Tecnología de las superrazas
¿Habitaron seres humanos en las selvas que ahora nosotros vemos
transformadas en carbón? ¿Conocían técnicas que resultaban imposibles en
aquellas épocas? ¿tenían conocimientos médicos que podían llegan incluso a
operar a una persona? ¿Cazaron dinosaurios?

Un
ejemplar de la colección de objetos preincaicos del doctor Abner Weisman.
Según él, muestra la figura de una mujer operada de cesárea.
Hacia
1880, en el estado de Colorado, un ranchero salió a buscar carbón de un
filón existente en la ladera de una colina. El cargamento que recogió
procedía de un lugar situado a unos 45 metros de la boca del filón, y a unos
90 metros por debajo de la superficie. Al regresar a casa empezó a partir
los trozos de carbón, y de uno de ellos saltó un dedal de hierro. O por lo
menos, se parecía a un dedal, y en la localidad pronto fue conocido con el
nombre de "dedal de Eva". Tenía las mismas muescas que tienen los dedales
modernos. El metal se deshizo en migajas al ser manoseado por los vecinos
curiosos, hasta que finalmente se perdió.
Aún
admitiendo que los indios utilizaran dedales de hierro en siglos remotos, el
misterio subsiste, ya que el carbón del cual procedía este objeto se formó
entre el período cretácico y la era terciaria, hace unos 70 millones de
años. Y según la opinión de los expertos, la humanidad no existía aún: lo
más parecido a seres humanos eran unos pequeños mamíferos parecidos al lémur
que vivían en los árboles.

René
Noobergen, el principal propulsor de la teoría de una alta tecnología
perdida.
La
inteligencia humana aún no había aparecido, y por supuesto no cabe hablar de
metalurgia del hierro.
En
1844, otro inexplicable artefacto de hierro era sometido a una investigación
cuidadosa y detallada. Un bloque de piedra de 60 cm de largo, procedente de
la cantera de Kingoodie, cerca de Dundee (Escocia), estaba siendo limpiado.
Un clavo de hierro enmohecido fue hallado en el punto donde la piedra y la
tierra se encontraban. El extremo puntiagudo del clavo se proyectaba poco
más de un centímetro hacia la tierra, mientras que el resto reposaba sobre
la superficie de la piedra, exceptuando los últimos 2,5 cm del extremo de la
cabeza, clavados en ésta. Se estimó que el bloque se había formado hacía 60
millones de años.
De
vez en cuando se han hallado objetos de decoración prisioneros en carbón o
roca sólida. En 1852 fue dinamitada una masa rocosa en Dorchester
(Massachusetts, Estados Unidos). Los obreros encontraron dos fragmentos de
un objeto metálico entre los trozos de roca. Al juntarlos, formaron una
vasija en forma de campana de 11 cm de alto por 16 cm de diámetro en la
base. Parecía hecha de una aleación que contenía plata.
El
escritor René Noorbergen cita casos de objetos en lugares incomprensibles:
por ejemplo, en 1891 la señora S. W. Culp, de Illinois, estaba extrayendo
carbón cuando un trozo se rompió revelando una cadena de oro, situada en una
cavidad en forma de lazo.
Uno
de los objetos anacrónicos más famosos es el conocido como "cubo de
Salzburgo": en 1885, cuando un trabajador de una fundición de hierro de
Austria estaba rompiendo trozos de carbón de Wolfsegg, halló un objeto de
hierro de forma cúbica, aunque algo deformado. Noorbergen repite la
descripción del objeto, que pronto fue muy conocido:
Los
cantos de este extraño objeto fueron con anterioridad perfectamente rectos y
definidos; cuatro de sus lados eran planos, mientras que los dos lados
restantes, situados uno enfrente del otro, eran convexos. A media altura
tenía una ranura bastante profunda.
En
realidad, la forma del objeto, que se encuentra actualmente en un museo
municipal cerca de la fundición donde fue hallado, no se parece en nada a un
cubo: su única superficie plana es el resultado de una rodaja que le fue
separada para ser analizada químicamente.
El
análisis demostró que el metal no contiene níquel, cromo o cobalto, por lo
que no puede tratarse de un meteorito, como se había pensado en un primer
momento. Parece una especie de hierro forjado. La pregunta crucial es si
realmente se formó en el seno de un trozo de carbón. Parece ser que el
científico que investigó el cubo por primera vez y que sugirió que se
trataba de un meteorito no intentó siquiera encontrar el trozo de carbón con
la cavidad que había albergado al cubo. A falta de este dato decisivo, el
cubo de Salzburgo recibió una publicidad del todo desproporcionada respecto
a su valor intrínseco.

