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CONDICIÓN DEL CUERPO CAUSAL
El cuarto factor, que influye en la selección del método de meditación, será el
tema que desarrollaremos en este espacio. Trata de la condición del cuerpo
causal.
Hemos tratado el cuerpo causal en relación con la Personalidad o yo inferior y
demostrado la interacción e interdependencia de ambos. Hemos visto que mediante
la práctica constante de la meditación ocultista y el aquietamiento gradual de
la mente inferior, mediante la concentración y la inteligente práctica de la
meditación sobre el rayo egoico, equilibrado con la meditación sobre el rayo de
la Personalidad, la relación del cuerpo causal con la Personalidad se hace cada
vez más íntima y el canal que los une más preciso y adecuado. Vimos
oportunamente que esto dio por resultado el traslado de la polarización de lo
inferior a lo superior y más tarde -emancipado totalmente de ambos- se
centralizó en la conciencia espiritual. El tema fue considerado desde el punto
de vista inferior, viéndolo desde el ángulo del hombre en los tres mundos.
Ahora trataremos el tema desde el punto de vista del Yo Superior, el nivel
egoico; consideraremos la relación de ese Yo con la Jerarquía, con los Egos que
lo circundan y con el Espíritu. Será difícil dar algo más que algunas
indicaciones, pues gran parte de lo que podría decir sería poco comprendido, y
muy esotérico y peligroso para ser comunicado en forma general.
Tres cosas pueden impartirse que, si se medita sobre ellas inteligentemente,
podrán conducir a la iluminación:
El Yo Superior o Ego en su propio plano comprende conscientemente su relación
con el Maestro, y trata de trasmitir esa conciencia a la Personalidad.
El Yo superior en su propio plano, no está entorpecido por el factor tiempo y
espacio, y (como conoce el futuro, lo mismo que el pasado) trata de lograr el
fin deseado y convertirlo rápidamente en una realidad.
El Ego en su propio plano, está en relación directa con Egos que se hallan en el
mismo rayo, abstracto o concreto, y -comprendiendo que el progreso se alcanza en
forma grupal- actúa en ese plano ayudando a los de su especie. Estos hechos son
parcialmente comprendidos por los estudiantes, pero voy a comentar algo más a
fin de esclarecerlos.
La relación del Ego con la Jerarquía.
La relación del Ego con algún Maestro, en la actual etapa, es emprendida
conscientemente, pero en sí misma constituye un desenvolvimiento evolutivo.
Según se ha dicho, existen en la jerarquía humana en evolución sesenta mil
millones de unidades conscientes o espíritus. Éstos se encuentran en los niveles
causales, aunque el número se ha reducido algo hoy, porque algunos han recibido
la cuarta iniciación. Estos Egos, de diferentes grados de desenvolvimiento,
están vinculados con su Mónada, Espíritu o Padre en el Cielo, como análogamente
(aunque en materia más sutil) el Ego lo está a la Personalidad.
Como bien saben, las Mónadas están controladas o más bien forman parte de la
conciencia de uno de los Espíritus planetarios. En los niveles egoicos los Egos
se encuentran en condición similar. Un Adepto del mismo rayo supervisa su
evolución general, ocupándose de ellos en grupos, formados de acuerdo con:
a. el subrayo del Rayo egoico,
b. el período de individualización o de entrada en el reino humano y
c. el grado de realización.
El Adepto del mismo rayo ejerce la supervisión general, pero supeditado a Él
trabajan los Maestros, cada uno en Su propio rayo y con Sus respectivos grupos
individuales, que están afiliados a Ellos según el período, el karma y el grado
de vibración. Regidos por los Maestros trabajan los discípulos que han alcanzado
la conciencia del Yo Superior; por lo tanto, pueden actuar en los niveles
causales y ayudar al desenvolvimiento de esos Egos cuyos cuerpos causales están
menos desarrollados que el propio.
