|
SOLUCIONES AL
MALTRATO O AGRESIÓN
Los problemas de las mujeres maltratadas son complejos y es imposible que
una única medida pueda resolverlos. Si pudiera reducirse, en general, la
violencia de la sociedad occidental, es probable que contribuyera en alguna
medida a su solución. Sin embargo, algunos problemas de las mujeres
maltratadas son especiales y también requieren soluciones especiales. Una
solución consiste en proporcionar casas de acogida. Estos hogares facilitan
a la mujer un lugar seguro al que dirigirse (una de sus necesidades más
inmediatas), brindándole el apoyo emocional de quienes la rodean y, quizá,
consejo laboral y asesoramiento jurídico. Durante la pasada década, estos
refugios han surgido por doquier en los países occidentales. Es interesante
señalar que parece que estos hogares y los consejos paraprofesionales así
como los que ofrecen las compañeras constituyen el tratamiento más
satisfactorio para las mujeres maltratadas.
También son precisos los servicios sociales para atajar el problema de las
agresiones conyugales. Las líneas telefónicas de acceso inmediato en casos
de crisis son importantes porque, gracias a ellas, la mujer puede conseguir
ayuda inmediata. Además, hacen falta servicios de asesoramiento para el
agresor, la víctima y los hijos. La terapia feminista resultaría
especialmente valiosa para las mujeres maltratadas.
Algunos expertos recomiendan que las mujeres maltratadas se entrenen en
defensa personal. La mujer que sea experta en kárate o en algún otro sistema
puede superar la mayor fuerza física de su marido y hacerle desistir, de
manera asertiva, de sus ataques.
También son importantes las reformas legal y policial. Un problema radica en
que el sistema legal occidental ha considerado sagrados la familia y el
hogar, mostrándose reacio a interferir en ellos de cualquier modo. Hasta
cierto punto, se considera que el oficial de policía que interviene en una
pelea "familiar" viola la intimidad del hogar. Con frecuencia, los oficiales
de policía no se muestran dispuestos a denunciar a un marido por agresión,
salvo en el caso de que el agente sea testigo directo del ataque, caso muy
raro, dado que suele llamarse a la policía después de ocurrido el hecho. Una
solución simple para la mujer sería efectuar ella misma la denuncia a título
de ciudadana, pero a menudo las mujeres desconocen esa posibilidad y la
policía no les informa de esta opción. En un gesto esperanzador, los
gobiernos del mundo desarrollado empiezan a designar fondos para las
víctimas de la violencia doméstica. En la actualidad, este tipo de violencia
es delito en todos los países occidentales. Un estudio demostró que la
denuncia del agresor era la mejor de las alternativas para reducir la
incidencia de agresiones reiteradas y muchas comunidades han aprobado
decretos de denuncia obligatoria. Al menos, parte de la culpa recae también
en los papeles asignados a los géneros y socialización tradicionales.
Después de todo, los malos tratos a la esposa constituyen una forma de
mostrar el dominio y, por tanto, de ejercer el papel masculino. Y el hecho
de permanecer al lado de un marido así concuerda con la sumisión en la que
se socializa a las mujeres. En consecuencia, para solucionar por completo
esta situación, hace falta reformar la asignación de papeles a los géneros,
la socialización y la educación. |
|