Si a una parcela de la vida cuesta ponerle una etiqueta
concreta, una definición precisa o unos límites netos, ésta es, sin lugar a
dudas, la adolescencia. Sin embargo, alguna definición tendremos que dar si
queremos tener una idea aproximada de esta franja vital en que nos moveremos
a lo largo de estas páginas. Obviamente, no se puede entrar en materia
desconociendo lo que llevamos entre manos.
La realidad es que entre la inmadurez de la niñez y la
deseable madurez del adulto se encuentran un puñado de años -¡y qué años!-
que hemos dado en llamar adolescencia. Por lo menos, desde los tiempos de
Aristóteles se acepta que la adolescencia constituye una etapa de transición
desde la "irresponsabilidad" hasta la "responsabilidad". La adolescencia,
pues, no es un problema, sino un proceso.
Muchos padres aguardan con lúgubres presentimientos la
adolescencia de sus hijos. Este período es considerado como una fase del
desarrollo que hay que soportar y no que disfrutar, y que es preciso
enfrentar pero no compartir... Cuando en realidad para muchos padres puede
ser también una oportunidad de renovación, una fértil y maravillosa etapa de
la vida.»
¿Cómo se entra y se sale de la adolescencia? Más de uno
indicará que la adolescencia se inicia con la pubertad, es decir, con la
transformación sexual del cuerpo que permite la procreación. Y acertará en
fijar este comienzo, ya que los cambios corporales de la pubertad son bien
visibles, pero lo que le costará es definir el punto y final de la
adolescencia.
Desde una visión puramente didáctica, la transición
adolescente puede ser agrupada de manera esquemática en tres fases o
subetapas que duran, cada una de ellas, un promedio de tres años,
aproximadamente: la adolescencia temprana, de los 10 a los 13 años; la
adolescencia media, desde los 14 a los 16, y la adolescencia tardía, de los
17 a los 19.
Nosotros proponemos considerar la pubertad como un
fenómeno netamente biológico, y la adolescencia como la adaptación
psicosocial a dichos cambios corporales, que culmina cuando se llega a
establecer la independencia, anuncio del comienzo de la etapa de adulto
joven (de ahí se desprende el concepto de "adolescencia prolongada" cuando
dicha etapa se demora).