|
TIPOS
DE ADOLESCENTES DE LOS QUE PREOCUPARSE
Algunas
tipologías de adolescentes, cuyos trastornos del comportamiento podríamos
calificar de «nuevos», son:
•
Psicopáticos. Son niños que desde muy pequeños se comportan con dureza,
deshumanizados, en los que prima la filosofía del «primero yo y luego yo», que
mantienen una actitud tiránica, distante, incapaces de empatizar, de perdonar,
de transmitir sensibilidad; víctimas de graves errores educativos, se han ido
convirtiendo en «depredadores sociales», nihilistas, hedonistas, que buscan el
placer momentáneo, presente, individual, y se saltan el límite de «no dañar a
otro ser humano», es decir, que igual que otros niños pueden quitar la cabeza a
una hormiga para ver qué le ocurre, o matar a una mosca, ellos son capaces de
«rajarte» si no les das la «chupa».
Si se les
somete a pruebas psicológicas como el test EPQJ de Eysenck, en ítems tales como:
«¿Sufrirías si ves un perro que acaba de ser atropellado?», contestan: «No». Y
si les preguntas: «¿Y una persona?», te dicen: «Si es vieja, no».
•
Huidizos, introvertidos e indescifrables. Los padres dicen no conocerles, no
saber qué piensan, qué les preocupa. Se desconectan de los demás con sus cascos
de música, se refugian en su cuarto, esconden «cosas» en sus cajones. Son
imprevisibles, difíciles de motivar. Los padres y hermanos los sienten
distintos, distantes, como desconocidos alojados en la misma casa, encerrados en
sí mismos, en sus silencios, en miradas huidizas. Precisan ayuda, pero la
rechazan; interprétese esto como un síntoma. Los padres harán bien en
preocuparse y abordar —con ayuda de especialistas— a estos hijos.
Otros
niños no pueden definirse como introvertidos y se comunican con fluidez, si bien
en casa no transmiten nada. Habrá que preguntarse si hablan a sus amigos, con
otros adultos, si los padres no se han ganado su confianza, si se abortó la
primigenia escucha. Si es así, habrá que intentar mostrar receptividad y
disposición.
• Otro
tipo de adolescentes que «florece», ante graves fallas educativas, es el cien
por cien grupal, el que vive para los colegas, se activa sólo con ellos. Su
forma de comunicarse es «indescifrable» para los adultos que no están en
«sintonía». A veces estos grupos pueden ser violentos, nocivos, sectarios.
Algunos adolescentes pierden su identidad personal, su capacidad crítica; prima
el «padre grupo». El padre y la madre pierden «de hecho» la tutela.
• Hay
otro grupo de menores que se convierten en maltratadores de hermanos pequeños y
de la madre (el padre suele mostrarse desaparecido). Son jóvenes que gritan,
golpean e insultan por razones nimias. «Voy a llamar por teléfono y está la
vieja, claro la pegué...». Las etiologías son variadas, algunas hunden sus
raíces en el aprendizaje del maltrato.
• Otros
muchachos se hacen con nuestra involuntaria ayuda drogodependientes. Los hay
desde el que consume habitualmente drogas de síntesis, buscando un euforizante,
potenciar el «pico» de subida de adrenalina, hasta el consumidor de alcohol
«tipo nórdico» (alta graduación), que mezcla bebidas, busca evadirse en el menor
tiempo posible, con el menor gasto posible, los fines de semana consume y huye
de sí mismo, su placer reside en alejar la consciencia de lo que le rodea.
Puede manifestar dos formas de ser antagónicas. De lunes a viernes, normalizado.
De viernes a domingo, utiliza la casa como un hotel. Queda alienado.
• Otros
menores que estamos creando son los «enganchados a» (el ordenador, por ejemplo),
los que se inician en la ludopatía, los compradores compulsivos (los vendedores
saben que el niño es el comprador potencial).
• También
hay adolescentes con graves problemas de conducta, en ocasiones (no siempre, ni
mucho menos), afectados de enfermedad mental. Muestra fallas en la atención, es
en ocasiones hiperkinético, molesta y sorprende por sus conductas a quienes le
rodean. Busca el castigo, la sanción. En ocasiones se autoagrede (golpeándose la
cabeza contra muebles; tiene trastornos alimenticios como anorexia o bulimia,
etcétera). Crea graves problemas de convivencia, primordialmente en la escuela.
Hemos de reseñar la crónica carencia de plazas de internamiento específicas.
|
|