LOS
BENEFICIOS DEL AGUA DE MAR
Ingerida
en la proporción y cantidad adecuadas, el agua del mar nos aporta
incalculables beneficios. No sólo los baños en el mar son buenos, o el aire
del mar, que está cargado de iones negativos creados por las olas, y tienen
un efecto relajante y antidepresivo, o los paseos por la arena, que
funcionan como un masaje que activa la circulación de las piernas, son muy
aconsejables.
Para comenzar diremos
que tiene una estructura parecida a la del plasma sanguíneo, además de ser
rica en oligoelementos, yodo, potasio, cinc, etc. que el agua dulce no
posee. Ingerida adecuadamente por el ser humano y por animales tiene
propiedades antibióticas y ejerce un gran efecto terapéutico.
Estas propiedades terapéuticas y beneficios, sin desear ser exhaustivos,
son:
• Es bactericida:
Colabora con la eliminación de las bacterias patógenas y beneficia el
crecimiento de las bacterias saludables del organismo.
• Restablece el
equilibrio celular: ofreciendo una correcta nutrición celular, y estimulando
su metabolismo y funcionamiento.
• Facilita la mejora de
las patologías cutáneas, alérgicas, respiratorias, reumáticas, digestivas...
• Gracias a su ph
alcalino, colabora a equilibrar la tendencia a la acidez del cuerpo en casos
de mala alimentación.
• Ayuda a eliminar
toxinas.
• Facilita la
recuperación muscular después de hacer ejercicio, gracias a su contenido en
sodio.
• Rejuvenece: Retrasa el
proceso de envejecimiento.
• Ayuda a calmar la
ansiedad gracias a su contenido en magnesio.
• Facilita la relajación
muscular.
• Mejora la capacidad
respiratoria.
• Mejora la circulación
sanguínea.
• Cuando estamos os encontramos en el agua somos más ligeros, por lo que el
esfuerzo de nuestro corazón es menor.
• Alivia dolores
reumáticos y musculares.
• Los baños de mar son
buenos si padecemos psoriasis.
• Por su contenido en
magnesio y potasio es positivo para calmar la ansiedad.
• Revitaliza los
tejidos.
• Equilibra y retrasa el
envejecimiento de la piel.
• Ayuda a adelgazar.
La
quimiosíntesis es un fenómeno que se produce en el mar que cambia los
minerales inorgánicos por nutrientes biodisponibles. El mar recibe muchos
elementos a través de la lluvia que arrastra minerales, metales y
oligoelementos de la tierra y el subsuelo y sustancias vivas y muertas
procedentes de vegetales y animales. Esos productos son llevados por los
ríos hasta el mar donde se mezclan y son asimilados y transformados en
elementos orgánicos por el plancton y el fitoplancton.
La concentración de sales minerales en el mar siempre ha sido de 9 g por
litro de agua, la misma concentración que tenemos en nuestra sangre: 9 gr
por litro.
René Quinton descubrió
que 2/3 partes de nuestro cuerpo es agua y que las células viven como si
estuvieran en agua y ésta es agua de mar isotónica, pues tiene la misma
concentración de sales y la misma composición química que el agua del mar.
El agua de mar, tiene un valor único y bebiéndola adecuadamente,
proporcionamos al cuerpo todos los elementos de la tabla periódica, lo cual
no consigue ningún otro alimento.
El agua de mar es
alcalinizadora (véase espacio sobre la importancia de la alcalinidad en el
organismo humano) y reguladora del medio interno, nutriente celular,
reconstituyente, limpiadora, laxante, desinfectante y cicatrizante, adecuada
para ayudar a combatir infecciones de boca, estomago y es
neutralizadora de la acidez estomacal.
Si tomamos agua de mar
tal como nos la ofrece la naturaleza, nuestra concentración de sal sube
tanto que los tejidos del cuerpo deben liberar agua para que la proporción
de sales del agua que hemos tomado vuelva a ser de 9 gr por litro. Y eso
produce diarreas y deshidratación.
Una manera adecuada de
tomar agua de mar es beberla de forma isotónica. Esto es rebajando agua de
mar con agua dulce o añadiendo agua de mar al agua dulce.
La cantidad recomendada
para su consumo diario es de un cuarto de litro de agua de mar al día
mezclada con agua, zumos u otro tipo de bebida en una proporción de una
parte de agua de mar por tres partes de la otra bebida.