Todo está bellamente sujeto a la ley, y como la tarea del desarrollo del cuerpo
egoico depende del progreso alcanzado en la triple personalidad, el Ego es
ayudado en los niveles inferiores por dos discípulos; uno actúa en los niveles
emocionales, informando a otro que actúa en el cuerpo mental. Éste a su vez
informa al discípulo que posee conciencia causal, el cual informa al Maestro.
Todo esto, como pueden ver, es realizado con la colaboración de la conciencia
interna que reside en el cuerpo causal, e implica cinco factores, concernientes
a la ayuda del Ego en su desenvolvimiento evolutivo:
1. El Adepto de su rayo.
2. El Maestro de su grupo.
3. Un discípulo con conciencia causal.
4. Un discípulo en el plano mental.
5. Un auxiliar en el plano emocional.
Durante el transcurso de un sinnúmero de vidas, el Ego es prácticamente
inconsciente de la Personalidad. Existe el vínculo magnético y nada más, hasta
que llega el momento en que la vida de la personalidad alcanza un punto donde
debe agregar algo al contenido del cuerpo causal, que al principio es un cuerpo
pequeño, incoloro e insignificante. Pero llega el instante en que las piedras
son extraídas de la cantera de la vida personal, perfectamente labradas, y el
hombre, constructor y artista, les aplica los primeros colores. Entonces el Ego
empieza a prestar atención, rara vez al principio, pero con creciente frecuencia
después, hasta que en determinadas vidas el Ego se dedica a subyugar al yo
inferior, a ensanchar el canal de comunicación, y a trasmitir a la conciencia
del cerebro físico la realidad de su existencia y la meta de su ser. Una vez que
se ha alcanzado esto y que el fuego interno circula más libremente, se dedican
muchas vidas a estabilizar esa impresión y a convertir esa conciencia interna en
parte de la vida consciente. La llama irradia cada vez más hacia abajo, hasta
que gradualmente los diferentes vehículos se van correlacionando y el hombre
entra en el sendero de probación. Ignora lo que le espera, y sólo es consciente
de una incontrolada y ansiosa aspiración Y de innatos anhelos divinos. Ansía
avanzar y saber, y sueña siempre con algo o alguien superior a él. Todo ello se
apoya en la profunda convicción de que la meta ansiada será alcanzada por el
Servicio prestado a la humanidad, la visión será una realidad y el anhelo se
convertirá en satisfacción y la aspiración en visión.
La Jerarquía empieza ya a actuar y la instrucción del aspirante se lleva a cabo
tal como lo he mencionado... Hasta ahora los Instructores sólo han observado y
guiado, sin ocuparse definidamente del hombre; se ha dejado al Ego y a la vida
divina desarrollar el plan, y la atención de los Maestros ha sido dirigida al
Ego en su propio plano, el cual hace todo el esfuerzo posible para acelerar la
vibración y obligar a los vehículos inferiores, a menudo rebeldes, a responder y
adaptarse a la fuerza que rápidamente se acrecienta. Es principalmente cuestión
de intensificar el fuego o calor y, en consecuencia, la capacidad vibratoria. El
fuego egoico aumenta cada vez más, hasta que el trabajo está realizado y el
fuego purificador se convierte en la Luz que ilumina. Reflexionen sobre esta
frase. Como arriba es abajo; el proceso se repite en cada peldaño de la escala.
En la tercera iniciación la Mónada es consciente del Ego. El trabajo se realiza
con mayor rapidez, debido al refinamiento de lo material y a que la resistencia
es un factor que existe únicamente en los tres mundos.
He aquí por qué un Maestro no sufre dolor, mejor dicho, dolor como lo conocemos
en la tierra, que es en gran parte dolor en la materia. El dolor que se halla
oculto en la comprensión, no en la resistencia, se siente en los niveles más
elevados y llega hasta el Logos mismo. Pero esto está fuera del tema y es casi
incomprensible para ustedes, que todavía están trabados por la materia.
La relación del Ego con su propio desenvolvimiento.
El Ego trata de alcanzar el fin deseado de tres maneras:
1. Por un trabajo definido en niveles abstractos. Aspira a hacer contacto con el
átomo permanente y a encerrarlo; éste es su primer acercamiento directo a la
Tríada.
