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EL SÍNDROME DE INGRID
En el "Síndrome de Estocolmo" los rehenes desarrollan una relación afectiva
con sus secuestradores. En el de "Ingrid", no.
El Síndrome de Estocolmo es un estado psicológico en el cual los rehenes
desarrollan una relación de cooperación con sus secuestradores,
estableciéndose vínculos amistosos o afectivos. Incluso, ayudando a los
criminales a alcanzar sus objetivos.
La víctima intenta identificarse con el criminal, de mostrarle simpatía o
ser de su agrado como un mecanismo de defensa para salvaguardar su vida.
Se llama síndrome de Estocolmo, porque durante el siglo pasado, en agosto de
1973, se produjo un robo en un banco donde se tomaron rehenes que duró seis
días. Al entregarse los secuestradores, las víctimas defendían y hasta
besaban a los delincuentes y se negaron a colaborar en el juicio posterior
como testigos. Síndrome de Estocolmo fue como el psicólogo criminólogo Nils
Bejerot llamó a la "extraña" conducta de afecto de algunos rehenes hacia sus
propios captores.
Un año más tarde, el término se popularizó ante el caso del secuestro por
parte de un grupo subversivo denominado Ejército Simbionés de Liberación, de
la joven Patricia Hearst, heredera de un imperio económico y de medios de
comunicación. Patricia, no sólo guardo afecto por sus secuestradores sino
que se unió a ellos y dos años más tarde fue capturada y encarcelada junto a
sus raptores.
El síndrome de Estocolmo también se usa cuando hablamos del comportamiento
que tienen algunas personas de "amar" a quien le lastima, como es el caso de
las mujeres y los niños maltratados o los prisioneros, las víctimas de
incestos o de abuso sexual por parte de familiares y en miembros de sectas
cuyos jefes someten a sus seguidores.
En todas estas relaciones se establecen sentimientos afectivos de la víctima
hacia el abusador y conductas de rechazo y agresión en contra de los seres
queridos que tratan de rescatarle. Se llega a aceptar de tal forma la
situación de víctima, y de amor al sometedor que la autoestima desaparece,
se desintegran los valores, las actitudes y las creencias.
Ingrid Betancourt duró ¡seis años! secuestrada. Sometida a la violencia,
torturada física y mentalmente. Y como otros que han sido víctimas de
abusos, maltratos, acciones criminales y acciones de guerra, no renunció a
sus derechos y a la integridad de su personalidad. Se resistió y a pesar del
riesgo mantuvo la calma y el control emocional. Fue prudente, persuasiva. No
perdió su autoestima, más bien la fortaleció y se hizo respetar por los
secuestradores. Ingrid personifica a todas estas personas. Ella representa
esta forma de ser ante tales circunstancias. Se trata del "Síndrome de
Ingrid", el síndrome de la dignidad humana. |
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