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Segunda Guerra
Mundial, (1939-1945).Tercer Reich.
¿Se ha dicho todo? Gran parte de los historiadores opinan que sí. ¿Acaso el
conflicto que definió para siempre el siglo XX, no cuenta en su haber, con
gran cantidad de información que lo convierte en una gran panacea para
cualquier estudioso del tema? Quizás, pero no todas las preguntas conllevan
sus respectivas respuestas.
Detengamos nuestra vista un momento en estas cifras: "… El coste humano de
la guerra recayó principalmente sobre la URSS, cuyas bajas entre personal
militar y población civil se cree que superaron los 27 millones. Las
víctimas militares y civiles de los aliados fueron de 44 millones, en tanto
que las de las potencias del Eje fueron de 11 millones. El número de muertos
de ambos bandos en Europa ascendió a 19 millones y las víctimas de la guerra
contra Japón llegaron a los 6 millones. Estados Unidos, que apenas sufrió
bajas entre la población civil, perdió a unos 400.000 ciudadanos…". Que
sumados, dan un total de 121.000.000 millones de víctimas. Ciento veintiún
millones de almas que sufrieron los delirios de Hitler y sus secuaces,
embriagados en aquel entonces en sus ansias expansionistas y racistas.
Pero
este supuesto "delirio" ¿de dónde provenía? ¿Acaso se puede resumir la
Segunda Guerra Mundial como un enfrentamiento entre las Fuerzas del Eje en
contra de las Potencias Aliadas? Sin duda, exclamaran muchos. ¿Fascismo o
democracia? Interesante punto…
Pero si bien, muchos historiadores aceptan de buen grado estos conceptos,
elementos, por otra parte, altamente documentados; descreen, por otro lado,
de una supuesta conexión esotérica-mística, a la que niegan una activa
participación en el desarrollo del que fue denominado el Tercer Reich de los
Mil Años. Uno de los primeros escritos que alertaron sobre esta "conexión
esotérica", proviene de dos franceses, Louis Powles y Jacques Bergier, que
en 1960 con la publicación del Retorno de los Brujos, ponían al descubierto
una de las facetas desconocidas de la problemática nazi.
Uno de sus capítulos refleja nuestro pensamiento, y sienta las bases de esta
pequeña aproximación, que con humildad, intentamos trazar: "…No somos tan
locos como para querer explicar la Historia por las sociedades secretas.
Pero sí que veremos, cosa curiosa, que existe una relación y que, con el
nazismo, "otro mundo" reinó sobre nosotros durante algunos años. Ha sido
vencido. Pero no ha muerto, ni al otro lado del Rin ni en el resto del
mundo. Y no es eso lo temible, sino nuestra ignorancia …"
Compartimos con los franceses esta concepción, porque creemos que una fuerza
oscura y poderosa operaba sobre la Alemania de esos años. Fuerza, alimentada
por sociedades místicas, que tergiversaron pensamientos milenarios en busca
de su propia satisfacción. Asistiremos al ascenso y caída de esas ideas,
esperando aportar un poco de luz tras los velos del horror o como dice el
título de esta nota.
Ser Ario.
" … Por el hecho de la rendición y de constituir un nuevo régimen, Alemania
esperaba una paz negociada en vez de los duros términos impuestos por el
Tratado de Versalles en 1919. Pero los aliados estaban determinados a
recibir compensaciones por sus pérdidas y asegurarse de que su enemigo nunca
volvería a constituir una amenaza.
"… Por consiguiente, Alemania perdió Alsacia y Lorena a favor de Francia y
Prusia Occidental pasó a Polonia, creándose el corredor de Danzig entre
Alemania y Prusia Oriental. También perdió sus colonias y tuvo que ceder sus
instalaciones siderúrgicas, líneas ferroviarias y barcos mercantes, así como
su fuerza naval. Alemania tuvo que limitar su Ejército y someterse a la
ocupación aliada de Renania durante 15 años. Lo peor de todo fue que los
alemanes tuvieron que aceptar la plena responsabilidad como causante de la
guerra y, consecuentemente, pagar cuantiosas indemnizaciones en concepto de
reparaciones de guerra.
"Estas últimas provisiones, en particular, causaron rencor entre la
población; los alemanes no se consideraron más culpables que otros y no
podían pagar todo lo que se les demandó. El Tratado de Versalles,
comprensible desde el punto de vista aliado, no aseguró una paz duradera.
Alemania ni fue aplastada por completo ni fue reintegrada en la comunidad
internacional. En su lugar, al aceptar el Tratado, el nuevo gobierno quedó
desacreditado ante sus ciudadanos, lo que paralizó sus oportunidades de
éxitos...."
Perdedores y triunfadores, duras lecciones de la Historia. Consciente o
inconscientemente, los que redactaron el Tratado de 1919 sembraron la
semilla de la discordia, pero estas semillas son sólo un eslabón en la
compleja cadena, que no ayudan a descifrar el enigma del movimiento nazi. La
subida de Hitler al poder ocurrida en 1933, es bien recibida por una gran
mayoría del pueblo alemán, que ven con buenos ojos al ex cabo de la Primera
Gran Guerra. Son años de desempleo, alta inflación y desmoralización,
escenario ideal, que Hitler, parece capitalizar como nadie. Presentado como
un salvador que rescata a la nación aria del oprobio y el subyujamiento
judío, Hitler pasará los próximos años tratando de reconstruir desde cero la
historia alemana.
Pero no es tarea fácil. Para dotar de una base sólida al incipiente Orden
que se pretende establecer, hace falta crear una nueva identidad, más acorde
a los tiempos que corren. Hitler se obsesionará con esta idea y contagiará a
casi todos sus colaboradores con esta visión, compartida, en menor medida el
resto de los pobladores alemanes. Pero estas extrañas ideas no son
patrimonio exclusivo de Hitler, él, sólo es transmisor de un mensaje que
parte de mentes más instruidas que las de un simple cabo. Mentes empapadas
de delirios místicos, trastornadas por un sincretismo oriental mal digerido,
y que también fueron responsables de preparar el camino para lo que
aconteció después.
¿Cuál fue el génesis de estas anómalas ideas? ¿De dónde surge la figura del
superhombre, de la raza aria, de la Svástika? ¿Simples slogans ideológicos
para fascinar a la masa? ¿Por qué el Reich de los Mil Años? Durante el
nacimiento y hasta su desaparición, el movimiento nazi utilizó estos
elementos y se sirvió de ellos. Pero estos elementos, no solo nacieron de la
inseguridad psicológica resultante de la Primera Guerra, sino que rastreando
el historial alemán, descubrimos indicios de una crisis religiosa y mística,
que comenzó a gestarse en Europa a finales del Siglo XIX y que maduró en su
total concepción en el Siglo XX. Indaguemos.
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