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HABLEMOS EN POSITIVO Y EXPRESEMOS NUESTROS SENTIMIENTOS DESDE EL AFECTO
Un
ejercicio sencillo nos ayudará a comprender el auténtico significado de esta
regla de oro. Cerremos los ojos e intentemos centrarnos en la experiencia más
tierna y afectiva que hayamos sentido; ahondemos en cómo nos sentíamos, cómo
nuestro corazón estaba lleno del amor y del cariño que recibíamos; a
continuación, pausadamente, sin prisas, recordemos y visualicemos los ojos, la
expresión y la forma de comunicarse de la persona que teníamos a nuestro lado en
esos momentos de felicidad, ¿cómo nos miraba?, ¿qué nos decía?, ¿qué gestos
mostraba?, ¿cómo se dirigía a nosotros...?; ¡paremos la imagen!, profundicemos
en nuestros sentimientos, intentemos centrarnos en aquellas emociones
maravillosas que sentíamos, y sabremos cómo podemos y debemos tratar a las
personas que queremos. Finalmente, preguntémonos: ¿ésta es la forma en que yo me
dirijo a mi pareja o a mis seres queridos?; si la respuesta es positiva, sigamos
cultivando esos hábitos saludables en nuestra comunicación, pero si la respuesta
es negativa, ¡pongámonos inmediatamente en acción, hasta que nuestros gestos y
nuestras palabras logren expresar todo el cariño, el afecto y la positividad que
llevamos dentro!
¡Cuánto
poder tenemos!, ¡cómo cambian las emociones cuando hablamos desde el cariño!,
cuando nos permitimos mostrar esa parte tan tierna que llevamos dentro. ¡Seamos
generosos!, el afecto genera afecto y produce bienestar, de la misma forma que
el distanciamiento potencia las relaciones frías y hace crecer la semilla de la
hostilidad y el aislamiento.
La
forma de comunicarnos puede constituir nuestro principal tesoro o nuestra mayor
desgracia.
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