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La sensatez.
Ya hemos dicho que ocho de los dieciséis pétalos de esta flor de loto ya se
habían desarrollado en un pasado remoto y que reaparecen por sí solos en el
curso del discipulado oculto. Esto requiere que el discípulo concentre todo
su esfuerzo en el desarrollo de los otros ocho pétalos. De practicar
incorrectamente los ejercicios, puede suceder fácilmente que los pétalos
desarrollados en tiempos pasados reaparezcan solos y que los otros
permanezcan sin desarrollarse. Esto se produce particularmente si durante el
discipulado no se pone la debida atención en el pensar lógico y racional.
Es de suma importancia que el discípulo sea un hombre sensato que se
esfuerza en el pensar claro. Es, además, importante que procure expresarse
con la mayor claridad. Las personas que comienzan a vislumbrar algo del
mundo suprasensible, fácilmente se tornan locuaces en lo que atañe a estas
cosas. Con esto, detienen su desarrollo normal. Cuanto menos hablen de estas
cosas, tanto mejor será.
Sólo los que hubiesen alcanzado cierto grado de lucidez debieran referirse a
ello. Al comienzo de la instrucción, los discípulos generalmente se asombran
de la escasa "curiosidad" que los hombres espiritualmente experimentados
muestran frente a lo que aquéllos les comunican sobre sus propias
experiencias.
Lo mejor para ellos mismos sería que guardaran silencio absoluto sobre ellas
y hablaran únicamente de la facilidad o dificultad que tienen de practicar
los ejercicios o de seguir las instrucciones, porque el iniciado cuenta con
medios totalmente diferentes a los relatos del discípulo para apreciar los
progresos de éste. Esos relatos siempre dan por resultado cierto
endurecimiento de los respectivos ocho pétalos de la flor de loto de
dieciséis pétalos, que debieran permanecer blandos y flexibles. Para
ilustrarlo, daremos un ejemplo, no de la vida espiritual, sino de la vida
común, a fin de hacerlo más comprensible. Supongamos que recibo una noticia
e inmediatamente me formo un juicio sobre ella. Un poco más tarde, recibo
otra noticia sobre el mismo asunto que no concuerda con la primera. Esto me
obliga a modificar el juicio que ya me había formado. Consecuencia de ello
es una influencia perjudicial sobre mi loto de dieciséis pétalos. El caso se
presentaría totalmente distinto si, al principio, me hubiera abstenido de
juzgar, si hubiera permanecido "callado", tanto interiormente en mis
pensamientos, como exteriormente en palabras, hasta tener datos bien seguros
para juzgar.
El ser cauteloso en formar y emitir juicios se convierte paulatinamente en
una característica peculiar del discípulo. Por otro lado, aumenta su
receptividad para impresiones y experiencias que, en silencio, deja pasar
ante sí con el fin de obtener el máximo de datos cuando tenga que emitir un
juicio. Esta actitud reservada provoca matices azuladorojizos o rosados en
los pétalos de la flor de loto, mientras que, en el caso contrario, se
presentan matices de rojo oscuro y anaranjado. |
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