Una
vivencia es toda experiencia que deja una huella en la personalidad, es decir,
que tiene relevancia en la vida psicológica. Las vivencias surgen en relación
con la capacidad vivencial de cada persona, con el umbral de la profundidad de
la vivencia.
Cada
persona tiene una distinta capacidad vivencial. Algunos reaccionan fácilmente
ante cualquier suceso o estímulo externo, todo les emociona, todo les afecta;
mientras que a otros parece que nada les impresiona, que no sienten nunca nada,
que nada les afecta. Son aquellos de los que decimos que parecen insensibles a
todo lo que sucede a su alrededor. Por tanto, la aparición de una vivencia
estará supeditada a la capacidad vivencial de cada uno.
El umbral
de la vivencia se refiere a la excitabilidad emocional que cada persona tiene
frente a los distintos estímulos externos por los que puede surgir la vivencia.
Personas con idéntica capacidad vivencial pueden reaccionar de modo distinto
frente a un mismo estímulo. Por ejemplo, frente a la muerte de un animal alguien
puede emocionarse mucho, por tener un umbral bajo para ese tipo de
acontecimientos, mientras que a otro le pasa casi inadvertido, sin que le afecte
prácticamente nada. Sin embargo, este último puede ser más sensible que el
primero ante la muerte de seres humanos. No hay que confundir, entonces, lo que
es capacidad vivencial con el distinto umbral que cada cual tiene frente a los
distintos tipos de estímulos vivenciales.
Por
último, intervendría un tercer factor, la profundidad de la vivencia. Hay seres
humanos con vivencias profundas y seres humanos con vivencias superficiales. La
profundidad de la vivencia está directamente relacionada con su umbral. Cuanto
mayor es la profundidad que pueden alcanzar los diversos estímulos externos
capaces de dar lugar a la vivencia, el umbral vivencial suele ser más alto, ya
que se necesitan estímulos tanto más intensos para producir los sentimientos.
Por el contrario, un bajo umbral vivencial se suele acompañar de
superficialidad, sería el caso de las personas a las que todo las afecta, pero
con escasa profundidad, con lo que las vivencias son fugaces y dejan una mínima
huella en su personalidad.
Excepcionalmente puede haber personas que no siguen esta regla, coincidiendo un
bajo umbral para la vivencia con alta profundidad para la misma. Ph. Lerch
realizó una clasificación de las vivencias dividiéndolas en pulsionales y
emocionales. Las vivencias pulsionales están relacionadas con el intento de
conseguir algo, configurando los denominados instintos y tendencias. Las
vivencias emocionales están relacionadas con el fondo endotímico de cada
persona, es decir, con los sentimientos, emociones y pasiones.