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EL RAYO DE LA
PERSONALIDAD O YO INFERIOR
Se ha
tratado con cierta extensión el primer factor, el rayo egoico, para determinar
el método de meditación. Ahora nos ocuparemos de las funciones del rayo de la
personalidad para determinar dicho método. Como se sabe, el rayo de la
personalidad es siempre un subrayo del rayo espiritual, y varía con más
frecuencia que el rayo egoico. En los Egos evolucionados, que hoy se encuentran
entre los pensadores de la raza y los prominentes trabajadores, en todos los
sectores de actividad en el mundo, el rayo de la personalidad puede variar vida
tras vida, estando basada cada vida en una nota diferente y manifestando un
color distinto. De esta manera el cuerpo causal se va equipando más rápidamente.
Cuando la unidad reencarnante ha llegado a una etapa en que puede elegir
conscientemente su modalidad de expresión, primeramente recapitulará sus vidas
anteriores, y el conocimiento así adquirido lo guiará para elegir la simiente.
Antes de reencarnar hará vibrar su nota egoica, y observará la carencia de
plenitud o la disonancia que pueda contener; entonces decidirá qué nota
fundamentará la vibración de su futura personalidad.
Posiblemente dedique una vida a emitir una nota particular y a estabilizar una
vibración determinada. La nota debe emitirse y la vibración estabilizarse, en
diversas circunstancias. De allí la necesidad de que la vida del aspirante o del
discípulo cambie frecuentemente, y esto explica la manifiesta condición de
variedad y caos aparente, que caracteriza a tales vidas.
Cuando la disonancia se ha corregido y la vibración es constante y no está
sujeta a cambios, se ha realizado el trabajo necesario. El Ego puede recoger
nuevamente sus fuerzas, antes de continuar la tarea de perfeccionamiento del
cuerpo causal y llevar el acorde deseado a una perfecta exactitud y claridad de
tono. Entonces se verá cuán necesario es adaptar el método de meditación a la
necesidad de la personalidad, sincronizándolo al mismo tiempo con el primer
factor e involucrando al rayo del Ego.
Ilustración práctica.
Permítanme ilustrar a fin de dilucidar de algún modo esta cuestión, siendo
deseable que haya una exacta comprensión.
Supongamos que el rayo egoico al cual pertenece A es el de amor o sabiduría,
mientras que el rayo de su yo inferior es el quinto rayo o de Conocimiento
Concreto. En vidas pasadas A demostró amor y realizó verdaderos progresos
mediante el método del rayo sintético, el de expansión. Ahora ama intensamente y
su conciencia se expande con gran facilidad, hasta incluir una parte exacta de
las circunstancias ambientales; pero aunque posee inteligencia común, carece de
la vibración estabilizadora, inherente al quinto rayo. No tiene la concentración
que fuerza los resultados, y necesita el fundamento básico de hechos, antes de
que pueda progresar inteligentemente y sin peligro. El instructor prudente, al
darse cuenta de esta necesidad, emplea el método de expansión inherente al rayo
egoico, y lo aplica a la expansión del cuerpo mental. Mediante el método,
inteligentemente adjudicado, la facultad de expansión (utilizada hasta entonces
únicamente para incluir a otros por medio del amor) será aplicada al esfuerzo
concentrado con idéntica finalidad de expansión, pero con el propósito de
adquirir conocimiento. Alcanzado esto, todo esfuerzo de la vida personal podrá
dedicarse aparentemente (en determinada encarnación) a adquirir una posición
científica y al desarrollo de la mente. El progreso intelectual podrá parecer de
gran importancia al observador sin cultura; no obstante la tarea continúa como
lo ha deseado el guía interno, y sólo la vida a vivir pondrá de manifiesto la
sabiduría de la elección egoica.
Combinando los métodos de segundo rayo y la dedicación que otorga el quinto
rayo, se alcanzará la expansión intelectual. ¿He puesto esto en claro? Trato de
escribir con claridad, porque la meditación es de vital importancia para muchos.
Por lo tanto, después de un cuidadoso análisis, resultará evidente que cuanto
más sabemos, menos juzgamos. Una persona podrá haber desarrollado el aspecto
amor; no obstante, en determinada encarnación, ese aspecto podrá ser pasivo, y
la línea de desarrollo más evidente será la estrictamente intelectual.
Abstenerse de opinar es la mejor actitud para el observador inteligente, pues
aún no posee la visión interna que ve el color, ni el oído interno que le
permite reconocer la nota.
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