Cráneo de más de 400 años de antigüedad, el cual fue operado y taparon la
herida con trozo de hueso de animal. El paciente vivió muchos años más.
Existen varios relatos más de objetos descubiertos en sitios inesperados. En
1967 se dijo que se habían encontrado huesos humanos en una vena de plata de
una mina de Colorado. Una punta de flecha de cobre de diez cm de largo les
acompañaba. Hubo acuerdo general en que el yacimiento de plata tenía
millones de años y era, naturalmente, mucho más viejo que la humanidad.
La
Creation Research Society (Sociedad de Investigación sobre la Creación),
fundada en los Estados Unidos, se dedica por convicciones religiosas a
derrumbar la teoría convencional de la evolución de las especies.
En
1976 un periódico publicó la descripción de una cuchara que fue encontrada
en 1937 mezclada con carbón blando de Pennsylvania. La cuchara fue hallada
en una masa de ceniza de color marrón resultante de la combustión de un
trozo grande de carbón. Al remover las cenizas apareció la cuchara, que
posiblemente pudiera ser una reliquia del mundo antediluviano.
Se
podría sacar la misma conclusión de una viejísima muestra de algo que parece
escritura, descrita en el American Journal of Science en 1831. Un bloque de
mármol extraído de la tierra a una profundidad mínima de 18 m fue cortado en
láminas. Uno de los cortes mostró una incisión de 4 por 1,5 cm: constaba de
dos "letras" parecidas a la i y la u. La regularidad de las letras da la
impresión de que se trata de dos caracteres grabados por mano humana y de
alguna manera conservados a través de millones de años (durante los cuales
se formó el mármol), mientras que todo rastro del edificio en que fueron
grabadas, o de otros grabados adicionales, habría desaparecido.
Sin
embargo el hallazgo más espectacular en este sentido es una calavera que se
encuentra en la actualidad en el Museo de Historia Natural de Londres.
Pertenece a un hombre de Neanderthal y fue hallado cerca de Broken Hill
(Zambia) en 1921. En el lado izquierdo de la calavera hay un agujero redondo
de bordes planos. La limpieza de la herida sugiere que fue causada por un
proyectil de alta velocidad, como una bala. En el lado contrario a esta
herida la calavera está destrozada como por acción del proyectil al salir
del cráneo. Un experto forense berlinés dijo que el agujero era idéntico a
las heridas de bala que tan a menudo encuentran hoy en día los hombres de su
profesión. Sin embargo los restos fueron hallados a 18 m de profundidad. Era
imposible que los procesos geológicos naturales la cubrieran a tal
profundidad si la víctima hubiese muerto hace sólo unos siglos, cuando las
armas de fuego llegaron por vez primera a Africa Central.
Este
objeto enigmático no es único. La calavera de un uro (tipo de bisonte
extinguido) que fue encontrada cerca del río Liena, en la URSS, presenta un
agujero perfectamente redondo y pulido, parecido a una herida de bala. El
uro vivió aún muchos años después de resultar herido. Estas calaveras
sugieren la sorprendente posibilidad de que hace muchos milenios la
agresividad humana tuviera a su disposición instrumentos más sofisticados
que simples hachas de sílex.

