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EL DOBLE EFECTO DE LA PALABRA SAGRADA: CONSTRUCTOR Y DESTRUCTOR
Hemos dividido el tema en cuatro partes y nos ocuparemos de las dos primeras, el
efecto creador y destructivo de la Palabra. Sólo será posible dar pocas
indicaciones generales, que permitan establecer una base para la aplicación
inteligente de la ley.
Ante todo repetiré la conocida verdad de que los mundos son el efecto del
sonido. Primero la vida, después la materia; luego la materia es atraída a la
vida para su manifestación y expresión y la ordenada configuración de esa
materia en las formas necesarias. El sonido constituye el factor cohesivo, el
impulso propulsor y el medio atrayente. El sonido, en sentido oculto y
profundamente metafísico, significa lo que llamamos "la relación entre", siendo
el intermediario creador, el tercer factor vinculador en el proceso de la
manifestación, el akasha. En los planos más elevados es el agente de esa Gran
Entidad que esgrime la ley cósmica de gravedad, en su relación con nuestro
sistema solar mientras que en los planos inferiores se manifiesta como luz
astral, siendo el gran agente reflector que fija y perpetúa, en su vibrante
seno, el pasado, el presente y el futuro, o lo que denominamos Tiempo. En
relación directa con el vehículo inferior se manifiesta como electricidad, prana
y fluido magnético. Quizás obtengan una idea más clara y sencilla, si consideran
al sonido como agente de la ley de atracción y repulsión.
Los siete grandes Alientos.
El Logos, en su séptuple plenitud, al enunciar la Palabra Sagrada para crear el
actual sistema solar, reunió, al inspirar, la materia necesaria para la
manifestación, iniciando con el primer gran Aliento la evolución de esa materia,
Con el segundo gran Aliento se estableció la diferenciación y se implantó el
segundo aspecto logoico.
Con el tercer gran Aliento se manifestó el aspecto actividad; la materia se
impregnó de esta facultad y la quíntupla evolución llegó a ser una posibilidad.
Con el cuarto gran Aliento algunas de las Jerarquías respondieron, y los grandes
Constructores vieron el plan con mayor claridad. Existe una relación definida
entre el cuarto gran Aliento y la Cuarta Jerarquía creadora, o sea la Jerarquía
de los Espíritus humanos. Esta cuarta nota del Logos tiene una significación
especial para el Espíritu humano y produce un efecto singular en esta tierra y
en este cuarto ciclo. La relatividad del mismo es tal, que resultaría difícil
que pudieran comprender su efecto. Se manifiesta, hasta donde puedan captarlo,
en la nota armónica del cuarto plano y rayo. Esta nota compenetra actualmente a
los pueblos del mundo y lo ha hecho desde la cuarta raza raíz. Se demuestra en
el esfuerzo que realiza la humanidad para comprender el ideal de armonía y de
paz y en la aspiración mundial para lograrlo.
Este cuarto aliento es aplicable especialmente a la evolución humana. Por lo
tanto tenemos que:
El primer subtono de la triple Palabra dio la primera nota vibratoria e inició
el movimiento de las esferas, solares o atómicas. Personifica la Voluntad.
El segundo subtono de la triple Palabra implantó el segundo aspecto, y trajo al
regente cósmico del rayo sintético a la manifestación. Señaló la dualidad o el
amor reflejo.
El tercer subtono de la triple Palabra hizo posible nuestra quíntuple evolución.
Es la nota básica de los cinco planos inferiores. Marcó la actividad o
adaptabilidad.
El cuarto subtono de la triple Palabra es el sonido de la Jerarquía humana y
podría denominarse el "grito del hombre".
Cada uno de los sonidos trajo directamente un rayo a la manifestación, con todo
lo que éste contiene. Cada sonido se manifiesta particularmente en un plano,
siendo la nota dominante de ese plano.