Sin embargo, primero
debemos comprobar que no somos intolerantes al agua de mar tomándola en
pequeñas cantidades, y comprobar que nos sienta bien. También debemos
conocer la cantidad agua y frecuencia adecuadas, pues al principio puede
provocarnos diarrea al beberla.
Podemos probar a
mezclarla con zumos, con agua dulce con unas gotas de limón. Esto último es
útil para no aborrecer el agua de mar antes de habituarnos a beberla.
Aunque todo esto debemos llevarlo a la práctica sabiendo que no padecemos
ninguna enfermedad en la que el consumo de sal sea contraproducente.
También se puede tomar
hipertónica, sin diluir y en cantidad abundante para que actúe como laxante
o purgante, o ingerirla igualmente hipertónica pero en pequeñas dosis como
desinfectante bucal, dentífrico o limpiadora. Ya los esenios la utilizaban
para estos fines.
Otro uso muy apropiado
del agua de mar es en la cocina, pues realza el sabor de los alimentos, en
especial de los que proceden del mar.
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Actualmente, el agua de mar se comercializa en herbolarios y farmacias de
numerosos países. Sin embargo, muchos afirman que no es necesario en
absoluto microfiltrarla ,y que la simple agua de mar recogida de la playa en
un lugar no contaminado, si se deja reposar el tiempo suficiente, puede
beberse sin peligro. Y así parecen demostrarlo los 80 dispensarios marinos
abiertos en Nicaragua desde el año 2003 que actualmente la distribuyen de
forma gratuita a más de 20.000 personas cada año. La doctora española María
Teresa Ilari, que coordina en Managua la distribución central de esa agua de
mar, lo explica en este espacio.
Uno de los grandes lastres de la actual Medicina es el sometimiento de los
médicos a los protocolos de aprobación de medicamentos y terapias
desarrollados por las grandes multinacionales farmacéuticas a partir de la
Segunda Guerra Mundial. Porque lo que se planteó como un instrumento para
salvar vidas hoy se usa para marginar y anular la experiencia clínica de
muchos profesionales llevando a la muerte a millones de personas que quizás
hubieran podido salvarse si se valoraran más los resultados clínicos -es
decir, los obtenidos con la práctica médica diaria- y se divinizaran menos
tanto las meras teorías como las discutibles evidencias “científicas” que en
realidad casi siempre se apoyan en puros datos estadísticos. Es hora pues de
rebatir el manido argumento que pretende descalificar las sorprendentes
-para los médicos más ortodoxos -curaciones obtenidas con la medicina
natural, alternativa o complementaria alegando que sus protocolos de
actuación no han sido “científicamente constatados” porque ello implica
menospreciar al paciente y despreciar la experiencia clínica de numerosos
profesionales de la salud. En pocas palabras, es hora de entender que la
evidencia clínica es mucho más importante que la llamada evidencia
científica. Porque la primera demuestra que hay personas que mejoran o
superan por completo sus problemas de salud con productos y tratamientos no
iatrogénicos y la segunda que hay productos normalmente sintéticos y de
graves interacciones y efectos secundarios y tratamientos basados casi
siempre en fármacos patentados que parecen “mejorar” el estado del enfermo
-nunca curarle-, según parecen sugerir ¡las estadísticas!
Pues bien, uno de los ejemplos más dramáticos de esa ceguera es el desprecio
con el que gobiernos, organizaciones intergubernamentales y asociaciones
médicas afrontan los beneficios del agua de mar en la salud. Cuando está
constatado que la simple ingesta de agua de mar permite superar numerosas
enfermedades e incluso podría acabar con el problema de desnutrición
infantil en los países subdesarrollados. Porque la gente parece ignorar que
en el mundo hay hoy cerca de ¡mil millones de personas! que pasan hambre. De
hecho según UNICEF cada día mueren por desnutrición 29.000 menores de 5
años. Y las estimaciones indican que la cifra va en aumento pues desde 2008
la crisis financiera y las repetidas crisis alimentarias han empeorado la
situación. Sin embargo hay un recurso barato y accesible que podría paliar
rápidamente el problema: ¡el agua de mar! Solo que eso no le interesa
reconocerlo a nadie. Porque la ayuda a esas personas desesperadas es para el
Primer Mundo un puro negocio más. A fin de cuentas en él se recolectan
fondos acongojando a las personas con conciencia para que contribuyan con su
dinero a ayudar a tanta pobre gente hambrienta y enferma pero luego lo
recaudado se usa para enriquecer a determinadas multinacionales
farmacéuticas y alimentarias que obtienen así enormes beneficios.