2. Por un trabajo definido con el color y el sonido, con miras a la estimulación
y vivificación, actuando en grupos y bajo la guía de un Maestro.
3. Por frecuentes intentos para controlar definitivamente al yo inferior, cosa
que desagrada al Ego, cuya tendencia consiste en contentarse con obtener
conciencia y aspiración en su propio plano.
Recuerden que el Ego también tiene algo contra qué luchar. La negativa a
encarnar no se manifiesta únicamente en los niveles espirituales sino también en
el Yo Superior. El Ego tiende a lograr además, ciertos desenvolvimientos
incidentales a los factores tiempo y espacio según se entiende en los tres
mundos tal como la dilatación del cuerpo causal, por el estudio de la telepatía
divina, la sicología del sistema y el conocimiento de las leyes del fuego.
Relación del Ego con otros egos.
Referente a esta relación, debemos recordar ciertas cosas:
El factor periodicidad. Los egos encarnados y los no encarnados son diferentes,
pudiendo realizar distinto trabajo. Los egos cuyos reflejos están encarnados,
tienen más limitaciones que los que no lo están; es algo así como si el Yo
Superior estuviera orientado hacia abajo o circunscribiéndose voluntariamente a
una existencia tridimensional, mientras que los egos no encarnados no están
limitados de esa manera y actúan en otra dirección o dimensión. La diferencia
estriba en el enfoque de la atención, durante la vida en el plano físico. El
tema es muy difícil de comprender ¿no es verdad? Casi no sé cómo expresar esta
diferencia con mayor claridad. Es como si los egos encarnados fueran más
positivos y los no encarnados más negativos.
El factor actividad. Esto en gran parte es una cuestión de rayo y afecta
íntimamente la relación entre los egos. Los que se hallan en rayos similares se
unen y vibran con mayor facilidad que los que están en rayos distintos. Sólo es
posible la síntesis, una vez que se ha desarrollado el segundo aspecto o
sabiduría.
En el tercer subplano del plano mental, los egos están separados en grupos -no
existe separación individual; sólo se siente la separación grupal incidental al
rayo y grado de evolución.
En el segundo subplano los grupos se fusionan y mezclan, y de cuarenta y nueve
grupos se convierten, mediante la fusión, en cuarenta y dos. El proceso de
síntesis se puede clasificar como:
Primer subplano 35 grupos, 7 x 5
Plano mental Segundo subplano 42 grupos, 7 x 6
Tercer subplano 49 grupos, 7 x 7
Tercer subplano 28 grupos, 7 x 4
Plano budico Primer subplano 21 grupos, 7 x 3
Plano átmico Subplano atómico 14 grupos, 7 x 2
Plano monádico 7 grandes grupos
He dado aquí pocas indicaciones, pocas si las comparamos con lo que sabrán más
adelante, cuando aquellos que ahora estudian, expandan aún más la conciencia;
pero es todo lo que por ahora puedo impartir, y esto ha sido hecho sólo con la
intención de demostrar cuántas cosas se han de considerar cuando las fórmulas de
meditación son debidamente establecidas por un Maestro, el cual tiene que tratar
sabiamente el rayo egoico y la condición del cuerpo causal en su relación con el
yo inferior y con la Jerarquía. Se ha de conocer el estado del cuerpo y su
contenido; su relación con otros egos debe ser debidamente considerada, porque
todo se halla en formación grupal. Por lo tanto la meditación debe estar de
acuerdo con el grupo asignado al Ego, porque cuando el individuo medita, no sólo
se pone en contacto con su propio Ego, sino también con su grupo egoico, y por
mediación de ese grupo, con el Maestro con quien está vinculado, aunque la
eficacia de la meditación depende de que el trabajo se realice en forma
ocultista y concorde a la ley. El significado de la meditación grupal es poco
comprendido todavía; pero recomendamos que estudien inteligentemente las ideas
que anteceden.
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