El quinto gran Aliento tiene su propio efecto peculiar, pues en su reverberación
contiene la clave de todo -es el Aliento de Fuego. Creó una vibración similar a
la del plano mental cósmico y está íntimamente relacionado con el primer
Aliento. Es la nota dominante (en términos técnicos musicales) del sistema
solar, lo mismo que el tercer Aliento corresponde a la tercera mayor. Ésta es la
nota del Logos. Cada aliento atrae hacia el Logos a alguna entidad que se halla
en los niveles cósmicos para que se manifieste. La analogía del método puede
verse en el microcosmos, cuando el Ego enuncia la nota egoica en los tres mundos
y se prepara para manifestarse o venir a la encarnación. La nota atrae alrededor
de los átomos permanentes o núcleos, la materia adecuada para el propósito de su
manifestación, estando a su vez animada por alguna entidad vital. Similarmente,
los Señores cósmicos del Fuego, las grandes Entidades que dan forma a nuestro
sistema solar, responden cuando se emite este quinto subtono. También los
Señores de la Llama, dentro del sistema solar, respondieron cuando el
microcosmos enunció el quinto subtono de la nota monádica y se involucraron en
la evolución humana.
El sexto gran Aliento atrajo hacia sí a los Señores del misterioso Pentaclo, las
esencias volátiles del plano emocional, la facultad del deseo revestida de
materia, el aspecto acuoso de la vida logoica.
Al emitirse el séptimo subtono tuvo lugar la cristalización y la absoluta
conformidad con la ley de acercamiento, dando por resultado el aspecto denso de
la manifestación, el punto más profundo de la experiencia. En consecuencia,
observarán a este respecto su relación con el Rayo de la Ley Ceremonial, uno de
los grandes rayos constructores -rayo que amolda la materia, de acuerdo a
fórmulas establecidas, para que adopten las formas deseadas.
Quizás se pregunten: ¿Por qué me he apartado aparentemente del tema? ¿Les parece
que me he apodado y que estoy fuera del tema? Aclararé. El microcosmos solo
tiene que repetir el trabajo del macrocosmos. El Espíritu o Mónada, en su propio
plano, emite la nota (la nota jerárquica) y desciende a la encarnación. Dicha
nota es a la vez de atracción y de exhalación. La personalidad -reflejo de la
mónada en el punto más denso de la evolución- está vinculada a la mónada por la
fuerza atractiva de la Palabra Sagrada, emitida por su mónada, su nota y su
subtono.
Pero la tarea de exhalación ya ha sido realizada. Es la involución. Prosigue la
tarea progresiva de inhalación o reabsorción en la fuente. Cuándo la
Personalidad encuentra por si misma (después de muchas vidas de esfuerzo y de
búsqueda) su nota espiritual, con la clave y subtono correctos, ¿cuál es el
resultado? Concuerda con la nota monádica, vibra al mismo compás y también con
el mismo color, encontrando finalmente la línea de menor resistencia, y la vida
que la anima se libera y retorna a su propio plano. Pero este descubrimiento es
muy lento, y el hombre ha de buscar el acorde con paciencia y cuidado infinitos.
Primero, descubre cuál es la tercera nota de la personalidad y la emite; el
resultado es una vida armónica en los tres mundos. Luego encuentra la quinta
dominante del Ego, la nota clave del acorde, y la emite al unísono con la nota
de la Personalidad. El resultado es que se forma un vacío si puedo expresarlo
así- y el hombre liberado y el alma que lo anima (el triple espíritu más la
mente y la experiencia), el Tres, completado con el Cuaternario y el Quinto,
asciende hasta la Mónada. Es la ley de atracción demostrándose por el sonido. La
unidad de sonido, color y ritmo atrae lo similar y análogo.
Esto conduce al segundo de los factores que estamos considerando, el
destructivo. Con la emancipación viene la ruptura de las cadenas, y con la
liberación la abolición de las viejas formas; cuando se llega a dominar la
materia se produce la liberación del espíritu. Por tanto, al emitir la Palabra
Sagrada en su séptuple sentido, el espíritu escapa de las formas desintegradas;
primeramente en la exhalación se produce la atracción de la materia, luego, en
la inhalación, se produce la gradual destrucción de las formas materiales, las
cuales son abandonadas.
La Meditación y la Palabra.
Hasta aquí he presentado el tema desde el punto de vista del sistema. Ahora lo
aplicaré a la meditación y veremos su resultado. Cuando el hombre medita trata
de realizar dos cosas:
a. La construcción de ideas, al hacer descender a los niveles concretos del
plano mental las ideas abstractas y las intuiciones. Esto es lo que se puede
llamar meditación con simiente.
b. El alineamiento del ego y la creación de un vacío entre el cerebro físico y
el Yo Superior o Ego, que da por resultado la afluencia divina, la consiguiente
destrucción de las formas y la subsiguiente liberación. Esto se puede llamar:
meditación sin simiente.
