TENER UNA VERDADERA IDEA DEL OBJETO DEL CUERPO FÍSICO
Cuando el alma se sumerge en los fenómenos del mundo exterior, por medio de la
percepción física, no puede decirse -después de un verdadero auto-análisis- que
el alma perciba esos fenómenos, o que realmente experimente las cosas del mundo
externo. Porque durante el tiempo de su entrega, en su adoración del mundo
exterior, el alma en realidad nada sabe de sí misma. El hecho en realidad es,
más bien, que la luz solar, radiando de las cosas por el espacio en diversos
colores, vive o se experimenta a sí misma en el alma.
Cuando el
alma goza de un acontecimiento cualquiera, en el momento de goce el alma es
realmente gozo, siempre que sea consciente de Ser. El goce se experimenta en el
alma. El alma es una con su experiencia del mundo. No se siente a sí misma como
algo separado que siente alegría, goce, admiración, satisfacción o miedo. Es, en
realidad, alegría, admiración, satisfacción o miedo.
Si el
alma admitiera siempre este hecho, entonces, y sólo entonces, se vivirían en
toda su profundidad y riqueza las ocasiones en que el alma se retira de la
experiencia del mundo exterior y se contempla a sí misma.
Estos
momentos de retiro aparecerían entonces como formando una vida de carácter
completamente especial, que enseguida se vería que es del todo distinto de la
vida ordinaria del alma. Y es con esta clase de vida especial cómo comienzan a
despuntar en la conciencia los misterios de la existencia psíquica, y estos
misterios, a su vez, son en realidad la fuente de todos los demás
misterios del mundo. Porque dos mundos -uno interior y el otro exterior- se
presentan al espíritu del ser humano, tan pronto como el alma durante un tiempo
más o menos largo, deja de ser una con el mundo exterior y se retira a la
soledad de su propia existencia.
Ahora
bien, esta retirada o retraimiento no es ningún proceso simple, que, una vez
llevado a cabo pueda ser repetido de nuevo en la misma forma. Es más bien algo
así como el comienzo de un viaje o jornada hacia mundos antes desconocidos.
Una vez
que se ha dado comienzo a este viaje, cada paso evocará o dará origen a otros, y
será a la vez la preparación de los siguientes. Es el primer paso el que
capacita al alma para dar el siguiente, y cada paso aporta un conocimiento más
completo acerca de la contestación a la pregunta: “¿Qué es el ser humano en el
verdadero sentido de la palabra?".
Mundos se
abren que antes estaban ocultos a la comprensión ordinaria de la vida. Y sin
embargo, sólo en estos mundos superiores pueden encontrarse los hechos que
revelarán la verdad más completa sobre la perspectiva de la vida cotidiana. Y
aún cuando ninguna respuesta demuestre ser omniabarcante y final, las respuestas
obtenidas en ese viaje interno del alma van más allá de cuanto los sentidos, o
el intelecto a ellos ligado, pueden dar jamás. Porque este “algo más” es
totalmente necesario al ser humano. Verás que es así cuando realmente y
seriamente reflexiones sobre tu propia naturaleza.
Para
comenzar este camino por los reinos de nuestra propia alma, son necesarios
sentido común y clara lógica. Éstos forman un punto de partida seguro para
lanzarse a los reinos suprasensibles, que el alma, después de todo, está ansiosa
por alcanzar.
Muchas
almas preferirían no tener que preocuparse en respetar estas consideraciones
iniciales necesarias para emprender el camino espiritual: el tener y no perder
el sentido común y la lógica. Estas personas preferirían más bien poder dar un
salto hacia esos mundos suprasensibles... pero toda alma sana, aunque al
principio hubiera eludido esas consideraciones como desagradables, acaba
por someterse a ellas más tarde. Porque por muy vasto que sea el conocimiento
que uno haya obtenido de los mundos suprasensibles, partiendo de otro punto de
salida, sólo se puede andar el auténtico camino espiritual teniendo una base
sólida: teniendo y ejerciendo el sentido común y la lógica.
***
En la
vida del alma puede llegar un momento en que ésta se diga a si misma: “Debes
retraerte de todo lo que un mundo exterior pueda darte, si no te quieres ver
forzada a confesar que eres solamente un “Ser sin sentido”. Pero esto haría la
vida imposible, porque está bien claro que lo que uno percibe en torno suyo
existe independientemente de uno: existía sin mí y continuará existiendo sin mí.
