MEDIO RURAL Y URBANO. CARACTERÍSTICAS SOCIALES
El
ambiente social en todas sus vertientes es un factor que ejerce una gran
influencia sobre la vida psíquica de una persona. Su papel en el desarrollo de
la personalidad es a veces decisivo. También puede influir a la hora de
favorecer la aparición de algunos trastornos psicopatológicos o de ayudar o
dificultar la remisión de los mismos.
Una de
las principales características definitorias del ambiente social en que nos
desenvolvemos es su pertenencia al denominado «medio rural» o al «medio urbano».
Durante las últimas décadas, ambos ambientes se han ido acercando
paulatinamente, tal vez debido al avance experimentado por los diversos medios
de comunicación. La generalización del uso del automóvil, el teléfono, la
televisión, etc., no sólo han aproximado al hombre de campo a la vida propia de
las ciudades, sino que también el hombre de la ciudad ha podido acercarse más a
ciertas facetas rurales que añora desde la ciudad en la que vive. Muchas
personas se desplazan desde el medio rural al urbano durante su tiempo libre y
muchas de la ciudad huyen hacia el campo durante los fines de semana o en tiempo
de vacaciones. Se ha producido una mayor conexión entre ambos medios. Pero no
por esto han desaparecido todas las peculiaridades propias del campo o la
ciudad.
Las
sociedades rurales se caracterizan porque en ellas resulta más fácil mantener
una buena comunicación interpersonal. Es más fácil tener amigos y casi se
«conoce a todo el mundo». Tienen, por tanto, la ventaja de que en ellas resulta
más sencillo querer vencer los sentimientos de soledad e incomunicación, Como
contrapartida, resulta más difícil mantener escondida nuestra intimidad. En
algunas situaciones límite, el medio rural puede dificultar más que el urbano la
vida y proyección social de una persona concreta, ya que puede faltar
credibilidad social para un cambio de actitud y dificultar, por ejemplo, la
reinserción social de una persona. En términos generales, las sociedades rurales
se adaptan de forma más lenta y dificultosa a los cambios sociales que las
urbanas.
La vida
en el campo facilita un mayor contacto con la naturaleza, se suele disponer de
más tiempo libre y son menos frecuentes las prisas derivadas de actividades
burocráticas, de los grandes desplazamientos y de las aglomeraciones. Un menor
nivel de contaminación atmosférica, de ruido, de masificación y de otras
características indeseables propias del medio urbano, hacen que en algunos
aspectos se pueda hablar de una mayor calidad de vida dentro del medio rural.
No
obstante, existe otra cara en la moneda. En la vida rural existen ciertas
limitaciones, especialmente en diversos campos culturales, profesionales y
sociales. El mundo de la universidad, el arte en todas sus facetas, los negocios
a partir de cierto nivel o en determinados campos de actuación, etc., quedan
fuera del entorno propio de los pequeños núcleos de población. Para desarrollar
algunas actividades o formarse en ellas resulta necesario trasladarse a una
ciudad mayor de forma más o menos permanente. El medio urbano ofrece, de
primeras, más posibilidades en estos campos que el rural, pero no siempre se
aprovechan, especialmente en lo referente al tiempo de ocio. Las distancias, la
pérdida de tiempo que implican por un mal estado del tráfico, las
aglomeraciones, etc., hacen que muchas personas que viven en las grandes
ciudades renuncien a muchas de las diversas actividades que la ciudad les brinda
para ocupar su ocio, reduciendo éste a los medios que les ofrece su propio
barrio, dentro de la ciudad. Es decir, se limitan a lo que les ofrece un pueblo
dentro de la gran urbe.
Desde el
punto de vista de la psicología social hay dos factores de especial relevancia
que distinguen el medio urbano del rural, en relación con la comunicación y el
estrés. Los problemas de comunicación interpersonal son mucho más frecuentes en
las grandes ciudades, donde algunas personas pueden llegar a vivir en un marco
de auténtico aislamiento, con dificultades serias para conectar con otras
personas por causas totalmente circunstanciales y relacionadas con las
características propias del medio urbano. Como consecuencia, pueden padecer
trastornos psicológicos o psicopatológicos derivados de la soledad e
incomunicación a que se ven involuntariamente sometidas. Por otro lado, el
estrés es una enfermedad mucho más frecuente en las grandes ciudades que en los
pueblos. El estrés se ve muy favorecido por el tipo de vida urbano siendo casi
una patología exclusiva del mismo. También es más difícil conseguir una
adaptación social dentro del medio urbano en relación al rural, ya que en los
núcleos reducidos de población, la sociedad facilita los procesos de adaptación
del individuo, si bien se muestra más intolerante con los que no quieren o no
logran adaptarse, que muchas veces se ven obligados a abandonar la sociedad
rural en que nacieron.
La
emigración desde el campo a la ciudad es un hecho muy frecuente en muchas zonas
geográficas y en determinadas épocas. La emigración puede tener repercusiones
psicológicas importantes. Supone, en primer lugar, una situación de desarraigo,
ya que el emigrante se ve obligado a cambiar de residencia en solitario, dejando
a sus amigos y muchas veces a su familia, para instalarse en un nuevo lugar
totalmente desconocido y distinto al que se tiene que adaptar rápidamente, donde
no tiene más que pocos o ningún amigo o conocido y en el que debe de emprender
una tarea de estudios o trabajo, diferente e incluso totalmente nueva. El
alejamiento de su ambiente y distanciamiento afectivo, unido a esas nuevas
exigencias de adaptación en el terreno social y laboral, pueden configurar un
esfuerzo psicológico difícil de superar que puede producir reacciones de
desajuste o trastornos por ansiedad.