En determinado periodo de la evolución ambas se fusionan en una, se prescinde de
la simiente, entonces se crea el vacío, no tanto entre los vehículos superior e
inferior, sino entre ellos y el plano intuitivo o de armonía.
Por consiguiente, al emitir la Palabra Sagrada en la meditación, el hombre debe
ser capaz (si se la emite correctamente) de realizar el trabajo creador y el
trabajo destructor, como lo hace el Logos. Esto será un reflejo del proceso
cósmico en el microcosmos. Atraerá a su cuerpo materia más refinada y expulsara
la mas burda. Creará formas mentales que atraerán hacia si materia más refinada
y rechazarán las de vibración inferior. Deberá emitir la Palabra de manera que
el alineamiento se produzca automáticamente, y el necesario vacío creado dará
por resultado una afluencia desde arriba. Todos estos efectos pueden producirse
cuando la Palabra es entonada correctamente, de modo que en cada meditación el
hombre debe estar más alineado, dispersar alguna materia de baja vibración de
uno u otro de sus cuerpos, ensanchar el canal y así proporcionar un vehículo más
adecuado para recibir la iluminación desde niveles superiores.
Pero, hasta que no pueda hacerlo correctamente, el efecto producido por la
emisión de la Palabra es muy insignificante, afortunadamente para aquel que la
emplea. Al estudiar los siete grandes Alientos y el efecto de los mismos en cada
plano, el estudiante descubrirá mucho de lo que puede ocurrir en los distintos
subplanos de cada plano, especialmente en relación con su propio desarrollo. Al
estudiar la nota básica del sistema solar (que se estabilizó en el primer
sistema) se descubrirá mucho sobre el empleo de la Palabra en el plano físico.
Esta indicación es digna de consideración. En el esfuerzo por hallar la nota de
este sistema solar, la de amor y sabiduría, el estudiante establecerá la
comunicación necesaria entre el plano emocional o de deseos, y el intuitivo, y
descubrirá el secreto del plano emocional. Cuando se estudie la Palabra en los
planos mentales y el efecto que produce al construir formas, se descubrirá la
clave para erigir el Templo de Salomón y el estudiante desarrollará las
facultades del cuerpo causal y conseguirá, finalmente, liberarse de los tres
mundos. No obstante, debe recordar que primeramente ha de encontrar la nota de
su personalidad y luego la de su Yo Superior o egoica, antes de que pueda
entonar el acorde monádico. Una vez que haya hecho esto, habrá pronunciado su
propia triple Palabra, y será un creador inteligente animado por el amor.
Entonces habrá alcanzado la meta.
Algunas indicaciones prácticas.
Ahora quisiera aclarar que no es posible, prudente ni adecuado, darles las
diferentes claves en que se puede entonar la Palabra Sagrada; sólo puedo
indicarles los principios generales. Cada ser humano y cada unidad de
conciencia, es tan diferente de las demás, que la necesidad individual sólo
puede ser satisfecha cuando el instructor ha desarrollado plenamente la
conciencia causal, y el estudiante ha alcanzado un punto en que está dispuesto a
"saber, osar y callar". Los peligros del mal empleo de la Palabra son tan
grandes, que sólo nos atrevemos a dar ideas básicas y principios fundamentales,
dejando que el aspirante desarrolle por si solo los puntos indispensables a su
propio desenvolvimiento, practique los experimentos necesarios y descubra, por
sí mismo, lo que le hace falta. Únicamente lo que se obtiene por el propio
esfuerzo, en dura lucha y amarga experiencia, es de valor permanente y duradero.
Sólo cuando el discípulo -en virtud de sus fracasos, sus éxitos, sus victorias,
dificultosamente obtenidas, y las amargas horas que siguen a la derrota-, se
ajuste a las condiciones internas, el empleo de la Palabra será de valor
científico y experimental. Su falta de voluntad lo defiende, en gran parte, del
mal uso de la Palabra, mientras que sus esfuerzos para amar, lo llevan, con el
tiempo, a entonarla correctamente. Sólo lo que conocernos por nosotros mismos,
se convierte en facultad inherente. Las afirmaciones de un instructor, por muy
sabio que sea, no son más que conceptos mentales, hasta que forman parte
experimentalmente de la vida del hombre. Por eso sólo puedo señalar el camino y
dar indicaciones generales, lo demás debe descubrirlo el que estudia la
meditación.
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