Entendemos
por soledad el hecho de sentirse solo, tanto voluntaria como involuntariamente.
Está solo el que no tiene compañía en un momento dado, y también el que se
siente aislado a pesar de tener múltiples personas a su alrededor. El ser humano
vive, en principio, continuamente acompañado. Pero en ocasiones se trata de una
compañía ficticia: tiene mucha gente alrededor pero no siente sintonía afectiva
con nadie. El ser humano puede ir todos los días al trabajo, acudir a fiestas y
reuniones, deambular de un lado para otro sin comunicarse realmente con los
demás; éste es uno de los problemas más característicos de nuestra sociedad: la
soledad dentro de la multitud.
El ser
humano es un ser social, permanentemente entra en contacto, y necesita hacerlo,
con los otros. La comunicación es la base sobre la que asienta la vida social.
La soledad es una experiencia interior que deriva del aislamiento o del
distanciamiento físico y/o afectivo. Se dice que el mundo está lleno de
solitarios, pero más que de personas solas (que las hay) se trata de seres que
se sienten solos, abandonados, sin puntos de apoyo, sobre todo afectivos.
Nuestra avanzada sociedad, dominada por los medios de comunicación de masas,
está llena de solitarios que se sienten aislados en un mundo repleto de
personas.
Para la
mayoría de las personas, la soledad supone un contratiempo, un bloqueo en su
vida afectiva y de relación que acarrea sentimientos y emociones negativas. El
solitario se siente triste, abandonado, con angustia, necesita comunicarse con
alguien y no puede y teme, más que nada, que la situación se haga permanente.
Existe una constante necesidad de comunicar y compartir vivencias. En las
situaciones difíciles se busca apoyo y ayuda. Las alegrías al ser compartidas,
se reviven y perduran. La soledad interrumpe el discurrir normal de la vida, es
dolorosa y hasta traumatizante.
La
vivencia de la soledad depende de cada persona: hay gente solitaria de por sí, a
quien le cuesta mucho entablar relaciones, o, que, simplemente disfruta estando
sola. A los tímidos les resulta difícil relacionarse, y los introvertidos crean
una especie de coraza a su alrededor. Pero hay extravertidos que también se
sienten solos. La facilidad para entablar relaciones sociales no siempre es
correspondida y un sujeto agradable y simpático, a veces, inexplicablemente, se
encuentra solo.
La
soledad no suele ser absoluta, casi siempre se manifiesta de forma parcial y/o
temporal. A veces, por ejemplo, se tiene una familia muy unida, con la que se
encaja muy bien, pero no amistades en el trabajo; también hay sujetos con muchos
amigos que no encuentran una pareja con la que compartir su vida. Los
«relaciones públicas» pueden carecer de ese amigo en el que confiar plenamente.
Casi todo el mundo tiene su pequeña soledad, sólo que unos luchan por vencerla,
otros la ignoran y unos pocos se hunden en ella. Cualquiera puede soportar o
buscar la soledad en un momento dado, pero lo más frecuente es que uno se
resista a ella, intente vencerla y sobrepasarla.
Toda
persona necesita comunicarse, abrirse a los demás, sentirse acompañado, rodearse
de otros, querer y ser querido. Cuando la soledad se apodera de uno, se sume en
un aislamiento que genera tristeza. Uno no puede escaparse de su soledad, no
puede salir de sí mismo y de su situación. Este estado puede acarrear
depresiones graves. Si las fuerzas decaen y se pierde la esperanza, algunas
personas adoptan soluciones extremas como el suicidio, la forma más dramática de
huir de la soledad.