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SS. La muerte porta el sello de la calavera
"¿Qué aspecto tendrá el futuro orden social? Camaradas, os lo voy a decir:
habrá una clase de señores, habrá la gran masa anónima, la colectividad de
los servidores de los pequeños a perpetuidad, y, por debajo de éstos, la
clase de los extranjeros conquistados, los esclavos modernos. Y, por encima
de todo esto, una nueva nobleza de la cual no puedo hablar... Pero los
simples militantes deben ignorar estos planes...", Hitler.
La figura del Reichsführer (Jefe Supremo) Heinrich Himmler, quién llegó a
ser considerado como el segundo hombre más importante dentro del Reich,
supone para el historiador un acertijo de difícil resolución. El rostro de
mirada mongoloide y cuerpo enjuto, poco se asemejaba a los superhombres, que
se esperaba emergerían algún día como especies dominantes cuando se
produjera el triunfo del Reich. Sin embargo, en el tablero Hitler, Himmler,
fue una pieza clave que encajó a la perfección en ese universo de locura y
muerte.
Las
SS (Shutz Staffel-Tropas de Protección cuerpo de policía ideológica y de
control social, el más terrible de los instrumentos de represión del régimen
nazi), fueron el resultado de la desintegración de la SA (Sección de
Asalto), que en un comienzo funcionó como una fuerza paramilitar que
combatía a los activistas rojos y que además sirvió como ancla para la
reestructuración del Partido Nazi, después del fracasado levantamiento de
1923, que le valió a Hitler ser condenado a un año de cárcel.
“La idea vital que animaba a la SA fue derrotada el 30 de junio de 1934 por
una idea puramente satánica, las de la SS”. La Orden Negra, se había
iniciado.
Poco es lo que se sabe de Himmler. Sus escasos biógrafos, informan que en su
juventud estudió la carrera de Ingeniero Agrónomo y que una vez recibido, su
padre lo ubicó en una granja para que adquiriera experiencia en la materia.
Más tarde se vinculó a Strasser, miembro activo del partido que lo aceptó
como secretario. Su personalidad encuadraba dentro de los tipos
complacientes a la autoridad y poco afectos a las bromas “...sus
subordinados dirían después que Himmler jamás les hablaba ni en términos
encomiásticos ni en tono de reproche. Sus instrucciones eran, la mayor parte
de las veces, muy imprecisas. // Tenía el gusto del secreto... haciendo de
él una regla absoluta cuyas violaciones serían castigadas incluso con la
muerte...”
Sin
embargo Himmler tenía un extraño talento: poseía memoria fotográfica. Como
una inmensa base de datos, el Reinchfürer podía almacenar cualquier tipo de
información, sin que colapsara el sistema. Este don, en conjunto con su
innata capacidad organizativa, fueron sin duda el pasaporte hacia Hitler,
quién le encomendó la tediosa tarea de convertir en un cuerpo eficiente a
las nacientes SS. Himmler no sólo aceptó el desafío, sino que con su obra,
casi opaca a su célebre Jefe, fundamentó todo lo que iba a ocurrir después,
porque las SS no sólo fueron un cuerpo policial casi perfecto, sino que
aspiraban hacia algo más.
El hombre a quién Hitler exigió además la eliminación de 5 0 6 millones de
judíos, fue también un amante de la Historia Medieval, y hasta se creía la
reencarnación de Enrique I, el Pajarero, considerado el fundador del estado
alemán. Incursionó en ocultismo a través de sus estudios del Santo Grial, y
fue un militante de la Thule. “... Creía en el magnetismo, el mesmerismo, la
homeopatía, en las teorías del eugenismo naturista, en los videntes,
echadores de cartas, curanderos, hipnotizadores y hechiceros de los que
estuvo rodeado toda su vida, hasta el punto de que muchas veces no se
atrevía a tomar una decisión sin consultarles...” Estos antecedentes son
indicios del camino que se trazó para las SS.
“Un principio fundamental debe servir de regla absoluta a todo hombre S.S.
Debemos ser honrados, comprensivos, leales, buenos camaradas con los que son
de nuestra sangre y con nadie más. Lo que le pase a un ruso, a un checo, no
me interesa absolutamente nada...” Con estas palabras Himmler dejaba claro
cual era el sitio que debía conservar la futura Orden en cuanto a lo racial,
de la que se esperaba para todo candidato, una estricta observancia.
“De cada cien hombres, no podemos escoger por término medio, más que de diez
a quince. Les exigimos un historial político y bien documentado de sus
padres, hermanos y hermanas, su árbol genealógico a partir de 1750 y,
naturalmente les hacemos pasar por una prueba física. También reclamamos el
dossier de las juventudes hitlerianas. Queremos formar una clase superior
que dominará a Europa durante siglos..” Menuda aspiración...
Conduzcamos la máquina del tiempo hacia la Alemania del medioevo. La Orden
de Caballería Teutónica alista en sus filas a lo mejor de la nobleza germana
que consagra su vida y renuncia a los placeres de su clase para ir al
enfrentamiento de los infieles que no siguen a la Cruz. Su meta, las
heroicas Cruzadas.
Arrobado por el recuerdo de esta escena, Himmler moldea a los futuros
combatientes de la Orden Negra -SS- como monjes guerreros, pero que a
diferencia de sus antepasados no buscan la gloria a través del amor de
Cristo, su culto, va dirigido hacia otro Dios.
Hay que aclarar que sólo las cúpulas privilegiadas de la Orden Negra,
estaban al corriente de las verdaderas intenciones que se alimentaban en el
seno de la misma. Aquellos hombres que lograban las acreditaciones
necesarias, eran admitidos en los rituales secretos, donde se los adiestraba
y educaba ciegamente para “creer, obedecer, combatir” sin olvidar que se
“aprende a recibir y dar la muerte”. La preparación se hacía en las escuelas
o Napolas. Luego accedían a los burgs –lugares especiales-, donde
completaban su formación.
“El mundo presenciará la resurrección de la vieja Borgoña, que fue antaño el
país de las ciencias y de las artes y que Francia ha relegado al rango
apéndice conservado en alcohol. El Estado soberano de Borgoña, con su
Ejército, sus leyes, su moneda y su correo, será el estado modelo SS.
Comprenderá la Suiza romana, la Picardía, la Champaña, el Franco Condado, el
Hainut y el Luxemburgo. La lengua oficial será el alemán, naturalmente. El
partido nacionalsocialista no tendrá allí ninguna autoridad. Solo gobernarán
las SS, y el mundo quedará a un tiempo estupefacto y maravillado ante este
Estado, en que se aplicará el concepto SS del mundo..”
¿Qué habrán opinados los oídos atentos que escucharon esta declaración que
el propio Himmler brindó en la Conferencia de Paz de 1934? ¿Occidente
comprendía o se hacía el despistado?
Los desdichados prisioneros atrapados por el Régimen hacinados en los Campos
de Concentración, ignoraban que ellos serían los primeros beneficiados en la
aplicación del modelo SS. Conozcamos la historia del brazo ejecutor de esta
política: la Anhenerbe. Sociedad de Investigación de la Herencia de los
Antepasados.
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