Afortunadamente hay quienes, conscientes de que el agua de mar puede ayudar,
han empezado ya a actuar aunque sea a nivel muy primario. Y en algunos
países africanos e iberoamericanos -como México, Argentina, Venezuela,
Colombia, Uruguay o Nicaragua-, con más voluntarismo que medios, han
empezado a construirse “dispensarios marinos”. Es decir, lugares dedicados a
distribuir de forma gratuita agua de mar en poblaciones con graves problemas
de desnutrición. Una experiencia que ha permitido ya demostrar que basta que
un niño desnutrido ingiera 2-3 vasos de agua de mar al día para que en unos
cuantos su salud mejore rápidamente.
Los resultados son tan contundentes que se intentaron presentar a
responsables de organizaciones como la Cruz Roja Internacional, la Cruz Roja
Española, la Luna Roja, Médicos sin Fronteras, Mensajeros por la Paz y la
Agencia de Cooperación Internacionalde nuestro país… sin éxito.
Sencillamente, todos ellos se negaron a escuchar y valorar las posibilidades
terapéuticas del agua de mar. La Fundación Omdimar -entidad española
promotora en todo el mundo de los dispensarios marinos y organizadora de dos
cumbres internacionales sobre el agua de mar- presentó por ejemplo una
propuesta para detener con ella la reciente epidemia de cólera sufrida en
Haití y nadie quiso siquiera valorarla; a pesar de que resultaba enormemente
económica. Y eso que basta acudir a Nicaragua para constatar los beneficios
obtenidos con los numerosos dispensarios marinos allí abiertos.
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¿Pero se puede
ingerir agua de mar sin peligro?
El gran impulsor del uso terapéutico y nutricional del agua de mar fue el
investigador francés René Quinton (1866- 1925) quien a principios del siglo
XX constató que tiene una composición casi idéntica a la del plasma
sanguíneo, las lágrimas, la orina y el líquido intersticial en el que nadan
nuestras células. De ahí que basándose en la tesis de que el origen de la
vida en la Tierra está en los océanos primigenios llegara a la conclusión de
que el agua de mar podría ayudar a recuperar la salud de las personas
enfermas y decidió inyectársela directamente en vena a varias personas con
muy distintas patologías -tras probarlo antes en animales- comprobando que
¡funcionaba! Salvaría así miles de vidas, sobre todo niños enfermos y
desnutridos. El siguiente paso sería crear dispensarios marinos, primero en
Francia y luego en otros países occidentales.
“Una hora después de la primera inyección -escribiría el doctor Jean
Jarricot en su obra "El dispensario marino" publicada en 1912- un niño que
llegó moribundo y vomitaba todo logró retener un biberón de agua; y una hora
después un biberón de leche. En la mayoría de los casos la facultad
digestiva suprimida se restablece; tan bien que un niño aumenta 500 gramos
de peso en 24 horas porque fija el agua en los tejidos con avidez, con la
misma facilidad que antes la dejaba escapar de su organismo. Menos de dos
horas después de la inyección de agua de mar una fisonomía muy mejorada
había reemplazado el inolvidable aspecto del agonizante enfermo de cólera”.
Cuenta por su parte André Mahé en su libro "El secreto de nuestros orígenes"
(1962) reeditado luego bajo el título "El plasma de Quinton" en 1999- que
René Quinton llegaría a sustituir por completo la sangre de un perro con
agua de mar isotónica; y éste no solo no murió sino que mejoró de forma
evidente su estado de salud sin efecto secundario negativo alguno. Razón por
la que decidiría probar en pacientes terminales a los que pondría
inyecciones intravenosas de agua de mar isotónica, es decir, diluida en agua
destilada. Una práctica que modificaría con el paso del tiempo sustituyendo
el agua destilada -muy ácida- por agua de manantial filtrada. Aunque
posteriormente sustituiría la vía intravenosa por la subcutánea.
