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QUERER MÁS, DESEO DE MÁS: LA NECESIDAD DE POSEER MÁS
El ego se identifica con lo que se tiene, pero la satisfacción que se
obtiene es relativamente efímera y de corta duración. Oculto dentro de él
permanece un sentimiento profundo de insatisfacción, de "no tener
suficiente", de estar incompleto. "Todavía no tengo suficiente", dice el
ego queriendo decir realmente, "Todavía no soy suficiente".
Como hemos visto en espacios precedentes, tener (el concepto de la propiedad) es
una ficción creada por el ego para dotarse a sí mismo de solidez y permanencia y
poder sobresalir y ser especial. Sin embargo, puesto que es imposible
encontrarnos a nosotros mismos a través de la tenencia, hay otro ímpetu más
fuerte y profundo relacionado con la estructura del ego: la necesidad de poseer
más, a la cual denominamos "deseo". No hay ego que pueda durar mucho tiempo sin
la necesidad de poseer más. Por consiguiente, el deseo mantiene al ego vivo
durante más tiempo que la propiedad. El ego desea desear más que lo que desea
tener. Así, la satisfacción somera de poseer siempre se reemplaza por más deseo.
Se trata de la necesidad psicológica de tener más, es decir, más cosas con las
cuales identificarse. Es una necesidad adictiva y no es auténtica.
En algunos casos, la necesidad psicológica de tener más o la sensación de la
carencia tan características del ego se transfieren al nivel físico, de tal
manera que se convierte en un apetito insaciable. Las personas afectadas por la
bulimia se obligan a vomitar para continuar comiendo. El hambre está en su
mente, no en el cuerpo. Este trastorno de la alimentación se curaría si la
víctima, en lugar de identificarse con la mente, pudiera entrar en contacto con
su cuerpo y sentir las verdaderas necesidades del mismo en lugar de las falsas
necesidades de la mente dominada por el ego.
Algunos egos saben lo que desean y persiguen su propósito con determinación
siniestra y despiadada: Gengis Khan, Stalin, Hitler serían algunos ejemplos más
que ilustrativos. Sin embargo, la energía que alimenta su deseo crea una energía
opuesta de igual intensidad, la cual provoca finalmente su caída. Entretanto,
siembran la infelicidad para ellos mismos y los demás o, en el caso de los
ejemplos anteriores, crean el infierno en la tierra. La mayoría de los egos
sienten deseos contradictorios. Desean cosas diferentes a cada momento o quizás
no sepan lo que desean, salvo que no desean lo que es: el momento presente. Como
resultado de ese deseo insatisfecho vienen el desasosiego, la inquietud, el
aburrimiento, la ansiedad y la insatisfacción. El deseo es estructural, de
manera que no hay contenido que pueda proporcionar una sensación duradera de
logro mientras esa estructura mental continúe existiendo. En el ego de los
adolescentes, (muchos viven en un estado permanente de negatividad e
insatisfacción), se encuentra con frecuencia ese deseo de algo inespecífico.
Las necesidades físicas de alimento, agua, cobijo, vestido y las comodidades
básicas podrían satisfacerse fácilmente para todos los seres humanos del planeta
si no fuera por el desequilibrio generado por la necesidad rapaz y demente de
tener más, por la codicia del ego. Esta necesidad encuentra su expresión
colectiva en las estructuras económicas de este mundo tales como las
corporaciones gigantescas, las cuales son entidades egotistas que compiten entre
sí por tener más. Su único objetivo cegador es obtener beneficio. Persiguen ese
objetivo de manera absolutamente inmisericorde. La naturaleza, los animales, las
personas y hasta sus propios empleados no son otra cosa que cifras en un
balance, objetos inanimados para explotar y luego descartar.
Las formas de pensamiento de mi y mío, más que, quiero, necesito, preciso tener
y no es suficiente, no se relacionan con el contenido sino con la estructura del
ego. El contenido es intercambiable. Mientras no se reconozca la existencia de
esas formas de pensamiento y permanezcan en el inconsciente, estamos sujetos a
creer en ellas; estamos condenados a manifestar esos pensamientos inconscientes,
condenados a buscar sin encontrar, porque cuando operan esas formas de
pensamiento no hay nada que pueda satisfacernos, ninguna posesión, ningún lugar,
ninguna persona ni ninguna condición. Independientemente de lo que tengamos u
obtengamos, no podremos ser felices. Siempre estaremos buscando algo que prometa
una mayor realización, que encierre la promesa de completar el ser incompleto y
de llenar esa sensación de carencia que llevamos dentro.
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