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ARTE
RUPESTRE: PINTURA
Una
pintura rupestre es todo dibujo o boceto prehistórico que existe en algunas
rocas y cavernas. El término «rupestre» deriva del latín rupestris, y éste
de rupes (roca). De modo que, en un sentido estricto, rupestre haría
referencia a cualquier actividad humana sobre las paredes de cavernas,
covachas, abrigos rocosos e, incluso farallones o barrancos, entre otros.
Desde este aspecto, es prácticamente imposible aislar las manifestaciones
pictóricas de otras representaciones del arte prehistórico como los
grabados, las esculturas y los petroglifos, grabados sobre piedra mediante
percusión o erosión. Al estar protegidas de la erosión por la naturaleza del
soporte, las pinturas rupestres han resistido el pasar de los siglos.
Se trata de una de
las manifestaciones artísticas más antiguas de las que se tiene constancia,
ya que, al menos, existen testimonios datados hasta los 40.000 años de
antigüedad, es decir, durante la última glaciación. Por otra parte, aunque
la pintura rupestre es esencialmente una expresión espiritual primitiva,
ésta se puede ubicar en casi todas las épocas de la historia del ser humano
y en todos los continentes exceptuando la Antártida. Las más antiguas
manifestaciones y las de mayor relevancia se encuentran en España y Francia.
Se corresponden con el periodo de transición del Paleolítico al Neolítico.
Del primero de los periodos citados son las extraordinarias pinturas de la
Cueva de Altamira, situadas en Santillana del Mar, Cantabria (España).
Estas pinturas —y las
otras manifestaciones asociadas— revelan que el ser humano, desde tiempos
prehistóricos, organizó un sistema de representación artística, se cree, en
general, que está relacionado con prácticas de carácter mágico-religiosas
para propiciar la caza. Dado el alcance cronológico y geográfico de este
fenómeno, es difícil, por no decir, imposible, proponer generalizaciones.
Por ejemplo, en ciertos casos las obras rupestres se dan en zonas recónditas
de la cueva o en lugares difícilmente accesibles; hay otros, en cambio, en
los que éstas están a la vista y en zonas expeditas y despejadas. Cuando la
decoración está apartada de los sitios ocupados por el asentamiento se
plantea el concepto de santuario cuyo carácter latente subraya su
significado religioso o fuera de lo cotidiano. En los casos en los que la
pintura aparece en contextos domésticos es necesario replantear esta noción
y considerar la completa integración del arte, la religión y la vida
cotidiana del ser humano primitivo.
En 1879 don Marcelino S. de Santuola, dio a conocer las pinturas de la Cueva
de Altamira.
El descubrimiento fue
importantísimo. Demostraba que el hombre prehistórico había realizado obras
de arte, hasta entonces desconocidas, en el interior de las cavernas. Pasado
un tiempo, en 1907, Juan Cabré publicó unas pinturas de ciervos (halladas en
la Roca dels Moros de Calapatá, Teruel) de un estilo diferente al de la
cueva de Altamira: se había descubierto otro estilo de arte rupestre: el
levantino.
Posteriormente se han
realizado numerosos hallazgos y los investigadores han podido conocer mejor
el arte rupestre y determinar, para la Península Ibérica, tres estilos
principales: el Arte Paleolítico, el Arte Levantino y el Arte Esquemático.
Pero las pinturas y grabados sobre las paredes de las cuevas y abrigos no
fueron la única expresión artística de la Prehistoria. También se realizó
pintura sobre cantos rodados, escultura, cerámicas decoradas, objetos
ornamentales. |
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