A partir de ese momento Quinton aplicaría su tratamiento marino con notable
éxito en hospitales, asilos y servicios de París, Mouleaux, Lalesque y
Festal, asistiendo a pacientes con gastroenteritis infecciosa, sífilis,
tuberculosis y muchas otras patologías que se superarían completamente o
mejorarían de forma notable. Quinton experimentaría asimismo con suero
fisiológico pero pronto lo desecharía al constatar que los resultados con
agua de mar son mejores. El éxito sería tan notable que en 1903 el uso del
plasma marino de Quinton sería reconocido por la Sanidad francesa; de hecho
la Seguridad Social gala decidiría costearlo hasta 1982.
El caso es que Quinton abriría su primer dispensario marino en un pequeño
local de París cercano a la estación de Montparnasse en marzo de 1907 siendo
centenares las madres que le confiarían a sus hijos moribundos llegándose a
administrar en él más de 300 inyecciones de agua de mar al día. Sin pagar
los indigentes y abonando las personas con recursos lo que podían. Con tal
éxito que pronto se harían eco de ello medios de comunicación nacionales e
internacionales. Henri de Parville, director de La Nature, diría al
respecto: “Lo que desde el principio hizo confiar en las inyecciones marinas
es la rapidez de su acción curativa”.
La terapia alcanzaría tal fama que en el verano de 1912, ante la muerte cada
semana de 700-900 niños en El Cairo a consecuencia del cólera, médicos
egipcios de la Sociedad Protectora de la Infancia y el propio gobernador
-Horatio Kitchener- pedirían al investigador francés que acudiera a
ayudarles. Y éste fue y detuvo rápidamente la epidemia ¡sólo con agua de
mar! Lo que llevaría al Chefik Pacha a despedirle con un discurso repleto de
alabanzas: “Que me sea permitido unir mi voz a los hosannas de alegría que
por todas partes saludan al prestigioso mago que ha venido a expulsar la
plaga maldita de las madres y ha traído así la alegría a nuestras familias”.
En los años siguientes aparecerían dispensarios marinos en Italia, Suiza,
Bélgica, Holanda y Argelia. Y en Estados Unidos algunos hospitales -como el
Children’s Hospital de Boston- adoptarían el suero marino en sus
tratamientos. Cabe añadir que sólo en Francia aparecieron hasta 1914 más de
150 títulos, obras y tesis doctorales sobre lo que a partir de entonces
empezó a llamarse plasma de Quinton. Sin embargo ese año daría comienzo la I
Guerra Mundial y todo su trabajo se difuminaría. Simplemente, el poder de la
industria farmacéutica había empezado a asentarse. Al punto de que
terminaría impidiéndose que el agua de mar isotónica pueda ser inyectada;
una prohibición que se mantiene ¡hasta hoy!
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Dispensarios marinos en
Nicaragua
Hoy el Plasma de Quinton -agua de mar obtenida de un lugar específico
señalado por Quinton que se pasa por microfiltros- se comercializa para su
ingesta y como nebulizador óptico y nasal en casi todo el mundo. Actualmente
existe un fuerte movimiento que pretende hacer resurgir los dispensarios
marinos en todo el mundo -aunque especialmente en los países en los que
existen millones de personas desnutridas y enfermas- porque sus miembros
aseveran que en realidad sirve cualquier agua de mar obtenida cerca de la
playa si no está contaminada por petróleo y otros químicos y se deja reposar
convenientemente para que se autodepure. Usándola tanto de forma hipertónica
-en su estado natural- o isotónica -diluida con agua potable-. Destacando
entre quienes promueven esa iniciativa a nivel mundial el médico español
Ángel Gracia y el escritor colombiano Laureano Domínguez. Éste nos hablaría
de ello ampliamente en la redacción durante varias horas y nos explicaría
que en Nicaragua -el segundo país más pobre de Iberoamérica con cerca de un
65% de desnutrición infantil y un insuficiente acceso de la población a los
servicios de salud y a la adquisición de medicamentos- es donde la
experiencia está hoy siendo más intensa y positiva. Porque en ese país hay
abiertos ya ¡60 dispensarios marinos! coordinados por una doctora española,
Teresa Ilari, quien en la actualidad dirige en Managua la Clínica Santo
Domingo, primer dispensario marino de Centroamérica desde el que se abastece
a la mayoría de los demás dispensarios del país.