El
profesor Andronik Jagharian comentó que los cirujanos poseían una técnica
superior a la actual.
Pero
las técnicas de curación pudieron estar avanzadas en la misma proporción. Se
sabe muy poco sobre la medicina prehistórica: todo lo que sabemos se reduce
prácticamente a los testimonios de operaciones de cirugía en los huesos, y
éstas evidencian que hace ya más de 4.000 años se llevaban a cabo
operaciones cerebrales a corazón abierto.
Cerca
del lago Sevan, en la Armenia Soviética, se han encontrado esqueletos de un
pueblo llamado los jurits, al parecer del año 2000 a.C. En una de las
calaveras de mujer se encontró un agujero de unos seis cm, consecuencia de
una herida hecha en vida. Los cirujanos habían insertado un pequeño tapón de
hueso de animal y la mujer sobrevivió. Su propio cráneo creció en parte
alrededor del injerto.
Otra calavera jurit presentaba una herida más grande
producida
por un golpe. Los cirujanos cortaron una zona de la calavera alrededor de la
herida para extraer las astillas del cerebro. Este paciente también
sobrevivió. El profesor Andronik Jagharian, que estudió las calaveras,
comentó: "Considerando la antigüedad de los instrumentos que tenían que
utilizar los médicos, se puede afirmar que técnicamente eran superiores a
los cirujanos actuales."
También se encontraron muestras de cirugía craneal y en las costillas en
unos esqueletos procedentes de Asia Central estudiados en la Universidad de
Ashjabad. Había muestras evidentes de que el tratamiento quirúrgico se había
realizado a corazón abierto.
René
Noorbergen, que cita estos casos, cree que son una prueba de que esta gente
estaba en contacto con civilizaciones más avanzadas técnicamente. Puede ser
que aprendieran a efectuar estas operaciones quirúrgicas o que confiaran el
trabajo a misioneros. Según él, las civilizaciones de las que proceden los
esqueletos citados eran incapaces de desarrollar estas técnicas por sí
mismas. Noorbergen continúa con la descripción de unas figuras de piedra y
unos grabados hallados en los Andes y muy anteriores a los Incas. Algunos de
los grabados representan a víctimas de alguna enfermedad, y tienen signos de
viruela, cáncer y artritis. Pudiera tratarse de modelos de estudio, o quizá
tuvieran un objetivo meramente ritual.
Aunque no existe en los anales de la arqueología una evidencia irrevocable
de la existencia de antiguas superrazas que pudieran haber sido la fuente de
las técnicas quirúrgicas prehistóricas, el hecho no significa necesariamente
su imposibilidad.


Cráneo de Neanderthal que presenta un orificio lateral, que por su limpieza
parece una herida de bala.
A
menudo se ha dicho que las pruebas en forma de fósil en las cuales,
confiadamente, se basa la teoría de que el hombre desciende del mono cabrían
en una habitación grande. Unos pocos nuevos descubrimientos serian
suficientes para derribar todo el edificio. En sus intentos de hacer
precisamente esto, la Sociedad de Investigación sobre la Creación señala el
ejemplo de unas pisadas fósiles que contradicen del todo la opinión
ortodoxa.
Se
supone que los dinosaurios se extinguieron hace unos 70 millones de años.
Sin embargo, en el lecho del río Paluxy, en Texas, se encontraron huellas
fósiles de dinosaurio junto a lo que parecen ser verdaderas huellas humanas,
a pesar de su longitud (38 cm).
Tallar hachas de pedernal y cuchillos es un aspecto de la "técnica antigua"
mucho más familiar para el estudiante académico. Sin embargo entre los miles
de utensilios de sílex que se han encontrado desde que la arqueología se
convirtió en disciplina científica figuran algunos objetos desconcertantes:
los llamados "pedernales de pigmeo", hallados en Inglaterra, Sudáfrica,
Australia y la India. Se trata de diminutos pedernales (unos seis mm)
tallados en forma de taladros puntiagudos, raspadores y cuchillos, que
denotan una gran habilidad artesanal.
El
término "pedernal de pigmeo" es evocador, pero aunque esta raza africana es
muy pequeña en comparación con la estatura media actual, no hay ninguna
prueba de que los antiguos habitantes de Gran Bretaña tuviesen estatura de
pigmeo, o de que fueran enanos o hadas. Por otro lado, ¿de qué utilidad
podían ser estas minúsculas herramientas a alguien de estatura comparable a
la nuestra? |