¿Por qué
entonces se perciben los colores en mí, mientras que mi percepción bien puede no
tener importancia o consecuencias para ellos ¿Por qué construyen mi cuerpo las
fuerzas y substancias del mundo externo?
Si
reflexiono compruebo que este cuerpo sólo adquiere vida como manifestación
externa de mi mismo. Es una parte del mundo externo transformada en mí. Y,
además veo que me es completamente necesario. Porque, para empezar, yo no podría
tener ninguna experiencia interior sin mis sentidos, que sólo el cuerpo puede
poner a mi disposición. Sin mi cuerpo físico yo estaría vacío, como lo estaba en
el principio. Él me da, por medio de los sentidos, sustancia y plenitud
interiores.
Este
cuerpo físico -tal como existe en este momento- es la expresión de la
experiencia del alma. Con sus procesos permiten al alma vivir en el cuerpo y
obtener experiencia de sí misma por su medio.
Sin
embargo, siguiendo la ley de la propia vida, llegará un tiempo en el que esto no
será así. Algún día, la vida del cuerpo físico emprenderá procesos y
transformaciones diferentes de los que ocurren hoy, que vive para mi y para que
yo pueda obtener mi experiencia anímica.
Seguirá
quedando sujeto a la ley de la vida, de la naturaleza, y que nada tienen que
hacer conmigo y con mi vida. El cuerpo, al que debo la experiencia de mi alma,
será absorbido por los procesos generales del mundo y existirá allí en una forma
que nada tiene de común con lo que lo experimento dentro de mí mismo.
Esta
reflexión puede evocar en la experiencia interior todo el horror del pensamiento
de la muerte, pero sin mezcla de los sentimientos meramente personales que
ordinariamente suelen relacionarse con este pensamiento. Cuando tales
sentimientos personales prevalecen, no es fácil establecer la calma, ese
estado de la mente necesario para poder adquirir conocimiento.
Es
natural que el ser humano quiera saber algo sobre la muerte y sobre una vida del
alma independiente de la disolución del cuerpo. Pero la relación existente entre
el ser humano mismo y estas cuestiones es, quizás más que nada en el mundo, lo
más apropiado para confundir su juicio objetivo y para inducirlo a aceptar como
respuestas genuinas sólo aquellas que están inspiradas por sus propios deseos.
Porque es imposible obtener verdadero conocimiento de cualquier clase en los
mundos espirituales sin estar dispuestos a aceptar, con completo desinterés
personal, un “No” con la misma facilidad que un “Sí”.
La
combinación especial de fuerzas, que viene a la existencia junto con el cuerpo,
se mantiene tan indiferente al cuerpo en su carácter de vehículo del alma, como
esas combinaciones de fuerzas que producen los procesos en el cuerpo muerto.
Esta indiferencia no existe de parte del alma, sino de parte del cuerpo y de sus
fuerzas.
El alma
adquiere experiencia de sí misma por medio del cuerpo, pero el cuerpo vive en,
con y por medio del mundo externo, y no concede mayor importancia a los
fenómenos psíquicos que a los del mundo exterior.
Así que,
en la vida, en primer lugar, sentimos dentro de nosotros las leyes del mundo
exterior, que están activas en esa combinación especial de materiales, que se
manifiesta bajo la forma del cuerpo humano. Sentimos este cuerpo como miembro
del mundo exterior, pero somos ignorantes en lo que respecta a nuestro propio
interior.
El cuerpo
debe, por lo tanto, aparecer en el mundo externo como una combinación de fuerzas
y substancias, que existe por sí mismo y es explicable por sí mismo como miembro
del mundo exterior. La Naturaleza hace crecer una planta y luego la disuelve. La
Naturaleza rige el cuerpo humano y lo hace desaparecer dentro de su propia
esfera.
Si el ser
humano logra tomar su posición respecto a la Naturaleza con tales ideas puede
olvidarse de sí mismo y de todo lo que hay en él y sentir su cuerpo como miembro
del mundo externo. Si piensa de esta forma acerca de sus relaciones consigo
mismo y con la Naturaleza, experimenta en relación consigo mismo eso que
llamamos su cuerpo físico. |