Licenciada en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de
Barcelona la doctora Ilari terminaría su formación en Nicaragua donde
aprendería los fundamentos de varias de las llamadas medicinas alternativas
y colaboraría activamente con las autoridades educativas y sanitarias
impartiendo seminarios y dando conferencias para formar a médicos y
terapeutas en el método marino. Posee pues una amplia experiencia clínica
que le ha permitido conocer a fondo las posibilidades reales de los
dispensarios marinos y de ahí que habláramos con ella.
-Díganos, ¿cómo podría definirse un “dispensario marino”?
Un dispensario marino es sencillamente un lugar donde alguien responsable se
abastece de agua de mar y la distribuye entre la población que se la pide:
familiares, amigos, vecinos… Así que no hace falta ser médico ni terapeuta.
Muchos de sus responsables en Nicaragua son solo personas destacadas de su
comunidad que buscan los medios para desplazarse a buscarla, ya sea a la
costa o a la Clínica Santo Domingo que yo dirijo y donde tenemos almacenados
siete mil litros que reponemos cada mes para, desde allí, pueda el
dispensador llevársela a su zona y repartirla. Todo ello, gratuitamente, por
supuesto.
-¿Pero el agua de mar la extraen entonces cerca de la playa? ¿No la obtienen
mar adentro? ¿Y no hay que tener algún cuidado especial a la hora de
recogerla?
-Nosotros la obtenemos al lado mismo de la playa porque los camiones
cisterna de la alcaldía de Managua -que es la que nos la recoge y transporta
hasta el dispensario- no disponen de mangueras largas. Eso sí, se trata de
playas limpias. Aun así la llevamos antes a analizar al Ministerio de Salud
donde siempre sale potable, sin presencia de tóxicos o microbios patógenos.
Claro que el mar tiene un mecanismo natural de descontaminación conocido
excelente. Aún así hay personas menos confiadas y con recursos económicos o
amigos pescadores que prefieren recogerla mar adentro.
-Quizás porque la de la playa podría estar contaminada por aguas residuales,
por residuos químicos industriales o por el combustible de los buques,
barcos y lanchas…
-Ignoro qué pasaría en una playa europea pero si aquí se toma el agua cerca
de una playa limpia que no tenga al lado la salida de un colector, no reciba
vertidos industriales y no esté cerca de la desembocadura de algún río que
rebaje su salinidad, se puede estar seguro de que no contendrá
contaminantes. Así lo demuestran los periódicos análisis del Ministerio de
Salud nicaragüense.
Mire, las bacterias patógenas que consiguen llegar al mar a través de las
cloacas o las heces de los animales, por poner dos ejemplos, no sobreviven
en el agua de mar. Las bacterias que tienen la misma composición de nuestros
líquidos corporales, es decir, de 9 gramos de sales por litro, se encuentran
al introducirse en el mar con un medio donde la concentración es de 36
gramos por litro. Así que intentan contrarrestar esa diferencia de presión
por ósmosis expulsando líquido a través de la membrana. Con lo que se
deshidratan rápidamente y mueren. No pueden, pues, sobrevivir largo tiempo
en el agua de mar que, además, contiene un potente desinfectante: el cloro.
En cuanto a los tóxicos, antes o después se dispersan rebajando enormemente
su concentración. Y muchos son neutralizados por los rayos ultravioletas que
inciden de forma constante en ella. Por otra parte el mar tiene bacterias
propias -muy distintas a las de los humanos y que por tanto no nos pueden
infectar- que tienen la capacidad de fagocitar no solo los restos orgánicos
tóxicos sino incluso algunos metales pesados convirtiéndolos en restos
orgánicos inocuos.
-¿Entonces en Nicaragua no se depura el agua de mar antes de su ingesta?
-Simplemente nos aseguramos de que no haya tóxicos, de que esté limpia. No
la tratamos de ninguna manera especial. Salvo la que se vaya a inyectar por
vía intravenosa, lo que hacemos en casos graves que no toleran la vía oral.
Pero en tales ocasiones usamos simples filtros de café o, cuando es posible,
filtros de cerámica de unas pocas micras. El doctor Ángel Gracia, autor del
libro "El poder curativo del agua de mar", hizo un video para demostrar que
no hay problema llenando en alta mar una jeringa de 50 ml directamente e
inyectándosela intravenosamente. Y lo mismo hizo en Nicaragua Laureano
Domínguez, el investigador que nos dio a conocer a nosotros toda esta
información en 2003. Se inyectó agua de mar directamente en el transcurso de
una conferencia. En cualquier caso, al ingerirla y para hacerla más
agradable, se puede diluir un poco a fin de que no esté tan salada. Con agua
potable o con zumos.
