, cultos o movimientos religiosos son básicamente entidades
colectivas del ego identificadas tan rígidamente con sus posiciones
mentales como los seguidores de cualquier ideología política cerrada ante
cualquier otra interpretación diferente de la realidad.
Pero el ego está destinado a disolverse, y todas sus estructuras
osificadas, ya sea de las religiones o de otras instituciones,
corporaciones o gobiernos, se desintegrarán desde adentro, por afianzadas
que parezcan. Las estructuras más rígidas, las más refractarias al cambio,
serán las primeras en caer. Esto ya sucedió en el caso del comunismo
soviético. A pesar de cuán afianzado, sólido y monolítico parecía, al cabo
de unos cuantos años se desintegró desde adentro. Nadie lo vio venir. A
todos nos cayó por sorpresa. Y son muchas otras las sorpresas que nos
esperan.
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