-¿Qué cantidad de agua de mar hay que ingerir?
-Recomendamos ingerir medio litro de agua de mar al día repartiendo la
cantidad en varias tomas. También se puede usar para hacer sopas. O para
salar las comidas en lugar de echar sal. De hecho así resultan más
nutritivas ya que el agua de mar contiene plancton, es decir, los
microanimales y microplantas que integran la “sopa marina”. Además el agua
de mar contiene los 118 elementos de la tabla periódica, muchos de los
cuales actúan como coenzimas en las reacciones bioquímicas del organismo. En
suma, al ingerir agua de mar nuestras células comienzan a funcionar mejor
porque reciben aporte nutritivo y energético y, como resultado, las
reacciones bioquímicas alteradas se normalizan.
-Pero siempre se ha dicho que ingerir agua de mar es peligroso y por eso hay
náufragos que se mueren de sed y desnutrición…
-Porque creen que el agua de mar no se puede beber. Puedo decirle que tengo
pacientes que llegan a tomar un litro diario sin tener problema alguno. El
doctor Ángel Gracia escribió un libro digital basado en sus experiencias al
respecto y en él se cuenta que durante el congreso internacional que sobre
el agua de mar se celebró en su día, en Fuerteventura un grupo de
investigadores se subió a un bote viviendo en él siete días consumiendo sólo
agua de mar. Y la tomaban del mismo puerto en el que estaban bebiendo un
promedio de medio litro o poco más al día. Bueno, pues alguna que otra
diarrea aparte y de que la mayoría perdió peso al no tener ingesta calórica,
todos sus parámetros bioquímicos -glucosa, creatinina, transaminasas,
biometria hemática, etc.- fueron normales. Ni siquiera padecieron anemia. El
doctor Ángel Gracia recomienda por eso a cualquier posible náufrago que se
proteja de la insolación y que para subsistir beba agua de mar, eso sí, en
pequeñas cantidades y saboreándola en la boca para que se mezcle bien con la
saliva a fin de hacerla más isotónica. Asimismo explica que el organismo
produce agua metabólica como producto de las reacciones celulares con lo que
se mezcla y se convierte en isotónica. Lo explica y fundamenta
detalladamente en su Manual del náufrago que puede encontrarse en PDF en
Internet.
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Dosis adecuada
La dosis diaria en casos de personas sin ninguna patología sería en un vaso
de agua de los de siempre, 2 partes de Agua de Mar y 5 de Agua de baja
mineralización.
¿Donde encontrarla?
Puedes recogerla directamente del Mar, en un punto lo más alejado posible de
desembocaduras y puertos, y filtrarla con un colador de tela fino antes de
consumirla.
No es recomendable almacenarla al Sol.
También puedes pagar por ella y encontrarla en herbodietéticas y farmacias,
aunque se recomienda que si realmente quieres notar sus beneficios, uses
agua recogida directamente del Mar, como en todo, cuantos menos
intermediarios, mejor.
Uso culinario
También puedes usarla para cocinar al igual que muchos chefs de prestigio.
Te proponemos el
siguiente caldo que , aparte de ser depurativo, es mineralizante, y colabora
de manera espectacular en la nutrición celular.
Hay dos maneras de
comer: comer de manera nutritiva y saludable, y la otra, comer mayormente
comida basura. En la segunda te sientes saciado, pero no estas nutrido, y es
por eso que aunque comas, tu cuerpo te pide más, tu cuerpo te pide comida de
la normal, de la sana, de la no transformada, edulcorada, refinada,
aditivada, recontraconservada y coloreada.
Ingredientes de esta
nutritiva sopa marina:
• 1/2 litro de agua ( 2
partes de agua de mar y 5 de agua dulce)
• 2 calabacines
troceados
• 1 cebolla a rodajas
• 1 cucharada de
semillas de lino
Elaboración
1. Poner todos los
ingredientes en una olla, llevar a ebullición, bajar el fuego, y dejar cocer
durante 20 minutos.
2. Triturar con una
batidora
3. Añadirle un poco más
de agua de mar, hasta que esté al gusto.
4. Servir
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